miércoles, 29 de mayo de 2013

En defensa de la Ética y la Filosofía en secundaria. Acto de lectura de textos filosóficos en Mérida.



El próximo sábado 1 de junio la Plataforma de Defensa de la Filosofía en Extremadura (PDFex) y la Asociación de Filósofos Extremeños (AFEX), además de otros amigos de la filosofía, celebramos una nueva LECTURA PÚBLICA DE TEXTOS FILOSÓFICOS en la Plaza de España de Mérida, para manifestar así nuestra oposición a la eliminación, prevista por la LOMCE, de dos tercios de las asignaturas de filosofía en secundaria. El acto se celebrará a partir de las 12.30 y estará precedido por una CONFERENCIA del filósofo y escritor Juan Antonio Negrete Alcudia, que hablará sobre "El lugar de la filosofía". La conferencia tendrá lugar en la sede de la UNED de Mérida (c/Moreno de Vargas, junto al Parador de Turismo) a las 11. La entrada es libre y estáis todos invitados. 

Como en otros actos similares, no se trata aquí de una mera reivindicación laboral sino del testimonio público de unos ciudadanos comprometidos con su vocación docente y con un ideal educativo basado en la educación en valores y la formación íntegra y crítica de la ciudadanía. Un ideal educativo que el proyecto de ley del gobierno arruina desde sus cimientos eliminando, por decreto, la Ética y la Historia de la filosofía de la enseñanza secundaria.



El lugar de la filosofía en la educación. Conferencia de Juan Antonio Negrete en Mérida.


El próximo sábado 1 de junio, y como preludio a un acto de lectura pública de textos filosóficos, que tendrá lugar en la Plaza de España de Mérida, se celebrará una CONFERENCIA en la sede de la UNED (C/Moreno de Vargas, en las proximidades del Parador de Turismo) impartida por el filósofo y escritor JUAN ANTONIO NEGRETE ALCUDIA. La conferencia será a las 11 y lleva por título "EL LUGAR DE LA FILOSOFÍA". He aquí un extracto de la misma elaborado por el autor: 

¿Qué lugar le corresponde a la Filosofía en la Educación de una democracia? Se defiende que, a la Filosofía, entendida como crítica racional de todo saber y hacer positivos y como puesta en cuestión de toda “actitud natural”, le corresponde o debería corresponderle un lugar esencial en la educación de una democracia, o sea, allí donde todos los ciudadanos desarrollan su capacidad para cuestionar su propia existencia y para contrastar, en lo que a la política se refiere, lo legalmente establecido, lo que-es, con lo legítimo o lo que debería-ser; aunque a la vez, y precisamente por eso, por su extrañeza e inutilidad concretas y por su carácter radicalmente crítico, es vista, desde un punto de vista “pragmático”, como prescindible e incluso como peligrosa, y apenas hay lugar para ella. Su lugar es utópico. Esta tesis se ilustra con la lectura de tres pensadores de la Filosofía, la Educación y la Democracia: Kant, Derrida y Sócrates.




JUAN ANTONIO NEGRETE ALCUDIA es profesor de Filosofía en un Instituto público de Educación Secundaria. Es autor de los libros Diálogos de Filosofía (2012) y Diálogos de Educación (2013), y coautor del libro multitáctil La filosofía de Platón , todos ellos en la editorial Manuscritos. Es también autor del blog www.dialecticayanalogia.blogspot.com


jueves, 23 de mayo de 2013

Por qué la Religión y moral católica no debe ser impartida en las escuelas.

Una de las más grandes faltas de respeto que se le puede tener a un ser humano (es decir, a una persona racional) es adoctrinarlo en creencias dogmáticas que no admiten réplica; más aún desde pequeño, antes de que desarrolle su capacidad crítica. Esto es una falta grave tanto en las familias que imbuyen en sus hijos creencias religiosas (o de cualquier otro tipo) de forma dogmática (sin permitir ni fomentar la libertad de sus vástagos), como en instituciones tan poderosas e influyentes como la Iglesia católica que, en nuestro país, no ceja en su propósito de infiltrarse cada vez más hondamente en el sistema educativo. 

