Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Correo Extremadura
El encuentro de voley playa de las
pasadas olimpiadas entre jugadoras egipcias vestidas con una especie
de burkini y alemanas con bikini ha dado mucho que
hablar. Si bien para algunos representaba el contraste entre una
sociedad cerrada que oprime a las mujeres (la islámica) y otra que
les permite vestir como quieran (la nuestra), para otros la foto
reflejaba dos formas distintas de opresión patriarcal sobre la
mujer. Según estos, si la jugadora egipcia era obligada a ocultar su
cuerpo para no perturbar sexualmente a los hombres, la
jugadora alemana era forzada (bien que sutilmente, mediante reglas
deportivas aparentemente inocuas) a lo contrario: a exhibir su cuerpo
para satisfacer a los espectadores varones. En ambos casos –
añadían – el cuerpo de la mujer era concebido, de forma
denigrante, como mero objeto sexual... No sé si este análisis es lo
suficientemente certero (de entrada, no parece comparable el grado de
opresión patriarcal que representan las jugadoras egipcias que el
que se les supone a las alemanas). Pero pongamos que lo sea. ¿Qué
nos tocaría hacer, entonces, para evitar esta doble opresión –
tapar/exhibir – sobre el cuerpo de la mujer?
Es normal, por ejemplo, que muchas
mujeres que sufren la imposición social y religiosa del burka
y otras prendas por el estilo (cuya principal función es ocultar los
rasgos sexuales del cuerpo) conciban la liberación como una
“puesta en valor” de su atractivo físico en el “mercado” de
las relaciones libres que se estilan en occidente. Estas
mujeres se desprenderían así del burka y adoptarían con
sumo gusto el bikini y el resto de prendas y prácticas que acentúan,
según los estándares estéticos, su valor sexual.
Justo al revés, algunas mujeres
occidentales que sienten como una imposición el bikini y otros
aderezos para realzar su cuerpo (maquillaje, tacones, depilación...)
según cánones comunes – es decir, patriarcales – tienden a
expresar la liberación de esas ataduras neutralizando sus rasgos
sexuales. Así, visten con ropas holgadas, prescinden de cierta
lencería, llevan el cabello de forma poco llamativa, etc. Diríamos
que hay una suerte de estética feminista en el modo de vestir
y mostrar el cuerpo cuya finalidad parece aproximarse, así (aunque
por causas muy distintas) a la de prendas como el burkini. Alguien
escribía hace poco que si el burka
tenía alguna ventaja era precisamente la de librar a las
mujeres de las exigencias estéticas que nuestra sociedad les
impone...
Pues bien, entre estas dos formas de
entender la liberación de la opresión patriarcal sobre el cuerpo,
la primera (la de las musulmanas que desearían pasar del burkini
al bikini) me parece errada, mientras que la otra (la de las
feministas occidentales que pasan del bikini a una cierta “estética
burkini”) me parece más consistente. Las primeras pasarían
de la consideración de objeto sexual para uso privado de sus maridos
(para eso se les tapa en público) a la de objeto sexual de
exhibición pública. Las feministas occidentales, en cambio,
acertarían al intentar librar a sus cuerpos de la consideración de
fetiche sexual. Aunque claro, si lo que queremos no es, lisa y
llanamente, negar el cuerpo y la sexualidad, esto exige una nueva
estética de lo corpóreo (en este caso, del cuerpo femenino).
Esta nueva estética no podría tomar
el camino de lo natural. El cuerpo de la mujer ha sido diseñado por
la evolución no solo para atraer, sino también para retener
sexualmente al varón, de manera que este coopere en la larga
y costosa crianza de la prole; de ahí el celo continuo, la
permanente hinchazón de los senos, el grosor de los labios, y otros
rasgos sin otro fin que el de hacer del cuerpo de la mujer un objeto
de permanente estimulación sexual. Descartada así toda “estética
natural” (no valdría simplemente con quitarse la ropa), o el
recurso a la ingeniería genética (de momento, prohibido), solo
queda inventar una nueva cultura estética del cuerpo y sus aderezos
que se aleje de los patrones patriarcales (tan ligados, por demás, a
lo natural), y que sea, por tanto, y si cabe decirlo así, más
“espiritual”, pero que, de otro lado, no oculte la dimensión
inevitable – y deseablemente – sensual de lo corpóreo (algo que
no sea, en ningún caso, una suerte de burka feminista). ¿Lo
conseguiran? No parece una tarea fácil. Aunque sí excitante.
No me parece que la cuestión implique ninguna dificultad especial. Las mujeres tienen derecho a poder decidir por sí mismas cómo quieren vestir según sus preferencias de practicidad, de gusto o de comodidad. Exactamente igual que los varones. La vestimenta de las mujeres no debería ser impuesta bajo criterios machistas que establecen cómo deben vestir ellas porque así les conviene a los varones. Todos podemos estar sujetos a criterios comunes de vestimenta por razones de socialización; pero esos criterios no deberían estar basados en la supeditación de unas personas a otras por motivos de discriminación sexual.
ResponderEliminarHola Luis. Totalmente de acuerdo contigo, en general. El problema es que la forma de vestir es un elemento cultural que nunca carece de significado o valor simbólico. En ese sentido, parece incoherente que una feminista se vista, sin más, según los estándares estéticos de la cultura patriarcal. Tan incoherente como que, salvando las distancias, un animalista se vista con pieles, un anticapitalista con ropas y joyas lujosas, o un pacificista con ropa paramilitar. Un saludo.
