Que el viaje proporciona experiencias
estéticas únicas es el argumento favorito de los turistas con
más vocación. Según ellos, contemplar in situ tal o cual obra de
arte, monumento o paraje supone una vivencia singular que solo el que
ha estado allí (es decir, tropecientos mil) ha podido tener. Así,
es curioso oír a ateos como catedrales delatando con religioso
arrobo su «síndrome de Stendhal» al encontrarse con tal o cual
famoso cuadro, monumento o lugar emblemático «que hay que ver»,
que han visto ya miles de veces en la tele, y que vienen a ver en
sincronizada peregrinación sucesivas manadas de mirones. Es curioso,
digo, que en la época de la reproductibilidad técnica, que decía
Benjamin, y de la circulación masiva de información, persista aún
este tipo de fetichismo. ¡Como si una obra de arte tuviera que estar
aquí o allí, o ser «el original» –un original que el turista
jamás distinguiría de una copia– , para provocar una vivencia
estética!...
Sobre las razones para dejar de hacer viajes turísticos trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí. Y para escuchar la tertulia radiofónica sobre el mismo tema en Canal Extremadura Radio pulsar aquí (desde minuto nueve).
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