Es, así, un ejercicio de cinismo intolerable que la cúpula eclesiástica y el gobierno descalifiquen la asignaturas de Educación para la ciudadanía o Ética por considerar que adoctrinan a los alumnos, mientras que, a la vez, defienden con uñas y dientes su presunto derecho a adoctrinar en fe y moral católica a los niños de todo el país, insistiendo en mantenerse como asignatura optativa de obligada oferta en todos los colegios e institutos, y en todos los niveles educativos. 

Para evitar errores conviene subrayar la diferencia entre lo que en los colegios e institutos se imparte bajo el nombre de "Religión y moral católica" y las asignaturas de "Educación para la ciudadanía" y "Educación ética y cívica" (suprimidas, estas dos, por la nueva ley educativa). El objetivo de "Educación para la ciudadanía" es informar de los principios legales, morales y políticos de nuestro ordenamiento constitucional (es decir, los principios políticos que hemos decidido establecer, de forma democrática, para nuestra sociedad) y, además, abrir un debate sobre ellos para analizarlos, discutirlos, y ponerlos en cuestión o celebrarlos si lo así lo merecen. El objetivo de la materia "Educación ética y cívica" es plantear a los alumnos los principales problemas morales que afrontan los individuos y las sociedades, así como analizar y debatir racional y críticamente las distintas propuestas y enfoques éticos con que nuestra cultura ha afrontado y afronta tales problemas morales. A diferencia de todo esto, la materia de Religión y moral católicas tiene por objeto inculcar a los alumnos (desde muy pequeños, pues la Religión comienza en primaria, no en secundaria, como la Educación para la ciudadanía y la Ética) ciertas ideas y valores instituidos por la Iglesia (que afirma haberlos recibido de Dios) y que son declarados como dogmas o verdades de fe, por lo que no  cabe diálogo ni cuestionamiento racional ni crítico alguno. Educación para la ciudadanía o Ética, y religión católica, son, pues, dos cosas muy diferentes. Las primeras consisten en educar a seres racionales en el diálogo acerca de principios que se ha puesto a sí misma la sociedad (de forma argumentada y democrática). La otra consiste en crear adeptos de una secta religiosa y cuanto más jóvenes mejor (pues son más moldeables, claro).

Así pues, si todos estamos de acuerdo en que (al menos) la escuela no debe servir de instrumento de manipulación y adoctrinamiento dogmático, sino que deber formar individuos con la suficiente capacidad de raciocinio como para elegir libre y concientemente sus propias creencias, y contrastarlas civilizadamente con las de los demás, si estamos de acuerdo en esto, digo, la Religión católica debe ser expulsada de la escuela (como cualquier otra opción que celebre ideas y valores dogmáticos y no sea capaz, por principio, de someterlos a debate crítico y racional, que es, por demás, el pilar de nuestro sistema político, al menos en teoría). Todo esto sin entrar a valorar el trasfondo, a veces claramente opuesto a los principios y valores constitucionales, de algunos de los dogmas que el cura enseña en clase... Pero eso sería tema para otro día. 

jueves, 16 de mayo de 2013

Lo que vendrá. El invencible optimismo racionalista de Juan Antonio Negrete.


Más que de ninguna otra cosa, necesitamos de  utopías e ideales. Y aun con toda la ironía que haga falta para decirla y entenderla, esta utopía cargada de razones merecería más atención que todos los periódicos del día juntos. Así es lo que vendrá



   

miércoles, 8 de mayo de 2013

Por qué, tras esta crisis, no va a pasar nada de nada.


Algunos de mis amigos y conocidos quieren percibir un cierto aroma de nuevos tiempos en el ambiente (o, al menos, un olor a putridez del actual estado de cosas, que estaría --dicen-- cercano a su fin). Si nos dejamos llevar por cierto estado de opinión exclusivo de nuestros círculos (reales o virtuales), parece que todo el mundo estuviera descontento, escandalizado y anhelante de una ruptura drástica con "lo que hay". Pero mucho me temo que todo esto es casi puramente ilusorio. Y creo que conviene (si anhelamos, de verdad, esos cambios) ser conscientes de ello.

