Un cuento de amor platónico. Nuestro último microprograma en Radio 5.
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martes, 27 de septiembre de 2016
sábado, 24 de septiembre de 2016
Psicopolítica
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura
La psicología es una ciencia
interesante, pero a la par peligrosa, sobre todo en algunos de sus
sucedáneos más populares. Sea como sea, nunca desanimo a los
muchachos que quieren dedicarse a ella. Trabajo no les va a faltar.
Creo de veras que en un futuro no muy lejano la educación, la
sanidad o la gran empresa estarán tomadas por los psicólogos.
No en vano, y como afirma el filósofo surcoreano Byung-Chul Han
vivimos en la época de la “psicopolítica”. La psicopolítica –
por si alguien no lo sabe – es una forma de hacer que la gente
trabaje, consuma y obedezca, con sumo gusto y hasta el límite de sus
fuerzas, por su propia voluntad. ¿Qué cómo se logra esto?
Pues, como suele decirse,“con mucha psicología”. Uno de los
objetivos más logrados del “psicopoder” (la forma de poder
correspondiente al capitalismo neoliberal, según Han) es hacer creer
al individuo que su vida entera depende de sí mismo, de su
motivación, de su ardor competitivo y de una implicación absoluta
(intelectual, emotiva, social...) en el trabajo. Es el modelo del
individuo “empresario de sí”, optimizado y liberado – gracias
al “pensamiento positivo” – de toda duda capaz de “bloquear”
su frenética actividad productora o consumidora, y “auto-explotado”
hasta la extenuación sin
otra “lucha de clases” que la más interna por no
estar a la altura, por no darse del todo, por no tener
la suficiente fe en sí mismo, etc. Este sujeto convencido de que
su completo sometimiento físico y mental a la dinámica del
mercado es, a la vez, la más alta expresión de su
realización como ser libre, es la obra maestra del capitalismo.
Pero para que funcione bien hacen falta legiones de psicólogos, de
líderes en management personal, de expertos en coaching,
y de todo tipo de gurús y
asesores en técnicas de autogestión,
mindfullness, inteligencia emocional, desarrollo
transpersonal y lo que haga falta para ayudar a la gente a
creérselo...
Pero lo que más preocupa es que toda
esta marabunta de parapsicólogos, psicosofistas y nuevos mentores
espirituales está llegando, poco a poco, a la educación formal. A
menudo con la complacencia inocente de algunos ingenuos que confunden
esta nueva psicotecnología del poder con una suerte de
renovación educativa de corte humanista. Esto es falso. No hay en
todas esas técnicas ninguna genuina formación en valores, ni
verdadera educación emocional, ni libre desarrollo de la
creatividad, ni apenas otra cosa que adiestramiento soft en
los valores más afines al liberalismo, una alentada confusión entre
libertad y emocionalidad (no hay nada más rentable que un
individuo abandonado a las emociones), y una alergia rayana en la
obsesión a todo lo que sea “negatividad” (esto es: duda y
pensamiento crítico). Mucho de todo esto está ya vigente,
por cierto, en la nueva ley educativa (LOMCE), de corte, justamente,
neoliberal. En las nuevas materias de ética y filosofía en
educación secundaria, por ejemplo, los alumnos han de estudiar
libros de auto-ayuda como el best seller de Daniel Goleman,
Inteligencia Emocional, o aprender filosofía para la
empresa, disciplina por la que, según el programa, el estudiante
deberá encauzar sus inquietudes filosóficas hacia la tarea de
proyectar negocios, o de saber interpretar los inevitables
cambios profesionales (léase: despidos ágiles, traslados
forzosos, empleos precarios...) como oportunidades para desarrollar
su creatividad u obtener valiosas e imprevistas experiencias
vitales...
Así que, lo dicho, si les preocupa el
futuro de sus hijos invítenlos a estudiar psicología. En unos años,
el horario de las escuelas podría ser este: a primera hora
“bioneuroemoción y liderazgo”, luego “mindfullness o
inteligencia emocional”, después “técnicas de lenguaje
no gestual para emprendedores”... Y
durante el recreo dinámicas de grupo para generar empatía.
