Este artículo fue originalmente publicado por el autor en El Periódico Extremadura
La psicología es una ciencia
interesante, pero a la par peligrosa, sobre todo en algunos de sus
sucedáneos más populares. Sea como sea, nunca desanimo a los
muchachos que quieren dedicarse a ella. Trabajo no les va a faltar.
Creo de veras que en un futuro no muy lejano la educación, la
sanidad o la gran empresa estarán tomadas por los psicólogos.
No en vano, y como afirma el filósofo surcoreano Byung-Chul Han
vivimos en la época de la “psicopolítica”. La psicopolítica –
por si alguien no lo sabe – es una forma de hacer que la gente
trabaje, consuma y obedezca, con sumo gusto y hasta el límite de sus
fuerzas, por su propia voluntad. ¿Qué cómo se logra esto?
Pues, como suele decirse,“con mucha psicología”. Uno de los
objetivos más logrados del “psicopoder” (la forma de poder
correspondiente al capitalismo neoliberal, según Han) es hacer creer
al individuo que su vida entera depende de sí mismo, de su
motivación, de su ardor competitivo y de una implicación absoluta
(intelectual, emotiva, social...) en el trabajo. Es el modelo del
individuo “empresario de sí”, optimizado y liberado – gracias
al “pensamiento positivo” – de toda duda capaz de “bloquear”
su frenética actividad productora o consumidora, y “auto-explotado”
hasta la extenuación sin
otra “lucha de clases” que la más interna por no
estar a la altura, por no darse del todo, por no tener
la suficiente fe en sí mismo, etc. Este sujeto convencido de que
su completo sometimiento físico y mental a la dinámica del
mercado es, a la vez, la más alta expresión de su
realización como ser libre, es la obra maestra del capitalismo.
Pero para que funcione bien hacen falta legiones de psicólogos, de
líderes en management personal, de expertos en coaching,
y de todo tipo de gurús y
asesores en técnicas de autogestión,
mindfullness, inteligencia emocional, desarrollo
transpersonal y lo que haga falta para ayudar a la gente a
creérselo...
Pero lo que más preocupa es que toda
esta marabunta de parapsicólogos, psicosofistas y nuevos mentores
espirituales está llegando, poco a poco, a la educación formal. A
menudo con la complacencia inocente de algunos ingenuos que confunden
esta nueva psicotecnología del poder con una suerte de
renovación educativa de corte humanista. Esto es falso. No hay en
todas esas técnicas ninguna genuina formación en valores, ni
verdadera educación emocional, ni libre desarrollo de la
creatividad, ni apenas otra cosa que adiestramiento soft en
los valores más afines al liberalismo, una alentada confusión entre
libertad y emocionalidad (no hay nada más rentable que un
individuo abandonado a las emociones), y una alergia rayana en la
obsesión a todo lo que sea “negatividad” (esto es: duda y
pensamiento crítico). Mucho de todo esto está ya vigente,
por cierto, en la nueva ley educativa (LOMCE), de corte, justamente,
neoliberal. En las nuevas materias de ética y filosofía en
educación secundaria, por ejemplo, los alumnos han de estudiar
libros de auto-ayuda como el best seller de Daniel Goleman,
Inteligencia Emocional, o aprender filosofía para la
empresa, disciplina por la que, según el programa, el estudiante
deberá encauzar sus inquietudes filosóficas hacia la tarea de
proyectar negocios, o de saber interpretar los inevitables
cambios profesionales (léase: despidos ágiles, traslados
forzosos, empleos precarios...) como oportunidades para desarrollar
su creatividad u obtener valiosas e imprevistas experiencias
vitales...
Así que, lo dicho, si les preocupa el
futuro de sus hijos invítenlos a estudiar psicología. En unos años,
el horario de las escuelas podría ser este: a primera hora
“bioneuroemoción y liderazgo”, luego “mindfullness o
inteligencia emocional”, después “técnicas de lenguaje
no gestual para emprendedores”... Y
durante el recreo dinámicas de grupo para generar empatía.
No vaya a ser que el que le pegó el balonazo al chaval sea, el día
de mañana, un gran traficante de influencias. Les juro que
esta última frase la oí, literalmente, en un programa de la
televisión pública dedicado a jóvenes emprendedores. Así están
las cosas. A no ser, claro, que el problema sea yo, que estoy
instalado en la negatividad y, seguramente, necesite terapia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario