domingo, 5 de mayo de 2013

Filosofía en la calle contra la LOMCE


El pasado día 4 de mayo la Plataforma de Defensa de la Filosofía en Extremadura (PDFex) y la Asociación de Filósofos Extremeños (AFEX), además de otros amigos de la filosofía, celebramos una lectura pública de textos filosóficos en Cáceres, para manifestar así nuestra oposición a la eliminación, prevista por la LOMCE, de dos tercios de las asignaturas de filosofía en secundaria. Fue un acto modesto, pero digno, valeroso y emotivo. Porque no se trataba de una mera reivindicación laboral, sino del testimonio público de unos ciudadanos comprometidos con su vocación docente y con un ideal educativo que el proyecto de ley del gobierno arruina desde sus cimientos. 

La LOMCE elimina 
las asignaturas comunes de Ética y educación cívica (en 4º de la E.S.O) y de Educación para la ciudadanía (en 3º de la E.S.O.), y vuelve a relegar la Ética a una mera opción alternativa para los alumnos que no cursen Religión católica. 

La LOMCE también elimina la asignatura troncal de Historia de la filosofía en 2º de Bachillerato, que pasa a ser una optativa entre más de doce, entre ellas Religión católica (que se incorpora al currículo de bachillerato al mismo nivel que la Historia de la filosofía).

La "filosofía" de la nueva ley educativa está, por tanto, más que clara. La formación educativa de los ciudadanos ha de limitarse al aprendizaje de saberes de carácter básico (lengua, matemática, idiomas...) y útiles para su inserción laboral. Todo lo demás queda en el olvido. En cuanto a lo que atañe a la filosofía y la ética, y a sus objetivos educativos (la formación de personas integralmente informadas, lúcidas y reflexivas, así como de ciudadanos críticos, activos y versados en el diálogo racional), éstos quedan reducidos a lo que se pueda impartir en la materia común de 1º de Bachillerato (para aquellos que accedan a estudiarlo) y son marginados (o, en buena medida, dejados en manos de los profesores de religión) durante todo el periodo de la enseñanza obligatoria.

Es por todo esto que nos hemos asomado a las calles, superando el justo rubor que nos produce a muchos defender lo que debería defenderse por sí solo, para informar a nuestros conciudadanos de la que se nos avecina. No solo en el ámbito económico y social (como ya es más que palpable), sino mucho peor aún, en lo único que permite albergar alguna esperanza creíble de cambio: en el ámbito de la ideas y de la educación que transmitimos a nuestros jóvenes.










































18 comentarios:

  1. Todos los profesores de filosofía a la cola del paro (ya era hora de eliminar las asignaturas inútiles).

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    1. Supongo que también sería inútil contestarte, dialogar, argumentar, etc. (todo a lo que están dirigidas esas inútiles asignaturas). Qué mundo este.

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    2. Muy bien contestado Victor

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  2. Con cavernícolas como el que se oculta tras el anonimato, oscuro futuro nos espera, no sólo a los filósofos y a la filosofía, sino a la convivencia y la sociedad en general, al entendimiento y al diálogo. Pero precisamente porque todavía existen especímenes de este tipo debemos redoblar nuestros esfuerzos para que materias como la filosofía, que han jugado un palel tan activo en el origen de la cultura occidental y de sus logros, siga formando parte de la misma y siga educando ciudadnos libres, informados y críticos.

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  3. Por desgracia, las especialidades obtienen a la larga lo que merecen. Si echamos un vistazo a los programas de postgrado de filosofía, apenas encontraremos nada que tenga que ver con el análisis de la obra de algún filósofo de relevancia, sino sólo a cuestiones diletantes que cabría encontrar en cualquier foro de opinión o prensa. El análisis de textos en su lengua original se desestima aún más. Las pruebas de selectividad (incluyendo sus correcciones) vienen siendo irrisorias. las posibilidades de acordar criterios de corrección, inexistentes (hasta el punto en que cincuenta profesores de filosofía corregiran el mismo examen de cincuenta modos distintos). En suma, como los primeros en renegar de su propia tradición han venido siendo los mismos profesores de filosofía, el ministerio ha conducido tal tendencia común ilógica a su final más (i)lógico.