Toda este difuso "movimiento" de repulsa al "sistema" ha adquirido su impulso a partir de una "crisis" económica. Una crisis que, de entrada, parece estar siendo perfectamente digerida (como tantas otras) por el "sistema". Como se está viendo, la crisis económica afecta fundamentalmente a Europa. Otras zonas del mundo están desarrollándose a mayor o menor velocidad. Más allá de los avatares de la especulación financiera (con su dosis de caos e incertidumbre), lo único que parece ocurrir es que el "capitalismo global" se está reequilibrando. Desde esa lógica (con la que parece estar de acuerdo una inmensa multitud anónima e inexpresiva de ciudadanos), Europa ha de ser, simplemente, más competitiva y, por tanto, crear una masa laboral de bajo coste (bajo la amenaza permanente del paro) y un tejido empresarial mucho más rentable y goloso para los inversores, sin ataduras legislativas ni demasiado lastre fiscal ni social.

Desde un punto de vista social, los cambios van a ser significativos, sí, pero soportables. La crisis va a producir seguramente en Europa una gran masa de proletariado con trabajo más o menos precario y menores salarios, incluso de subsistencia (como ocurre en Asia, o empieza a ocurrir en Alemania o el Reino Unido). La clase media, cuyo bienestar sirvió, antaño, como contención de toda tentación “revolucionaria”, carente ya de esa función (tras la caída del bloque comunista), se reducirá y se verá también notablemente empobrecida. Y no pasará nada. A todo esto contribuirá, quizás, un cierto reequilibrio demográfico (no aumentarán las tasas de natalidad, pero sí descenderá lentamente --y por tanto de manera no alarmante-- la esperanza de vida, debido a la disfuncionalidad de los servicios públicos de salud, el desmantelamiento y privatización de la seguridad social, etc.), amén de un replanteamiento de la educación pública, que estará enfocada, en general, a la formación laboral (la educación superior volverá, también lenta e inadvertidamente, a ser privilegio de las elites), y no a formar masas de ciudadanos críticos.

Dicho lo dicho, el sistema y las instituciones políticas van a mantenerse tal cual, quizás con sucesivos cambios superficiales (al tenor de la opinión pública) y con fases de tecnocracia dura y represiva en los momentos más duros del ajuste económico (tal como ahora, pero peor, aun sin llegar nunca a una innecesaria tiranía explícita). Desde luego, el capitalismo global no va a admitir ningún tipo de brida legal real, cosa que requeriría, además, de instituciones internacionales con un poder fortísimo (incluso militar) y comprometidas realmente con el bien común, todo lo cual no va a ocurrir jamás (entre otras cosas porque haría falta primero aclarar qué es el bien común, idea que nuestra cultura ha despachado como irrelevante e incluso apestada de dogmatismo, etnocentrismo, etc.) 


Desde un punto de vista ideológico (y esto es lo peor), el vacío intelectual, moral y político es casi absoluto. No hay, en la actualidad, ninguna perspectiva o “sistema” de ideas y valores alternativo que pueda prender seriamente en una mayoría significativa de la población (ni siquiera entre los jóvenes o entre las clases más desfavorecidas económicamente). Muerto y enterrado el “socialismo real” (y aisladas y corrompidas las “islas” cubana, bolivariana, etc.), no hay más que una vaga red de proyectos “alternativos” que bajo la apariencia, a veces, de cierta coordinación, carecen y carecerán siempre de peso político y social real. A esto contribuye en mucho, no su carácter radical (cuando realmente lo es), sino su naturaleza grupuscular, anarquista y alérgica a toda noción “jerárquica” y “sistémica”, amén de un confuso relativismo moral. De vez en cuando podrían producirse oleadas de movilización más o menos agresivas. Pero no serán secundadas por la mayoría de la población que, desde una óptica moral pragmática y pobre (no educada), preferirán siempre lo “malo conocido” (al fin y al cabo, el nivel de vida europeo tiene aún un amplísimo recorrido de “bajada” sin llegar a extremos de miseria y hambre generalizada, cosa que, de ocurrir, tampoco estoy seguro que produjera más que un conformismo general y un embrutecimiento mayor de la población).

