lunes, 24 de diciembre de 2012

El significado (filosófico) de la Navidad.


La Navidad es un cuento y un rito, pero como todos los cuentos y ritos, dice mucho más de lo que muestra a través de sus hermosas y emocionantes imágenes...

En el rito navideño se celebra la llegada al mundo del Salvador. En la teología cristiana el Salvador, Jesucristo, es el Dios hecho carne que viene al mundo (en un portal --¿o es una caverna?--) para liberarnos de la falsedad, la maldad y la injusticia, es decir, para revelarnos la Verdad y hacernos Buenos y Justos. Jesús es el como el Príncipe de los cuentos, hijo del Rey-Padre, que es enviado a la gruta del monstruoso y deforme Dragón (el Mundo), a librar nuestras Almas (es decir, a nosotros, que somos la Princesa cautiva) de la oscuridad y el Mal en que se hallan (el mundo siempre ha andado fatal), y conducirnos así a nuestra verdadera Casa o Reino, junto al Padre, pues hijos de reyes (o de dioses) somos también nosotros.

Este mito (o estructura mítica) es más antiguo que el propio tiempo, pero ¿qué puede significar en el lenguaje de la filosofía? El Mesías o Príncipe salvador simboliza la Forma trascendente (el Espíritu o Idea) materializada (“hecha carne”), es decir: la Estructura racional del mundo bajo la cual éste resulta posible y adquiere sentido. También, en un sentido más dinámico (es decir: desde la perspectiva del hombre), simboliza la Forma o Idea en cuanto se expresa o materializa en el Lenguaje, es decir: simboliza el “Logos”, la enunciación de la Palabra o Teoría verdadera, “hija” o reflejo de lo Real (como el Príncipe es hijo o reflejo de la Realeza). En ambos casos, el Mesías es aquello que viene a liberar nuestra Alma (nuestra forma o ser verdadero) de la materia que aparenta ser (de la apariencia de realidad que es el tiempo y la mortalidad, de la apariencia de verdad que es la ignorancia, de la apariencia de justicia que es el gobierno de los hombres...). Desde un punto de vista filosófico, Jesús (como cualquier otro Príncipe de cuento), es una personificación mítica de la  Luz de la razón, es decir, de la Verdad. A esta Verdad que viene del Cielo (como la estrella que guía hacia Belén) para iluminar fugazmente la tierra, se subordinan todos los poderes terrenos (como los que, por ejemplo, aparecen retratados en los belenes caseros: la Fuerza y los instintos –el buey, el asno-, la Emotividad –la madre, virgen o pura de corazón-, la Voluntad –el laborioso José- o la Inteligencia –los magos de oriente--)…

La Natividad celebra así la llegada o revelación de la Luz, el Beso del Príncipe que nos devuelve a la Consciencia. Este luminoso Beso representa, a la vez, al Dios hecho Hombre, y al Hombre que puede hacerse Dios; en suma: a la conmensurabilidad entre lo Divino y lo Humano. Esta misma idea, dada en una forma más pura y abstracta, es la que cada día suponen el filósofo, o el hombre de ciencia, cuando buscan y desvelan la Estructura que explica y descubre el Sentido de la realidad mundana. Esta búsqueda supone la relación entre lo Eterno de esa Estructura racional (los principios racionales, las leyes de la naturaleza...) y la Temporalidad del Mundo a la que dicha estructura da forma. Sin suponer esta relación no hay posibilidad alguna de verdad y de sentido. Y sin verdad y sentido no hay absolutamente nada (lo cual es obviamente falso y absurdo). Esto simbolizan la Navidad, y todos, todos los cuentos que se puedan contar: la Identidad entre lo Trascendente y este Mundo (en el) que soñamos...

¡Así que: feliz navidad a todos!