ResponderEliminarDe tu comentario excluyes a la sexualidad no basada en la visión y otras formas de sexualidad más auténticas que la corporalidad visible. El sentido del olfato, audición, y tacto son anulados por el patriarcado. El cuerpo mostrado no es más ni menos feminista que el cuerpo ocultado, depende de la mujer. Por otro lado, ¿que pasa con el amor lésbico?. También tiene un peso importante. Un saludo
ResponderEliminarHola Anónimo. De mi artículo y mis comentarios excluyo muchísimas cosas; es un artículo muy breve. Lo que dices me parece interesante, aunque muy discutible. ¿Por qué la sexualidad basada en la visión es menos "auténtica"? Tampoco entiendo que otros sentidos "sean anulados por el patriarcado". En nuestra especie, los sentidos de la vista y el oído han sido siempre más pregnantes que los demás. En cuanto a la cuestión del cuerpo, hay que matizar. El cuerpo mostrado como un escaparate sexual según los estándares estéticos patriarcales no es feminista, y el cuerpo ocultado según la noción patriarcal que considera a la mujer como fuente de pecado, tampoco es feminista. Sobre el lesbianismo no me he pronunciado. Un saludo
ResponderEliminarNo utilizé bien la expresión. No es que sea menos auténtico, sino más convencional, también, en gran parte, más animal, por lo tanto menos racional. La experiencia sexual no es únicamente algo que entre por los ojos, ni el cuerpo es más estimulante si la primera vía de entrada a los sentidos son los ojos. Es más en un principio la sexualidad entendida como atracción entró por el olfato, no por la visión, sentido que tardó más en evolucionar. Cuando hablaba de lo auténtico me refería a que la excitación a través de la visión es un fenómeno cada vez más común hoy en día. Hoy por hoy el culto al cuerpo hace que otro tipo de estimulación sean casi rechazadas. El olfato, en el romanticismo, por ejemplo era un sentido importante en la sexualidad, hoy, cada vez lo es menos. Los perfumes naturales pasan a un segundo plano, en pro de los artificiales. Es decir, la estética sexual de la sociedad de consumo, que entra casi únicamente a través de los ojos, sobre todo en los hombres, es un derivado del patriarcalismo y capitalismo imperante. Así las cosas la mujer que enseña su cuerpo, es en realidad, una mercancía, que se devalúa, lo que no resulta feminista, claro y la mujer que se tapa, y anula por completo el sentido de la visión, también lo es, dando por hecho que la única forma de excitar a un hombre es el cuerpo, lo cual no es realmente cierto. Si no estuviésemos condicionados, la excitación a través de la visión no explicaría no el 50 por cien, de la atracción sexual. El olfato, explicaría tanto o más que este sentido. Desde luego el sentido de la vista es fundamental, nadie lo niega, pero está, hoy por hoy,muy exagerado.
ResponderEliminarGracias por tus interesantes observaciones, Anónimo. Aunque algunas cosas no me cuadran del todo. Pareces criticar el culto al cuerpo, pero a la vez alabas el uso del olfato y los perfumes naturales (¿no es eso otra forma de culto al cuerpo, en concreto, a sus olores?). Entiendo lo que dices sobre la prioridad de lo visual, el consumo y el imperio de las imágenes, pero no estoy seguro que eso tenga mucha relación con el patriarcalismo (muchas otras culturas son patriarcales y no rinden este culto a la imagen -- ni son, siquiera, capitalistas -- ). Un cordial saludo.
ResponderEliminarMe podrías indicar culturas patriarcales que rinden culto a la imagen, por favor?.
ResponderEliminarEntiendo el fenómeno de la imagen y cosificación del cuerpo de la mujer a través, básicamente de la visión, como algo totalmente patriarcal. De hecho, cuando entremos en la era de los robots, de lleno, los hombres ya no necesitarán mujeres hermosas con quien copular, y ser servidos, cuidados y a la vez obedecidos, porque esa función la harán los robots. Los hombres machistas, algo que abunda mucho, no buscan mujeres insumisas con quien estar, sino, mujeres sumisas que satisfagan sus deseos, uno de ellos el deseo de copular con una hermosa figura.
Que no rinden culto a la imagen, quería decir.
ResponderEliminarPues el ejemplo más claro son el islam y el judaísmo, que son culturas iconoclastas, y que ya ves como ocultan el cuerpo de las mujeres. Lo último que dices lo comparto en parte. Es cierto que los hombres machistas conciben a las mujeres como cuerpos agradables con los que copular. Pero no todos los hombres son igual de machistas, ni la cosa es tan simple, creo, como para que basten las relaciones con robots (a no ser que sean robots muy humanos, además de muy hermosos).
EliminarInteresante. Respeto a los robots, efectivamente dependerá de que dichos robots sean complejos,y tengan cierto grado de diferenciación, pero no creo que sea difícil que se las acepte como parejas.
ResponderEliminarSobre este asunto que comentas te recomiendo que veas (si no lo has hecho ya) la película Her, del director Spike Jonze. Me pareció fascinante.
EliminarCreo que sois una amargadas de la existencia. Amargadas,feas y casi seguro que viejas y gordas.
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