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Cada dos por tres aparece en los
periódicos la penúltima investigación sobre la naturaleza natural
de la moral. Una veces es el cerebro la clave para desentrañar los
problemas éticos. Y otras es la conducta animal, de la que – según
nos dicen – la moral humana sería una simple prolongación. Son
dos formas clamorosas de reduccionismo falaz, pero gustan mucho al
público, especialmente al que se cree más descreído (pero muestra
una fe bastante crédula en la ciencia)...
Sobre esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
Hola, mi nombre es Paco.
ResponderEliminarEn primer lugar agradecerle su artículo, muy interesante, y la opción de poder opinar en su blog.
Hace ud. referencia a "la necesidad racional de la trascendencia en lo moral".
Permítame algunas preguntas al respecto:¿Podemos conocer el Bien racionalmente?¿Existe el Bien en sí mismo, fura de nuestra mente, como las leyes matemáticas? Si así fuese, sería obligado demostrarlo, que existe el Bien, inamovible, punto de referencia de todo juicio moral cabal.
O, como nos dice la religión, es algo que nos define Dios por revelación, de manera que algo es bueno porque Dios dice que es bueno en su omnisciencia, y ahí no tenemos nada que objetar.
Dios nos define lo que es bueno y lo que no lo es.
Pero, ¿y si un ateo nos pregunta por el bien? ¿Que le podemos decir?
Si le decimos que es un concepto mental, estará influenciado por nuestra educación y cultura.
Nadie negará que los valores de conducta dependen de nuestra cultura en gran parte (si no en toda).
Creo que, más bien, acordamos, a lo largo del tiempo y de forma tácita, lo que nos conviene y así vamos creando valores útiles para nuestra convivencia como individuos y en sociedad.
Por lo tanto, lo bueno, sería un valor necesario y relativo a la cultura en la que nos relacionamos.
Creo que no existe una regla infalible para conocer lo que está bien o no, fuera de lo cultural.
La ética es necesaria en nuestras relaciones en sociedad, y de ésta nace la filosofía política y el derecho.
Si existiera un solo individuo, no necesitaría la ética para nada.
La moral y la ética es un tema que me interesa bastante, pero en el que tengo muchas preguntas y pocas respuestas.
Gracias y un saludo.
Hola Paco, gracias por su comentario. Sus preguntas merecen un seminario de varios años. No son nada fáciles de tratar con brevedad. Si el bien no fuera una entidad racional, no podríamos conocerla ni, por tanto, ser buenos (salvo por casualidad). Otra opción es la revelación, pero eso solo lo admite el creyente. El ateo no tiene otra opción para universalizar los criterios morales que la razón. A mi juicio, el bien y los valores no pueden ser mera producción de la mente o la cultura sin perder su entidad como valores. Que "bien" signifique algo distinto para cada contexto, cultura, situación, etc (esto es el relativismo moral) es, de entrada, contradictorio. No puede ser que "lo bueno" no sea lo mismo aquí o allí (siendo igualmente "lo bueno", pues así lo definimos). Los valores no son, por demás, hechos fácticos (son lo que califica a esos hechos), luego no parece fácil que puedan ser entidades sujetas al tiempo y al espacio, como lo son los hechos. Ni los valores, ni la libertad, en general, pueden explicarse como un hecho más de la realidad física. De ahí la referencia a la trascendencia. Un cordial saludo.
ResponderEliminarBien Víctor.
ResponderEliminarDesde mi máximo respeto y humildad.
No creo necesario recurrir a la metafísica para explicar la existencia de los valores morales.
Más bien, sí a la psicología social y a la antropología cultural.
En mi opinión, no tienen por que ser trascendentes, absolutos, unos noúmenos.
Yo los veo más bien como inmanentes y relativos, accesorios y necesarios por su utilidad, unos fenómenos y como tales sujetos a una estructura espacio-temporal.
Aplicando la navaja de Ockam, me quedo con la explicación más sencilla.
La carga de la prueba recae en quien afirme la existencia de tales entes.
Sólo es mi opinión, pero puedo estar equivocado, claro.
Lo que no me convence, es la teoría ética desde la sociobiología porque elimina en el hombre la dimensión existencial de lo moral, de la libertad y la responsabilidad, además de acercarse peligrosamente al darwinismo social.
Un cordial saludo.
P.D: Me alegro de haber encontrado su blog en este laberinto de la red.
Un lugar para la reflexión y el debate.
En lo sucesivo, si le parece bien, me tomaré la libertad de participar con algunas opiniones, siempre desde el respeto y la cortesía.
Hola, Anónimo, gracias por su comentario y bienvenido al blog. El tema que ud. discute es uno de los más interesantes de la filosofía moral: el estatuto ontológico de los valores. ¿Son meros hechos o fenómenos, o son entidades ideales y trascendentes? Podemos obrar por reducción al absurdo: si los valores fueran hechos espacio temporales no podrían ser aquello que cualifica a los hechos como valiosos (¿podría un hecho, particular como todo hecho, cualificar a muchos otros hechos a la vez, al mismo tiempo?). Tampoco parece que lo que los valores refieren (lo bondadoso, lo justo, lo bello...) sea reducible a hechos puntuales. Podríamos decir que está en la mente, por abstracción a partir de la observación de hechos considerados "valiosos", pero las siguientes preguntas nos encierra en círculo: ¿por qué es valioso tal o cual hecho considerado? ¿por qué es justa tal consideración de lo justo? Etc. No puede estar en la mente pues. Luego, o no tienen referencia, o refieren un ámbito ideal o trascendente, el del "debe ser". Tal vez no sea tan raro aceptar lo trascendente para el ámbito moral, dado que, como ud. afirma, la sociobiologia no puede explicar la libertad. Un saludo cordial, y quedamos a la espera de sus opiniones.
ResponderEliminarPienso que habría que distinguir entre el sentido moral y el contenido de la moral. No es la misma cosa. De la misma manera que no es lo mismo el contenido de las matemáticas que la capacidad para comprender y manejar las matemáticas. Puede que evolutivamente hayamos desarrollado la capacidad para comprender la moral —al igual que desarrollamos la capacidad para pensar matemáticamente— pero nosotros no inventamos la moral ni la matemática. La descubrimos mediante la razón.
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