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  4. Un día, mi hijo me leyó un párrafo del Discurso del Método de Descartes:

    “Posteriormente, examinando con atención lo que yo era, y viendo que podía fingir que carecía de cuerpo, así como que no había mundo o lugar alguno en que me encontrase, pero que por ello no podía fingir que yo no era, sino que por el contrario, sólo a partir de que pensaba dudar acerca de la verdad de otras cosas, se seguía muy evidente y ciertamente que yo era, mientras que, con sólo que hubiese cesado de pensar, aunque el resto de lo que había imaginado hubiese sido verdadero, no tenía razón alguna para creer que yo hubiese sido, llegué a conocer a partir de todo ello que era una sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal sustancia, para existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material. De suerte que este yo, es decir, el alma, en virtud de la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo, más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, no dejaría de ser todo lo que es”

    Bueno, pues creo que éste y otros textos filosóficos no están adaptados a la madurez intelectual de un chico de 17 años.
    Personalmente estoy de acuerdo con la LOMCE.

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    1. Mire, yo tengo 17 años y yo creo que no hay nada tan fundamental como la filosofía. Este texto de Descartes es una respuesta (como tantas ha dado la filosofía) sobre qué o quiénes somos. Esta es una pregunta fundamental, universal en todo ser humano. De hecho, desde que tengo uso de razón me he preguntado sobre quien soy realmente, y como yo muchas personas. ¿Cómo no va a tener una persona de 17 años madurez intelectual para formularse esa pregunta si, al fin y al cabo, es algo que arrastramos toda nuestra vida? ¿Qué edad es la propicia si no esa? Ademas se olvida usted señor/a, de que la filosofía es la madre del conocimiento y,como tal, de ella derivan el resto de disciplinas (el conocimiento abstracto de las matemáticas, el lenguaje, las respuestas de la física a preguntas filosóficas, etc). La filosofía al fin y al cabo es preguntarse una y otra vez por la realidad, por nosotros. Por lo tanto, si usted es partidario de hacerla opcional, muy bien, pero haga opcional todas las asignaturas, pues carece de sentido hacerlo con aquella disciplina que es origen del resto.

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  5. Jan Hartenstein. No sé dónde se habrá formado ud. En las facultades de filosofía española que yo conozco el peso del análisis de texto es más que suficiente, hasta excesivo en mi opinión, hasta el punto de que la enseñanza de la filosofía se convierte casi toda ella en exégesis y doxografía, en lugar de en una investigación "viva" a partir del conocimiento de los autores. De otro lado, y en esto coincido con el comentarista anónimo, el planteamiento vigente de la Historia de la filosofía en secundaria, centrado en el análisis de textos clásicos, está muy alejado de la realidad del aula. Es a menudo estéril y contraproducente exigir la comprensión y el comentario de estos textos a alumnos que, en muchísimos casos, ni siquiera tienen hábito de lectura y a los que les cuesta Dios y ayuda expresarse sobre asuntos mucho más livianos. Nos guste o no, eso es lo que hay, y hay que trabajar a partir de ahí. Ahora bien, esto no es motivo suficiente para eliminar la asignatura del currículo. La formación en historia del pensamiento aporta a los alumnos, cuando se imparte adecuadamente, muchas más cosas además del análisis de textos: un conocimiento profundo de la historia de su cultura y un contacto, aun introductorio, con la diversidad de perspectivas desde las que cabe plantear los problemas filosóficos. Si no conocer la historia nos condena a repetirla, desconocer las ideas de los grandes filósofos nos confina a plantear y pensar los grandes problemas de nuestro tiempo desde perspectivas superficiales y coyunturales. ¿Cómo puede, por ejemplo, un alumno afrontar la problemática política y económica que le toca vivir desconociendo los fundamentos ideológicos de la época moderna, del liberalismo o del socialismo? ¿Cómo se pueden afrontar los retos éticos del presente sin una sólida formación filosófica? De otra parte, cualquier disciplina, sea en ciencias humanas o naturales, descansa sobre presupuestos filosóficos que son parte del diálogo intrahistórico entre autores y tendencias, y cuya discusión es el complemento necesario e integrador de la batería de saberes dispersos que recibe el alumno a lo largo de la educación secundaria. En fin, revisión del currículo y de la didáctica de Historia de la filosofía, sí, sin duda; pero la eliminación de la materia, como, de hecho, supone la LOMCE, es una barbaridad, en sentido literal.
    Un saludo y gracias por vuestros comentarios.

