miércoles, 28 de mayo de 2025

Olegario, el duende empresario

 

Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura


La Fundación CEOE, presidida por la exministra de Empleo del Gobierno de Mariano Rajoy, Fátima Báñez, ha presentado, como proyecto estrella del 40ª aniversario de la entidad, la difusión en todas las escuelas de Primaria del país del cómic «Olegario, el duende que se hizo empresario», con objeto de promover el espíritu emprendedor y celebrar los valores liberales.

¿Alguna objeción? Yo no encuentro ninguna. Siempre y cuando nos aseguremos de que los niños y niñas tengan exactamente el mismo acceso a materiales divulgativos en los que (por ejemplo) se promueva el espíritu cooperativo, se plantee el decrecimiento económico como posible salida a la crisis ecosocial, o se den a conocer los valores republicanos.

Entrar en polémicas en torno a quien «adoctrina» y quien revela «verdades como puños» es (o debería ser) poco pertinente en política educativa, y en otros ámbitos, y a nivel superficial, inútil: unos dirán que el adoctrinamiento proviene de una izquierda empeñada en demonizar al mundo empresarial sin reparar en que vivimos en una democracia liberal sustentada por el libre mercado; y otros dirán que el adoctrinamiento proviene de una derecha empresarial obsesionada con desacreditar a un Estado que, sin embargo, no deja un momento de intervenir (la última, tras los aranceles de Trump) para sostener el tinglado empresarial y financiero.

Ahora bien, la escuela, tal como la entiendo yo al menos, tiene dos propósitos principales: (1) exponer a los niños y niñas a todas las ideas o doctrinas posibles (incluyendo las más políticamente incorrectas según unos u otros); e (2) infundirles, a la par, la capacidad para cuestionar esas doctrinas, argumentar y dialogar en torno a ellas, y generar un universo intelectual y moral propio. Cuanto más y mejor se trabaje en promover ese espíritu crítico, reflexivo y autónomo, más ideas diferentes podremos permitir que se expongan tranquilamente en clase. Máxima diversidad de ideas y máximo desarrollo del juicio crítico: esta es la fórmula idónea para educar (sin adoctrinar) a las personas.

Aunque diríamos que, en rigor, en la escuela no se adoctrina intencionadamente a nadie. No solo porque todo el que (según nosotros) «adoctrina» está sinceramente convencido de que dice la verdad, sino porque la escuela no tiene como función principal la de proclamar o difundir «la verdad» (eso se lo dejamos a las confesiones religiosas), sino más bien la de enseñar a buscarla a través del análisis, la reflexión y el ejercicio dialéctico.

Si logramos, desde la escuela, educar ciudadanos capaces de cuestionar toda posible creencia y empeñados, a la vez, en buscar la verdad de un modo profundo, independiente y en diálogo con los demás, lo habremos logrado todo, y no habrá comics, discursos u homilías (de unos o de otros) que puedan hipotecar su libertad y su juicio a la hora de emprender lo que quieran, sea una empresa para ganar mucho dinero, sea un proyecto político para que todos podamos vivir de modo más justo y razonable.

 

 

miércoles, 21 de mayo de 2025

Netanyahu: twelve points

Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura


Pretender que el arte esté libre de ideología es ilusorio (e ideológico). No hay representación estética que no esté cargada de ideas. Incluso cuando busca «liberarse» de todo contenido, como ocurre en la pintura más formalista y abstracta, el arte nos transmite creencias y valores.  El propio culto a la libertad formal o a la creatividad individual de la estética moderna representa (por ejemplo) una exhibición de valores occidentales frente a los de otros regímenes políticos y culturas…

Por lo mismo, presumir que un espectáculo como el Festival de Eurovisión carece de contenido político es absurdo. Antes que nada porque el propio Festival se autodefine como un evento político en el que se participa como representante de tal o cual nación y en el que las naciones se seleccionan en función de su cercanía a la esfera política y cultural europea. Es por eso por lo que, además de a los países propiamente europeos, se suele invitar a otros ideológicamente próximos pero alejados geográficamente (como Australia o Israel), o a otros más cercanos y a los que se quiere aproximar también ideológica o políticamente (como Turquía, Marruecos o Rusia). En este último caso se entiende que el Festival tiene por objeto promover – a través del trabajo de los artistas y del propio carácter simbólico del evento – los ideales y valores europeos (los derechos humanos, los procedimientos democráticos…) en lugares en los que aún no están suficientemente considerados.

Por todo lo dicho, resulta completamente pertinente expulsar del Festival a aquellas naciones que no solo no respetan los valores que se celebran en él, sino que se mofan olímpicamente de ellos. El caso de la Rusia de Putin está clarísimo: no solo por la invasión ilegítima de un país vecino, igualmente perteneciente a la órbita cultural europea, sino por ser tal invasión la expresión práctica de un movimiento político e ideológico de antieuropeísmo declarado promovido explícitamente desde el Kremlin.

