La tarea más inmediata,
si se quiere ir del gesto al hecho y al derecho en política
migratoria, consiste en convencer a la ciudadanía de la necesidad de
esas medidas políticas. Ahora bien, aquí hay varias opciones. Un
gobierno netamente liberal podría limitarse a usar el argumento
pragmático acerca de la rentabilidad a medio plazo de la acogida
masiva de migrantes. Pero con esto no basta si gran parte de la
población nativa no entiende o comparte ese argumento, ni si quien
lidera la política es un partido socialdemócrata con el marchamo
“de izquierdas”. En estos casos, especialmente en el segundo, hay
que ir más allá del argumento pragmático. Tan lejos de este que
casi empecemos a rozar la idea de justicia.
Interesa, en ese caso,
convencer concienzudamente a la ciudadanía de (1) que las
migraciones son un fenómeno político y económico provocado por la
desigualdad económica y las guerras del que nosotros mismos, además,
hemos sido parte mucho antes que juez; (2) que todos
los seres humanos tienen el mismo derecho a vivir en paz y en un
entorno seguro y digno; (3) que la condición humana está por encima
de cualquier consideración nacional o defensa de privilegios
económicos en nombre del presunto y discutible mérito consistente
en haber nacido aquí o allí; (4) que la solidaridad no es
caridad ni «echar un mano», sino reparación y reparto de los
recursos que, en términos racionales, no tenemos el más mínimo
derecho a considerar exclusivamente nuestros.
Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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