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  6. En lo relativo a mi experiencia, tardé cerca de doce años en encontrar un director que aceptara y pudiera llevar una tesis a propósito de Platón (el cual, presumiblemente alguna relación debe tener con la filosofía). La mayoría de ellos exigían un autor posthegeliano y, salvando un honroso caso, los que no tenían inconveniente lo hacían porque tenían poca (-isima) idea de griego.
    Le insto a que consulte los cursillos actuales del máster de la UNED (por poner un ejemplo), que probablemente sea la universidad que cuente con mayor cantidad de matriculados de España y advertirá la completa ausencia de autor alguno de envergadura (por ejemplo, Platón, Aristóteles o Kant).
    Cuando uno ignora o reniega de su propia historia no sólo acontece lo citado por Santayana, sino que expresa socialmente lo supérfluo de una determinada desciplina. El ministerio se ha dado por enterado y ha hecho lo más previsible.
    En cuanto a que el análisis de los textos clásicos estén muy alejados del aula... ¿No consistía precisamente la función de los profesores en acercarles a ellos? Ahora bien, si partimos de que durante unas cuantas décadas los profesionales de dicha materia han encontrado más útil (y, probablemente, cómnodo) evitar leer lo que debían, quizás ahora no tenga demasiado sentido quejarse por la eliminación de un saber cuya tradición ellos mismos han sido los primeros en no respetar.

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    1. Jan Hartenstein: Creo que en lo que dice hay varias cuestiones que no conviene mezclar.

      En cuanto al olvido de los autores no contemporáneos en cursos y másteres no le voy a replicar. En la crítica de ese olvido estoy, además, de acuerdo con usted, aunque no es una característica de la universidad española, sino, me temo, más general, y relacionada con prejuicios filosóficos más hondos (diría que sembrados por y desde la más temprana modernidad, pero este es asunto más largo de discutir). Y también coincido en que renegar de la historia del pensamiento, y del pensamiento clásico en especial, es, como ud. dice y como he escrito en el comentario anterior, condenarse a un pensamiento superfluo y coyuntural, a un constante e ingenuo "descubrir la pólvora", etc.

      Ahora bien, no me parece que esto tenga ninguna relación con la práctica supresión de la Historia de la filosofía del currículo de secundaria, que se ha hecho, a mi entender, bajo criterios pragmáticos e ideológicos mucho más ramplones que los que ud. aduce (no, al menos, por la falta de nivel en el análisis de textos o por el formato de las pruebas de selectividad --de otras asignaturas cabe hacer la misma crítica, y no han sido suprimidas--).