¿Y qué duda cabe en el caso del Israel de Netanyahu? El actual gobierno israelí no solo lleva más de un año aplicando una estrategia de exterminio sistemático de la población civil de Gaza, saltándose todas las normas del derecho humanitario y burlándose de los tribunales internacionales de justicia, sino que inspira sus aterradoras acciones en un ultranacionalismo religioso (no mucho menos fundamentalista que el de Hamás o Irán) incompatible con los valores que Europa representa. ¿A santo de qué íbamos, pues, a invitar a un festival paneuropeo a representantes de Estados cuyos gobernantes vulneran brutalmente las leyes y principios europeos, se burlan públicamente de sus instituciones y utilizan descaradamente el Festival como instrumento de blanqueo de sus crímenes?

 

miércoles, 7 de mayo de 2025

Ver a la gente dormir

 

Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura

Nuestros abuelos y abuelas tenían el alma y el cuerpo atados al trabajo. Con trece o catorce años estaban ya bregando en el taller, la casa o el campo, por lo que a la mayoría no les daba la vida más que para ir tirando, sin tiempo para desarrollar cuitas, dudas, disquisiciones íntimas o problemas mentales. Solo unos pocos disponían del tiempo libre suficiente como para «darle a la cabeza», actividad para la que contaban con sólidas creencias religiosas o – los más exquisitos – con un poso de cultura humanística y filosófica (transmitido en la educación media) con el que afrontar el maremágnum mental que nos asalta a todos en cuanto nos libramos de las urgencias cotidianas.

Pero en apenas un siglo las cosas han cambiado mucho. La gente trabaja menos y vive más; tiene más tiempo para pensar, para hacerse preguntas y para percibir la inconsistencia y arbitrariedad de las respuestas que tenemos a mano. Con el agravante de que ya no dispone de los dogmas religiosos o la rigurosa formación humanística y filosófica con que se contaba antes para orientar u organizar la siempre compleja experiencia psíquica.

A esta ausencia de referentes firmes o de brújulas culturales, se le suman el tsunami de sobreestimulación desorganizada (y, a veces, hiperespecializada y críptica) en que se ha convertido la información; la pérdida de espacios comunitarios en los que compartir reflexiones de forma franca y sin exhibicionismos mediáticos; la «autoexplotación» mental a la que nos sujetamos para generar y difundir constantemente resultados estandarizables; o la inestabilidad y movilidad acelerada a la que sometemos nuestra propia vida personal…

¿A quién puede extrañar, pues, la eclosión actual de desórdenes mentales? Tanto es ese desorden que nos agarramos a casi cualquier producto ideológico que parezca firme y consistente (la demagogia de ciertos comunicadores estrella, la cháchara esotérica de terapeutas «alternativos», o las proclamas fascistoides de los líderes populistas). 

Pero fíjense que a veces no hace falta mensaje ideológico alguno. Me enteré hace poco de que hay miles de internautas enganchados a contemplar durante horas vídeos de gente haciendo tareas rutinarias como estudiar, limpiar, hacer maletas… ¡o incluso dormir! Se llama, esto último, sleep streaming, y está marcando tendencia...

¿Qué se busca con estas nuevas filias? ¿Evadirse de un modo más realista? ¿Relajarse contemplando la repetición hipnótica de ciertos gestos o reacciones humanas, como hacen los niños? ¿Evitar novedades que nos obliguen a reorientar nuestras ideas, como hacemos los mayores? ¿O más bien introducir un mínimo de orden y concentración en cabezas incapaces ya de rezar o pensar con un mínimo de confianza, orden o rigor? Igual son «cosas de viejo», pero me parece estar presenciando a una multitud cada vez mayor de personas sin más recurso para «domar» esa invencible fiera que es la mente que el mando a distancia o el pulgar con el que pasar de un vídeo a otro en el móvil. ¿Nos estaremos volviendo realmente locos? 