No vaya a ser que el que le pegó el balonazo al chaval sea, el día
de mañana, un gran traficante de influencias. Les juro que
esta última frase la oí, literalmente, en un programa de la
televisión pública dedicado a jóvenes emprendedores. Así están
las cosas. A no ser, claro, que el problema sea yo, que estoy
instalado en la negatividad y, seguramente, necesite terapia.
martes, 20 de septiembre de 2016
En defensa de la religión en la escuela
Aquí tenéis nuestro artículo en defensa de la religión en la escuela publicado en el número 12 de la revista Humano, creativamente humano, y al que ha querido contestar, en el mismo número, David Cerdá (codirector de la revista) con este otro estupendo artículo.
sábado, 17 de septiembre de 2016
Decrecimiento
Nuestro último microespacio en Radio 5, sobre decrecimiento, economía y filosofía.
Para leer el guión y comentarios: en nuestro blog, diálogos en la caverna.
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Etiquetas:
bioética,
decrecimiento,
Diálogos en la Caverna,
ecología y derechos de los animales,
economía,
Ética,
Medios de comunicación
martes, 13 de septiembre de 2016
La educación como rehén.
Este artículo fue publicado originalmente por el autor en el diario.es Extremadura y en El Periódico Extremadura
Comienza el curso escolar y todo sigue
igual, lo que equivale a decir que esta peor. El sistema educativo
sigue retenido contra su voluntad por el gobierno (ahora en
funciones), lo que supone tres años ya de congoja e incertidumbre
para cientos de miles de niños, docentes y familias. Durante este
tiempo los rehenes hemos tenido que implantar, a regañadientes
y a toda velocidad (anteponiendo los ritmos políticos a los de la
pedagogía y el buen sentido), la LOMCE, una ley retrógrada y
macarrónica en sus contenidos (elaborados igualmente a toda prisa),
reaccionaria en sus aspectos pedagógicos, torpe en su intención
uniformadora (tan torpe que ha generado la mayor diversidad conocida
de planes educativos autonómicos), segregadora y clasista (al niño
que “no vale” se le expulsa sin contemplaciones al itinerario
laboral – ¡así acaba cualquiera con el fracaso escolar!–), y
resueltamente favorable a la escuela concertada y privada. El
objetivo de la LOMCE es un sistema público barato, masificado y
disciplinador de las clases bajas, de manera que el que quiera
educación de calidad, apta para tener amigos, dar pelotazos y abrir
cuentas en suiza (en esto parece que consiste triunfar en este país),
tendrá que pagarse un colegio privado, sea el del Pilar – el Eton
College del pijerío nacional – o cualquier otro que, a
imitación suya, les saque los cuartos a la clase media con
pretensiones. La educación es todo un negocio aún por explotar. Por
eso la raptaron.
Lo único bueno de la LOMCE es que a
todo el mundo (menos al PP) le parece mala y tendenciosa. Incluso el
propio gobierno sabe que es una ley sin futuro, lo que no impide –
esto es lo grande – que siga torturándonos y amenazándonos con
ella. Tras el destierro dorado de los jefes más intransigentes de la
banda (Wert y Gomendio), el nuevo ministro Méndez de Vigo ha
mostrado mayor voluntad negociadora, lo cual no ha servido para
evitar la publicación, hace muy poco, del decreto sobre la reválida,
uno de los aspectos más unánimemente rechazados de la LOMCE. A
Dios rogando y con el mazo dando. Unos días después el PP
acordaba con Ciudadanos la paralización de la Ley (lo que, entre
otras cosas, impediría desarrollar el decreto citado) y un plazo de
seis meses para acordar un pacto por la educación. Parece que
los secuestradores, cuyo propósito inicial era reeducar a los
españoles, se conforman ahora con una investidura. “Si queréis
que libere a los rehenes de la LOMCE – parecen decir –
tenéis que darnos el gobierno del país”. Este es el trato. O eso
parecía, porque tras el fracaso de la investidura todo vuelve a
estar como estaba. La LOMCE, pese a estar muerta, sigue generando
caos e incertidumbre, y el PP sigue jugando con esta baza (como un
pistolero girando su revolver con el dedo en el gatillo) para
negociar su llegada al gobierno.
