Vivo en uno de los países más
ruidosos del mundo. Se nota cuando viajas por Europa y descubres,
sorprendido, que la gente conduce sin tocar el claxon, que se puede
hablar por la calle con normalidad, o andar por tu casa sin oír los
gritos del vecino o tener que tragarte sus programas de televisión,
o simplemente que se puede dormir de un tirón, sin que te despierte
al borde del infarto el tubo de escape de algún motorista
oligofrénico...
Sobre esto trata nuestra última colaboración en el Correo Extremadura. Para leerla pulsar aquí.
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