Entradas por categorias

acoso escolar (1) alienación (6) alma (7) amor (25) Antropología y psicología filosóficas (106) Año nuevo (5) apariencia (1) arte (55) artículos ciencia (9) artículos ecología (20) artículos educación (156) artículos educación filosofía (64) artículos educación religiosa (3) artículos estética (38) artículos Extremadura (6) artículos libertad expresión (16) artículos nacionalismo (9) artículos parasofías (2) artículos política (226) artículos prensa (70) artículos sexismo (24) artículos sociedad (46) artículos temas filosóficos (27) artículos temas morales (141) artículos toros (3) Ateneo Cáceres (21) belleza (4) bioética (13) Blumenberg Hans (1) bulos (3) Byung-Chul Han (1) cambio (1) carnaval (7) carpe diem (1) ciencia y religión (11) cientifismo (6) cine (2) ciudadanía (10) colonialismo (1) conciencia (7) conferencias (4) Congresos (2) constructivismo social (1) consumo (3) Conversaciones con el daimon: tertulias parafilosóficas (2) Correo Extremadura (49) Cortazar Julio (1) cosmopolitismo (1) creativamente humano. (1) Crónica de Badajoz (1) Cuentos filosóficos (21) curso 2017-2018 (1) Curso filosofia 2009-10 (1) Curso filosofia 2010-11 (47) Curso filosofía 2011-2012 (73) Debates en la radio (2) decrecimiento (3) Defensa de la Filosofía (40) deporte (6) derechos humanos (1) Descartes (1) desinformación (4) Día mundial de la filosofía (2) diálogo (6) Diálogos en la Caverna (19) Didáctica de la Filosofía (7) dilemas morales (17) Diógenes (1) Dios (4) drogas (4) dualismo inmanentista (4) dualismo trascendentalista (1) ecología y derechos de los animales (31) economía (25) Educación (267) El País (4) El Periódico Extremadura (336) El Salto Extremadura (1) eldiario (31) emergentismo (2) emotivismo ético (2) empirismo (2) enigmas lógicos (4) entrevistas (3) envejecimiento (2) Epicuro (1) Epistemología (15) escepticismo (1) escritura (1) espacio (1) España (1) Estética (94) Etica (10) Ética (225) eurocentrismo (2) Europa (3) evaluación (1) Eventos (1) existencialismo (3) falacias (5) familia (2) fe y razón (8) felicidad (9) feminismo (33) fiesta (4) Filosofía (31) Filosofía de la historia (3) filosofía de la religión (16) Filosofía del derecho (3) Filosofía del lenguaje (9) filosofía fuera del aula (1) Filosofía para cavernícolas en la radio (15) Filosofía para cavernicolas. Radio. (1) Filosofía para niños (5) Filosofía política (327) Filosofía social (59) filosofía y ciencia (19) filosofía y patrimonio (1) filósofos (1) flamenco (4) Gastronomía (1) género (21) Hermeneútica (1) Hipatia de Alejandría (1) Historia de la filosofía (4) Historietas de la filosofía (2) horror (3) Hoy (2) Humano (1) Humano creativamente humano (4) Humor (7) idealismo subjetivo (2) ideas (3) identidad (4) ilustración (1) Imagen y concepto (7) inmigrantes (8) intelectualismo moral (5) inteligencia artificial (7) Introducción a la filosofía (30) Juan Antonio Negrete (5) juego (3) justicia (7) Kant (4) laicismo (1) libertad (7) libertad de expresión (20) libros propios (3) literatura (2) Lógica (10) Los Simpsons (2) Marx y marxismo (3) matemáticas (4) materia y forma (5) materialismo (14) Medios de comunicación (554) meditación (1) memoria histórica (3) mente (8) metáfora (1) miedo (6) mito de la caverna (1) Mitos (12) modernidad (9) monismo inmanentista (10) monismo trascendentalista (2) monstruo (1) movimiento (1) muerte (4) multiculturalismo (2) música (5) nacionalismo (22) natalidad (1) naturalismo ético (5) navidad (9) Nietzsche (2) nihilismo (2) nominalismo (1) ocio (1) olimpiadas (2) Ontología (50) orden (1) Oriente y Occidente (1) Paideia (3) pansiquismo (3) Paradoxa (1) Paradoxa. (1) parasofía (2) Parménides (2) PDFEX (10) pensamiento catedral (1) pensamiento crítico (9) Pensar Juntos (1) platonismo (17) podcasts (1) positivismo (1) postmodernidad (1) pragmatismo (2) Presocráticos (2) problema mente cerebro (6) prostitución (5) psicopolítica (17) publicidad (2) público-privado (1) racionalismo ético (3) rap (2) Red Española de Filosofía (1) relativismo (4) religión (28) respeto (1) Reuniones en el cavernocafé (28) Revista Ex+ (2) romanticismo (1) ruido (2) salud mental (1) Schopenhauer (1) Semana santa (4) sentido de la vida (7) sexismo (20) sexo (4) Sócrates (3) sofistas (2) soledad (2) solipsismo (1) Taller estética (6) Talleres filosofía (5) teatro (9) tecnología (15) Teología (7) terrorismo (5) tiempo (3) tolerancia (1) Trascendentalismo (6) turismo (3) utilitarismo ético (1) Vacío existencial (1) viajes (2) violencia (21)

Archivo del blog

Cuevas con pasadizo directo

Cavernícolas

Seguir en Facebook