Mientras tanto, el curso ha comenzado y
ni docentes, ni alumnos, ni padres sabemos que va a pasar (o no
pasar, que diría, con
entrañable retranca nuestro presidente). Además de acabar de
implantar una ley en la que nadie cree, y que se tendrá que derogar
o reformar en poco tiempo (con todo el coste correspondiente),
tendremos que preparar a nuestros alumnos para unas pruebas de las
que no sabemos prácticamente nada y que es mentira que no tengan
efectos académicos. Para los estudiantes de 2º de bachillerato
la revalida de 2017 determinará (como hacía la extinta
selectividad) el acceso a la carrera y universidad de su gusto, y
supondrá (una vez superada) un 40% de la nota media que figurará en
sus expedientes. Para más inri, los sufridos bachilleres tendrán
que examinarse de materias que dieron el curso pasado, cuando sus
profesores sabían aún menos sobre las dichosas pruebas.
Ante esta situación disparatada y la
inaudita parálisis política del país, el gobierno extremeño ha de
intervenir con urgencia y contundencia para proteger a sus
ciudadanos. Tras el decreto de secundaria de julio pasado (gracias al
cual se paliaron algunas de las barrabasadas educativas de la LOMCE),
ahora toca hacer lo imposible por condenar a la irrelevancia a estas
revalidas con que el gobierno en funciones pretende seguir torturando
y ninguneando a la comunidad educativa, y chantajeando, de paso, al
país entero. Una tarea esta en la que, por demás, no debería haber
la más mínima discordancia entre las fuerzas políticas a la
izquierda del PP. Esperemos que así sea.
lunes, 12 de septiembre de 2016
La porra (Sánchez presidente al tercer asalto)
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Correo Extremadura con el título "Sánchez presidente al tercer asalto".
Tan complicada está la cosa pública
que la enésima porra que compartí, el mes pasado, con dos buenos
amigos (excelentes politólogos los dos), tenía no dos, ni tres,
sino ¡doce casillas! ¡Doce incógnitas apremiantes a las que
responder! ¡Y porque no cabían más en la servilleta del bar! Como
sus predicciones eran mucho más expertas y sensatas que las mías, y
no necesitan, por tanto, mucha explicación, paso a justificar las
propias, mucho más alocadas y especulativas – ¡ni análisis
detallados de encuestas, ni rumores, ni información privilegiada, ni
nada! – . Ya veo torcer el gesto a mis dos escrupulosos amigos ...
En lo primero en que disentía de ellos
es en que habrá terceras elecciones. Según lo veo yo, no hay para
Sánchez y su ejecutiva más salida viable que esa. Unas nuevas
elecciones desfondarían probablemente a Podemos y a Ciudadanos, y
podrían no ser tan favorables al PP como se pinta en algunas
encuestas (¡encuestas, ja!). Una vez en retirada la coalición
Podemos-IU, y Ciudadanos asimilado al PP, se volvería a un escenario
bipartidista que podría ser favorable al PSOE. En primer lugar por
el, aunque lento, inevitable desgaste de Rajoy: van a ser ya muchos
meses de gobierno en funciones, muchas investiduras fallidas (suyas o
de otros – pero de las que él propio Rajoy aparece como
corresponsable – ), y una última traca de escándalos, desde el
más reciente del ex-ministro Soria hasta los de los procesos
judiciales del próximo otoño. En segundo lugar, la desaparición
del “peligro” de un gobierno de coalición con Podemos, tal como
el que se preveía en las últimas elecciones, podría desactivar a
una parte del electorado que ha votado al PP (algunos con la nariz
tapada) por miedo a la “izquierda radical”. En tercer lugar, la
bajada en las encuestas (¡ese arma electoral que son las
encuestas!) de Podemos y Ciudadanos podría concentrar el voto de
izquierdas y el voto, en general, contra Rajoy, en el PSOE de
Sánchez, por aquello de ser útil. Así, mientras llegan esas
elecciones y el gobierno en funciones se desgasta, Ciudadanos
agoniza, y Podemos muestra unos meses más su irrelevancia política
(cuando no sus luchas intestinas), Pedro Sánchez podría seguir
exhibiéndose como el más firme opositor al PP (su próximo
contendiente directo) y, a la vez, como un adalid de un imaginario
gobierno alternativo con Podemos (y, más lejanamente, Ciudadanos).
Tal gobierno alternativo es, como se sabe, imposible, pero el hecho
de invocarlo da al candidato del PSOE la impronta de un líder capaz
de suscitar consenso (la culpa sería de los otros, incapaces de
ponerse de acuerdo) y el perfil de izquierdas necesario para recoger
los votos que pierda Podemos.