      En cuanto a la función del docente en el aula, recuerde que la aproximación del alumno a cualquier contenido debe hacerse (no hay otro modo) desde lo que ya trae el alumno, y créame que lo que este trae, siendo muy rico en muchos aspectos, no lo es en el del trabajo con textos. Sea quien sea el responsable (probablemente todos los que intervenimos en su educación), la mayoría de los alumnos que alcanzan el último curso de bachillerato tienen serios problemas para comprender textos de cualquier tipo, empezando por los literarios (imagínese los filosóficos), y para escribir de manera correcta incluso textos muy sencillos (imagínese abordar el comentario de un fragmento de Tomás de Aquino o de Kant). Pese a ello, lo intentamos, ellos y nosotros, con resultados muy variables, pero a veces muy negativos (algunos alumnos acaban aborreciendo la asignatura, por pura impotencia, otros intentan memorizar lo que les resulta imposible de comprender, con lo que también acaban renegando de la materia, etc.). Pruebe ud, en siete meses, y en dura competencia con 7 asignaturas más, hacer comprender todos los grandes hitos de la historia de la filosofía occidental (y, además, trabajar y comentar otros tantos textos filosóficos) a alumnos que, en muchísimos casos, apenas leen ni tienen hábito ninguno de escribir o comentar casi nada. ¡Increíble! Pues aún así, ahí estamos. Este año mis casi 150 alumnos de segundo han dejado el bachillerato con un sustancioso conocimiento de la filosofía de Platón, Aristóteles, Tomás, Kant, Nietzsche, etc., y, peor o mejor, se han asomado a sus textos, y creo que hemos logrado, además, que, pese a comprenderlos y manejarlos muy a duras penas, no hayan llegado a odiarlos, y les hayan despertado una verdadera curiosidad e interés. Yo, con esto, me doy con un canto en los dientes. Y ud., si estuviera en mi situación, también, me juego a ello mi triste nómina. Con todo esto, por cierto, no me desdigo de lo que dije antes. Se puede impartir una muy estimulante historia de la filosofía sin la rémora de una excesiva atención a textos que, por regla general, los alumnos no están preparados (ni pueden estarlo en un solo curso) para apreciar. Lo bueno de trabajar con esos enormes pensadores que ud. cita es que siempre se puede sacar de ellos algo valioso, sea al nivel que sea. Y eso es lo que, al menos, no debe perderse. Más vale eso que nada, que es a lo que nos aboca la ley, a nosotros y a los futuros alumnos.

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    2. Yo no discuto la necesidad de “Historia de la filosofía”. Por el contrario, era la única asignatura que podía legitimar la existencia de los dptos. de filosofía dentro de las EEMM. El siguiente paso, supongo, será asimilar tal especialidad dentro de “Lengua y literatura” (como de hecho sucede en otros países) pues la obras de filosofía quedan ubicadas dentro del ensayo y de paso se ahorrarán un pico en jefaturas de dpto. Únicamente he hecho hincapié en que la LOMCE consuma la tendencia deplorable de los programas universitarios y las prácticas del profesorado de EEMM. Como esta usted dentro del sistema, sabrá que en “Filosofía I”, “Educación para la ciudadanía”, etc. viene valiendo casi todo y, de hecho, aquí la excepción ha venido marcando la norma: la mayor parte del profesorado se ha permitido ese casi todo.

      Conozco ese mundillo bastante bien. Por un lado, la indolencia de los dptos., rendidos por completo ante el sistema de reclamaciones, las presiones de directores e inspectores y la inercia de terminar haciendo lo más cómodo. Por otro, la desidia de los profesionales de tal materia; cada año que pasa creen saber más (pues el personal ante el que imparten lecciones no discuten lo que a veces no son más que opiniones), pero cada vez saben menos. En tercer lugar, ese sistema estúpido de formación, consistente en premiar simplemente por asistir a conferencias para hacer la fotosíntesis al amparo de una butaca. En cuarto, la aceptación de la peste de pedagogos y psicólogos, etc. con el efecto secundario de puntuar por asistencia, comportamiento y demás tonterías. Conste que a efectos legales las únicas pruebas legítimas son los exámenes de Junio y Septiembre. Y el comentario de texto se propuso desde principios de los 80's como la prueba que certificaba que un estudiante comprendía lo que leía y sabía escribir. Si el discurso era articulado y sabía de lo que hablaba, adelante. Si no, ni hablar. Todo lo demás va de tapadillo... sólo que el tapadillo ya no está en el 5% de los aprobados, sino más bien del 95%. Los profesores se han acomodado a tener el menor número de conflictos posible y dejar que caiga el mes; los mejores alumnos también se acomodan a mínimos y terminan yendo de listillos. Al final, aparecen racionalizaciones como la suya y la educación (pública o privada, da igual) termina siendo deplorable. No se trata de que usted caiga simpático a usted o que el estudiante ame la filosofía, sino de que entienda lo que lea y sepa escribir. Si no, que suspenda hasta que sepa lo que deba. De lo contrario usted sólo le habrá enseñado un único valor: “que todo vale”. Si tanto el que estudia como el que no, terminan titulando, ya pueden ustedes luego ponerse a pontificar sobre ética y creer en la importancia de lo que imparten. Si el filtro no filtra, ¿para qué se necesita?

