sábado, 21 de mayo de 2011
El valor de la política. Otro manifiesto a propósito del 15-m.
La mayoría de los problemas que indignan (paro, trabajo precario, falta de vivienda, recortes sociales, etc.) tienen relación directa con el desmantelamiento del estado del bienestar. Nuestro estado de bienestar representa el cumplimiento más efectivo jamás dado de los derechos individuales y los Derechos Humanos (en su aspectos sociales, jurídicos, etc.). El argumento liberal es que este desmantelamiento es debido a la crisis y, en general, a la decadencia económica de Europa explicable desde la lógica económica del capitalismo globalizado. Si Europa sacrifica parte de ese estado de bienestar recuperará su competitividad y, quizás, vuelva a poder permitirse el “lujo” de reimplantarlo… Pero el argumento puede ser otro. Es cierto que el estado de bienestar ha sido financiado por los beneficios con que la economía capitalista ha bendecido puntualmente a Europa (a costa de la miseria de gran parte del mundo). Pero dicho estado (y los derechos que representa) son una conquista ideológica, un ideal político, antes que un “producto” del capitalismo. Y la única forma de salvarlos es justamente salvando el valor de la política como algo independiente y superior a la lógica económica del capitalismo (que el liberalismo, e incluso la socialdemocracia más moderada, pretenden natural e inevitable). Es la economía la que debe subordinarse a la política. Y si la economía es global, la política también ha de serlo. Así, si queremos mayor justicia, es decir, que nuestro régimen político salvaguarde y promueva el estado de bienestar y los derechos que representa, hemos de:
(1) Responsabilizarnos también, en lo que nos toca, de la crisis económica y política. No somos banqueros, pero nos hemos beneficiado también de la riqueza (o sus migajas) producidas por el capitalismo especulativo y globalizado (de hecho, pueden decirnos que muchos no nos hemos indignado hasta que hemos visto peligrar nuestro bienestar). No somos políticos, pero hemos tolerado su juego (en la mayoría de los casos como meros relaciones públicas de los poderes económicos) durante años, sin grandes quejas.
(2) Legitimar la validez de los derechos individuales y humanos más allá de cualquier circunstancia económica. La justicia está por encima de este o aquel sistema económico. No es la economía, sino las ideas las que mueven al mundo (inclusive las ideas falsas, como que la economía es el motor de la historia o que no hay otra opción que el libre mercado).
(3) Entender que los derechos que defendemos han de tener validez universal, para todos y para todas las culturas (no caben relativismos morales ni culturales, el liberalismo y el capitalismo nos aventajan en esto: se proponen como ideologías de validez universal). Si queremos que prevalezca la justicia (los derechos individuales y humanos, el estado de bienestar), hemos de quererlo aquí, en Marruecos y en China. ¿Por qué nos tiene que importar que un egipcio o coreano disfruten de los mismos derechos que nosotros? No basta el argumento utilitarista (si los del tercer mundo no tienen esos derechos será más barato producir allí, serán más competitivos, y aquí nos quedaremos sin trabajo, empobrecidos y sin estado de bienestar). Hay que ir más allá: es justo y racional que seres iguales (como los seres humanos) tengamos iguales derechos. Por ello, hemos de comprometernos con todo lo que fortalezca las demandas políticas de mayor justicia en los países de todo el mundo.
(4) Las revueltas en los países árabes o la aún tímida lucha por la democracia en los países asiáticos o africanos son casos alentadores, pero insuficientes. Hemos de promover, como mínimo, la toma de conciencia de estos pueblos, luchando en primer lugar por el libre acceso a la información (por ejemplo, a través de las redes sociales). La información es poder, muchos regímenes injustos han caído en cuanto sus dirigentes no han podido controlar por más tiempo el acceso libre a la información por parte de la población. Nuestro primer deber es difundir la buena nueva de que otra vida (con derechos sociales, laborales, garantías jurídicas, no discriminación sexual, etc.) es posible, y que la realización de ese ideal político es lógica y moralmente anterior al desenvolvimiento del capitalismo o de cualquier otro sistema productivo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ellos, me refiero a los politicos de turno, las grandes empresas, el gran capital,y por supuesto la banca, son de la prehistoria. Con todos nosotros está surgiendo la verdadera historia humana.
ResponderEliminarHola Paco. Eso habrá que verlo. Pero entusiasmo no te falta, eso sí.
ResponderEliminarUn saludo!!
Allá en los espacios profundo de la mente humana cuya entrada está en el corazón, empujando a la luz de la razón en unidad. En esos espacios profundos nace lo mejor del ser humano, en esta explosión irradiando lo nuevo en él. Este camino no está asegurado porque hay que andarlo, las premisas la hemos dado. Por eso este sistema es de la prehistoria, ahoga a las gentes y por eso nos rebelamos
ResponderEliminarSaludos Victor,
Paco
Hola Paco. Saludo otra vez tu entusiasmo. El poder está en la mente, y a la mente la mueven las ideas. Gracias por el material que me has enviado.
ResponderEliminarSaludos!