Se suceden las opiniones críticas
sobre la debacle de Podemos. Gran parte de ellas desde el propio
entorno podemita. Si algo muy bueno tiene la izquierda es el espíritu
autocrítico (sin él degenera rápidamente en tribalismo
doctrinario), aunque eso le lleve, en ocasiones, a la obsesión
narcisista por el “debate interno”. Por lo demás, la izquierda,
especialmente la que representa Podemos, padece de otros rasgos
adolescentes menos estimables que este de la crítica y el
cuestionamiento de sí. Rasgos como el de la inmadurez a la hora de
exigir medidas políticas (reivindicándolas, a menudo, de manera
ignorante y prepotente), o el de la confusión entre la “indignación”
y la política, o el de ese impertinente complejo de superioridad
moral e intelectual (con el sectarismo y el exceso de vehemencia
correspondientes) que caracteriza secularmente a la izquierda. Rasgos
en fin que, junto al de la identificación con objetivos políticos
poco relevantes (o incluso indeseables) para la mayoría, o la
adopción de posiciones ambiguas y poco comprensibles con respecto al
Estado y sus instituciones, podrían explicar, en parte, su situación
presente... Sobre esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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