¿Hay entonces alguna esperanza de cambio radical real? Ya me gustaría creer que sí. Pero cuesta mucho imaginarla. Que movimientos de rechazo (como el 15-M u otros, aún más decisivos que puedan darse en el futuro, fruto del descontento general) den lugar a una verdadera revolución social dependería de la institucionalización, en algún grado, de grupos dirigentes, ideológicamente muy bien pertrechados, y de una amplio sector de población intelectualmente preparada para asumir y encauzar con seriedad y constancia dichos cambios (que supondrían modificaciones sustanciales del estilo de vida que ha prendido en Europa desde hace siglos). Por demás, me temo que dicho giro social no sería posible sin el recurso a la violencia (guerras civiles o más globales) y, por tanto, sin un apoyo masivo de masas muy motivadas por líderes demagógicos, promesas redentoras, etc.  Muchos rechazarían, con razón, todo esto (entre otras cosas por la deriva totalitaria a que podría dar lugar). La alternativa sería una educación liberadora en valores alternativos comunes que hoy, más allá de grupos muy minoritarios, no existe (y que, si existiera, tendría también que “imponerse” --¿cómo?— sobre la educación o falta de educación estándar y llegar así a la inmensa mayoría de la población). Por cierto que esta alternativa resulta aún más increíble justo hoy, en vísperas de la aprobación, en nuestro país, de leyes educativas que van justo en la dirección opuesta a todo lo que acabamos de decir. En suma, el único camino legítimo (y realmente efectivo) sería el "educativo", pero este parece hoy (¿y cuándo no?) quimérico. Y, desde luego, dado su carácter inicialmente minoritario y sus resultados tan a largo plazo, demasiado vulnerable a los avatares históricos como para asegurarnos nada. 

Dicho todo esto, pido perdón por el pesimismo. Ojalá me equivoque en todo (y algún comentarista me ayude a salir del error). Y si no es el caso, me consuela pensar que estar cerca de la verdad, nos guste ésta o no (y supuesto que esto, en alguna medida, lo sea), es la primera condición para empezar a empezar a cambiar algo. Ahí es nada (o algo con lo que seguir, al menos, pensando).



domingo, 5 de mayo de 2013

Filosofía en la calle contra la LOMCE


El pasado día 4 de mayo la Plataforma de Defensa de la Filosofía en Extremadura (PDFex) y la Asociación de Filósofos Extremeños (AFEX), además de otros amigos de la filosofía, celebramos una lectura pública de textos filosóficos en Cáceres, para manifestar así nuestra oposición a la eliminación, prevista por la LOMCE, de dos tercios de las asignaturas de filosofía en secundaria. Fue un acto modesto, pero digno, valeroso y emotivo. Porque no se trataba de una mera reivindicación laboral, sino del testimonio público de unos ciudadanos comprometidos con su vocación docente y con un ideal educativo que el proyecto de ley del gobierno arruina desde sus cimientos. 

La LOMCE elimina 
las asignaturas comunes de Ética y educación cívica (en 4º de la E.S.O) y de Educación para la ciudadanía (en 3º de la E.S.O.), y vuelve a relegar la Ética a una mera opción alternativa para los alumnos que no cursen Religión católica. 

La LOMCE también elimina la asignatura troncal de Historia de la filosofía en 2º de Bachillerato, que pasa a ser una optativa entre más de doce, entre ellas Religión católica (que se incorpora al currículo de bachillerato al mismo nivel que la Historia de la filosofía).

La "filosofía" de la nueva ley educativa está, por tanto, más que clara. La formación educativa de los ciudadanos ha de limitarse al aprendizaje de saberes de carácter básico (lengua, matemática, idiomas...) y útiles para su inserción laboral. Todo lo demás queda en el olvido. En cuanto a lo que atañe a la filosofía y la ética, y a sus objetivos educativos (la formación de personas integralmente informadas, lúcidas y reflexivas, así como de ciudadanos críticos, activos y versados en el diálogo racional), éstos quedan reducidos a lo que se pueda impartir en la materia común de 1º de Bachillerato (para aquellos que accedan a estudiarlo) y son marginados (o, en buena medida, dejados en manos de los profesores de religión) durante todo el periodo de la enseñanza obligatoria.

Es por todo esto que nos hemos asomado a las calles, superando el justo rubor que nos produce a muchos defender lo que debería defenderse por sí solo, para informar a nuestros conciudadanos de la que se nos avecina. No solo en el ámbito económico y social (como ya es más que palpable), sino mucho peor aún, en lo único que permite albergar alguna esperanza creíble de cambio: en el ámbito de la ideas y de la educación que transmitimos a nuestros jóvenes.










































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