4 comentarios:

  1. Interesante esta reflexión a caballo entre lo ensayítico y el metarrelato teológico. Me gusta este uso de algunos términos, como Mesías tan hebreo tomados al hilo del pensamiento filosófico del que carece y que en tu relato tienen un toque maravilloso. Me recuerda a los análisis del teólogo Bonhoeffer. Muy buena esta forma de presentar el Natalicio donde la teología cristiana retoma la tradición mitráica y la hace diferente. Aunque la Navidad sirviera para aunar criterios en un Imperio con pretensiones de lo diferente y terminó en Cesaropapismo.
    Me ha gustado esta presentación de la Navidad aunque los términos hebreos y teológicos de calado los hayas tomado prestado para terminar diciendo algo tan magnífico como esto de que la Navidad simboliza la identidad entre lo trascendente y este mundo (en el) que soñamos...
    Un abrazote. Tino

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  2. Me alegro de que te guste Tino, y gracias por esos inmerecidos halagos. Tienes razón en que los términos no están usados de forma rigurosa, pero ese "mestizaje" (chapucero) es parte, también, del mensaje navideño (y donde pone "navideño" se puede poner casi lo que se quiera): todos los mitos o cuentos (te diría, fíjate qué chulo, que todas las filosofías) van a parar a lo mismo: el asunto de la conmensurabilidad entre lo trascendente y lo inmanente. El misterio mismo. Ahí es todo. Un abrazo fuerte y feliz navidad!!

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  3. Completamente de acuerdo contigo. Es cierto que cuando hablamos de la navidad o de lo navideño, es decir cuando nos referimos a estos días bien sea sustantivando o adjetivando el ambiente no lo hacemos en el sentido estricto de las palabras sino en el coloquial. Por esto mismo, es desde el coloquio popular desde donde hay que mirar esa síntesis entre lo trascendente de la aspiración y lo inmanente de la realidad circundante donde normalmente estamos inmersos y desde donde tú haces una buena reflexión. Me reitero en lo interesante de tu reflexión retomando el mito sin separlo de los aspectos del logos. Probablemente haya que irse a Paul Rocoeur para hacer este tipo de hermenéutica. Tú sabes que uno de los aportes significativos del pensamiento de Ricoeur ha sido la manera en que ha elaborado una hermenéutica en la que el
    mito se convierte en una fuente de significado y verdad para una filosofía que renuncia a comenzar con una verdad puesta por ella
    misma.Dentro de este marco, Ricoeur ha elaborado una interpretación del mito que surge del diálogo con la fenomenología husserliana, la fenomenología existencial (Heidegger,Marcel), la fenomenología de la religión (M. Eliade, Van der Leuuw),el estructuralismo (Lévi-Strauss, Benveniste), Freud, la hermenéutica de Gadamer, la crítica literaria y la exégesis bíblica. Y que es desde esta pluralidad de influencias desee donde se plantea la pregunta por la estructura intelectual fundamental dentro de la cual Ricoeur ha intentado justificar que el mito puede ser una fuente de significado y verdad para la filosofía. Es decir, llegamos a tu propuesta hermenéutica.
    De todas maneras, mi enhorabuena. Un abrazote. Tino

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  4. Hola Tino. Gracias de nuevo por tu elogios, y por tus interesantes apuntes. A Ricoeur y a toda la troupe hermeneútica me la tuve que leer en la facultad. Sin restar méritos al monumental trabajo filosófico que representan, disiento en una de sus premisas fundamentales: la preeminencia de la metáfora y el mito como fuente de significación última. Escribí un breve trabajo sobre esto (en concreto sobre Hans Blumenberg) que me gustaría pasarte (si estás dispuesto a leer semejante tostón). Lo haré por email cuando tenga un ratillo. De todas todas, la búsqueda de esa "estructura fundamental" de significación, presente en la generalidad de los mitos, es apasionante. Es la Búsqueda con mayúsculas. Pero es una búsqueda, a mi juicio, estrictamente ontológica, no filológico-hermeneútica (esto último sirve para comprobar como aquella estructura ontológica se plasma, efectivamente, en los mitos). Esa estructura la he encontrado, de forma preclara, en el Parménides de Platón (con la inestimable ayuda de mi amigo, el filósofo Juan Antonio Negrete). No he encontrado nada publicado al respecto, ni yo he escrito seriamente sobre ello (si buscas en las entradas del blog, bajo la categoría de "cuentos filosóficos", verás cuatro entradas tituladas "El cuento de todos los cuentos"; esto lo escribí para los alumnos, y es muy sintético --faltan los argumentos, el desarrollo, todo...-- pero si lo quieres leer ya me dirás que opinas), pero me parece un enfoque muy interesante (a mi, al menos, me cuadra todo, cada vez que lo pienso y lo aplico a cualquier mito, cuento, y obra cultural en general).
    Un abrazo!

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