Mi segunda predicción, en esta misma
línea, es que Pedro Sánchez podría ser el próximo presidente del
gobierno. Y esto por los motivos que acabo de exponer: vuelta al
bipartidismo, concentración del voto de centro y del voto útil de
izquierdas en el PSOE, y retracción del voto del PP por la
desaparición de la amenaza de Podemos. Aunque no sería del todo
descartable, en caso de terceras elecciones, un golpe de mano del
PSOE contra Sánchez, esto no parece una opción muy inteligente
(salvo descalabro total en las encuestas): a ningún partido le
interesa desatar una batalla interna en periodo electoral. Es más:
mantendría esta predicción a favor de Sánchez incluso en el caso
de un desastre electoral del PSOE en Galicia y el País Vasco. Los
resultados en estas comunidades, políticamente tan sui géneris,
no son fácilmente extrapolables al conjunto del país. Sánchez,
además, se está mostrando como un alumno aventajado de Rajoy en dos
de las cualidades más destacables del presidente: la perseverancia,
y una insaciable – y un tanto maquiavélica – sed de poder.
¿Y qué va a pasar con Podemos? De mis
dos amigos, la una apostaba por guardarle un lugar en un inmediato
gobierno de coalición presidido por Sánchez, y el otro afirmaba que
compartiría la oposición con el PSOE. Mi predicción coincide en
parte con la primera. Podemos estará en un gobierno del PSOE, si
bien tras unas terceras elecciones, y con muchos menos escaños y
poder que antes, por lo que su participación en el gobierno, junto a
IU, sería mínima – aunque necesaria para desbancar al PP –. Lo
cierto es que en estos meses, y aún más si ha de afrontar otro
esfuerzo electoral, Podemos va a perder mucho fuelle, y a mostrar
muchas de sus debilidades. El debate interno, que ya se está
produciendo, sobre la entidad política e ideológica del partido (en
una suerte de limbo entre socialdemocracia y populismo radical, por
no hablar de la compleja relación con los nacionalismos o con IU),
junto a las tensiones en las bases, tanto políticas como
organizativas, y un liderazgo, el de Pablo Iglesias, notablemente
desgastado, son, todos ellos, factores que invitan a la desconfianza
sobre el resultado de Podemos en unas nuevos comicios.
En la cuestión catalana es donde menos
claro lo tengo. Mi amiga decía que habría, finalmente, un
referendum consultivo, aunque con resultados no concluyentes, y mi
amigo apostaba por otorgar a Cataluña un “pseudo concierto”
económico disimulado para contentar a los nacionalistas. Yo me
quedaría con esta segunda opción, aunque no descarto (también) la
promesa de una reforma constitucional de corte federalista más a
medio plazo, si, como vaticino, ganan los socialistas en las próximas
y terceras elecciones (por ganar quiero decir formar gobierno,
claro). En cualquier caso, la cuestión catalana podría torcer todas
las predicciones hechas hasta aquí. Algunos miembros de la CUP han
manifestado estos días su voluntad de provocar un enfrentamiento aún
mayor con el Estado, algo que siempre beneficia a la derecha y que
podría entronizar definitivamente a Rajoy en el poder.
Así que, si por hache o por be, o por
EH Bildu, o por la CUP (o por cualquier otra cosa), se demuestra que
me he equivocado en todo, pueden decir ustedes, junto a mis dos
amigos, que no me conocen de nada. Estos últimos me negarán,
además, después de trasegar una cena a mi costa, los muy listos.
martes, 6 de septiembre de 2016
Don Quijote, la locura y la muerte.
¿Es la cordura muerte y la vida locura? Nuestro micro programa en el aniversario de la muerte de
Cervantes. Sobre un guión de Juan Antonio Negrete Alcudia y la
genial interpretación de Jonathan González Gómez y Eva Romero, la
voz de Chus García Fernandez y la producción de Antonio Blazquez.
También en
http://dialogosenlacaverna.blogspot.com.es/2016/09/don-quijote-la-locura-y-la-muerte.html
jueves, 1 de septiembre de 2016
¿Cómo es un cuerpo feminista?
Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Correo Extremadura
El encuentro de voley playa de las
pasadas olimpiadas entre jugadoras egipcias vestidas con una especie
de burkini y alemanas con bikini ha dado mucho que
hablar. Si bien para algunos representaba el contraste entre una
sociedad cerrada que oprime a las mujeres (la islámica) y otra que
les permite vestir como quieran (la nuestra), para otros la foto
reflejaba dos formas distintas de opresión patriarcal sobre la
mujer. Según estos, si la jugadora egipcia era obligada a ocultar su
cuerpo para no perturbar sexualmente a los hombres, la
jugadora alemana era forzada (bien que sutilmente, mediante reglas
deportivas aparentemente inocuas) a lo contrario: a exhibir su cuerpo
para satisfacer a los espectadores varones. En ambos casos –
añadían – el cuerpo de la mujer era concebido, de forma
denigrante, como mero objeto sexual... No sé si este análisis es lo
suficientemente certero (de entrada, no parece comparable el grado de
opresión patriarcal que representan las jugadoras egipcias que el
que se les supone a las alemanas). Pero pongamos que lo sea. ¿Qué
nos tocaría hacer, entonces, para evitar esta doble opresión –
tapar/exhibir – sobre el cuerpo de la mujer?
Es normal, por ejemplo, que muchas
mujeres que sufren la imposición social y religiosa del burka
y otras prendas por el estilo (cuya principal función es ocultar los
rasgos sexuales del cuerpo) conciban la liberación como una
“puesta en valor” de su atractivo físico en el “mercado” de
las relaciones libres que se estilan en occidente. Estas
mujeres se desprenderían así del burka y adoptarían con
sumo gusto el bikini y el resto de prendas y prácticas que acentúan,
según los estándares estéticos, su valor sexual.
Justo al revés, algunas mujeres
occidentales que sienten como una imposición el bikini y otros
aderezos para realzar su cuerpo (maquillaje, tacones, depilación...)
según cánones comunes – es decir, patriarcales – tienden a
expresar la liberación de esas ataduras neutralizando sus rasgos
sexuales. Así, visten con ropas holgadas, prescinden de cierta
lencería, llevan el cabello de forma poco llamativa, etc. Diríamos
que hay una suerte de estética feminista en el modo de vestir
y mostrar el cuerpo cuya finalidad parece aproximarse, así (aunque
por causas muy distintas) a la de prendas como el burkini. Alguien
escribía hace poco que si el burka
tenía alguna ventaja era precisamente la de librar a las
mujeres de las exigencias estéticas que nuestra sociedad les
impone...
Pues bien, entre estas dos formas de
entender la liberación de la opresión patriarcal sobre el cuerpo,
la primera (la de las musulmanas que desearían pasar del burkini
al bikini) me parece errada, mientras que la otra (la de las
feministas occidentales que pasan del bikini a una cierta “estética
burkini”) me parece más consistente. Las primeras pasarían
de la consideración de objeto sexual para uso privado de sus maridos
(para eso se les tapa en público) a la de objeto sexual de
exhibición pública. Las feministas occidentales, en cambio,
acertarían al intentar librar a sus cuerpos de la consideración de
fetiche sexual. Aunque claro, si lo que queremos no es, lisa y
llanamente, negar el cuerpo y la sexualidad, esto exige una nueva
estética de lo corpóreo (en este caso, del cuerpo femenino).
Esta nueva estética no podría tomar
el camino de lo natural. El cuerpo de la mujer ha sido diseñado por
la evolución no solo para atraer, sino también para retener
sexualmente al varón, de manera que este coopere en la larga
y costosa crianza de la prole; de ahí el celo continuo, la
permanente hinchazón de los senos, el grosor de los labios, y otros
rasgos sin otro fin que el de hacer del cuerpo de la mujer un objeto
de permanente estimulación sexual. Descartada así toda “estética
natural” (no valdría simplemente con quitarse la ropa), o el
recurso a la ingeniería genética (de momento, prohibido), solo
queda inventar una nueva cultura estética del cuerpo y sus aderezos
que se aleje de los patrones patriarcales (tan ligados, por demás, a
lo natural), y que sea, por tanto, y si cabe decirlo así, más
“espiritual”, pero que, de otro lado, no oculte la dimensión
inevitable – y deseablemente – sensual de lo corpóreo (algo que
no sea, en ningún caso, una suerte de burka feminista). ¿Lo
conseguiran? No parece una tarea fácil. Aunque sí excitante.
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