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    3. Jan Hartenstein. No me parece que esté ud. dando ejemplo del rigor que reclama en otros. Se permite unas generalizaciones a mi juicio improcedentes y falsas. En las asignaturas que cita no está todo permitido, por mucho que el currículo sea (no puede ser de otro modo) ajustable a variables que hay que tener obviamente en cuenta (el tipo de alumnado, sus intereses y mil cosas más). Tampoco comparto su menosprecio del control reglamentario de la labor del profesor, en especial de su evaluación. Ni la confusión de calidad docente con la severidad (estoy harto de ver profesores que se tienen por buenos en la medida que certifican el fracaso masivo de sus alumnos --como si ellos fueran ajenos a ese fracaso--). Ni su visión simplista del supuesto descenso de la competencia académica (eso ud. lo "arreglaba" en dos patadas --por lo que parece, por el sabio procedimiento de suspender--). Ni de su descalificación apresurada y gratuita de todo el gremio, amén de psicólogos y pedagogos. Nada, tonterías todo, por lo que parece. Cosas de "listillos" y racionalizaciones. O se sabe o no se sabe lo que hay que saber, y punto. La motivación del alumno o mil otras sutilezas pedagógicas no tienen relevancia alguna para usted. Leer aquello que decía Platón de que hay que aprender jugando, de que al hombre libre nada se le puede enseñar por la fuerza, o de que el amor era el motor del conocimiento, no le ha servido a ud. de nada. Pues muy bien. Piense en postularse como el próximo ministro de educación. Yo creía que lo de Wert era insuperable, pero ya veo que no.

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    4. El argumento “ad hominem” no es algo que merezca respuesta.
      Relea usted su segundo post y convenzase de si eso es lo que entiende por "dialogar, argumentar, etc."

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    5. ¿Pero sabe ud. lo que es una falacia "ad hominem"? Con su último comentario vuelve a demostrar que aquello de lo que más constantemente se queja (la falta de rigor --aunque sin más argumento ni prueba que sus "particulares" generalizaciones--) es, precisamente, lo que a ud. le falta. De todos modos (y esto no es más que una impresión, lo reconozco) me parece que lo que ud. quería no era dialogar ni responder a nada, sino tan solo manifestar su indignación. Bueno, pues ya lo ha logrado. Así que, todos contentos.

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  7. ¿Indignación? No soy yo quien sale a la calle en procesión a recitar proclamas.
    En cualquier caso, ha conseguido usted convencerme de que el primer post anónimo llevaba razón.

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  8. Se contradice gravemente si cree que leer textos clásicos de filosofía en la calle es recitar proclamas. Y desengáñese, yo no le he convencido de nada de lo que no estuviera ud. ya convencido de antemano. No ha aprendido nada de esta (parodia de) discusión. Lo siento.

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  9. Quizás usted entienda que se ha tratado de una parodia, pues no ha obtenido el resultado deseado, pero a mí me ha resultado bastante útil. En estos días se esperaba de mí que me posicionara en pro o contra de la LOMCE. Gracias a sus contestaciones he tomado conciencia de que ambas alternativas resultan similarmente objetables. Agradezco su sinceridad. Reciba un cordial saludo.

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  10. Jan Hartenstein. De nada. Y para que pueda comprobar que no nos limitamos a recitar proclamas, le anuncio que nuestro próximo acto, a celebrar el día 1 de junio en Mérida, constará de una conferencia del filósofo Juan Antonio Negrete titulada "El lugar de la filosofía", a la que está ud. invitado (será a las 11 en la sede de la Uned, c/Moreno de Vargas). Para más señas, se trata de un filósofo muy crítico con la docencia de la filosofía en secundaria y un experto en Platón. Tras la conferencia, volveremos a leer textos de grandes filósofos en la calle. Un saludo cordial.

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