“Educar” – dice Recalcati – no es
“conducir” a alguien por el “camino recto”, sino “sacarlo
de sus casillas”, “corromperlo”. Es ahí donde educar (educere)
se confunde con seducir (seducere). El verdadero aprendizaje nace de
la desviación, el tropiezo y la pérdida, y de la angustia de
encontrarse solo y libre. Por ello, el maestro, lejos de formar al
alumno como a una máquina competente y homologable, ha de de
promover la desviación de la que arranca toda subjetividad y
verdadero deseo.
Sobre esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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