La islamofobia y el
ultraconservadurismo reaccionario del nuevo presidente de los EE.UU y
– no hay que engañarse – de gran parte de la sociedad
estadounidense son una expresión más del grado de fanatismo
ideológico que comienza a proliferar en los países occidentales (y
no solo más allá de sus cada vez más blindadas fronteras). Las
causas de este integrismo (moral, político, religioso...) son muchas
y difíciles de desentrañar. Algunas apuntan a un proceso
degenerativo que viene de lejos, que tiene relación con los cambios
históricos que constituyen el asiento de la modernidad europea, y
que solo a través de una profunda reforma moral y educativa
podríamos aspirar a revertir.
(Sobre esto trata nuestra última colaboración en El diario.es Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí)
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