miércoles, 19 de septiembre de 2018
¿Entonces, no hay que vender armas?
¿Es moralmente lícito que un Estado permita que se fabriquen o vendan armas y, además, que se vendan a un régimen tiránico que mata a civiles inocentes en una guerra injusta?
La primera respuesta simple (y falsa) a este dilema es: sí, es perfectamente lícito, en general, vender armas a quién lo demande y pueda beneficiarnos en el trato. Al fin y al cabo, ¿quién es el Estado, o nosotros mismos, para juzgar o responsabilizarnos moralmente de lo que haga nadie con lo que le vendemos? Las guerras son, por otra parte, un fenómeno inevitable, consustancial a la realidad humana, tal como lo es el ansia de poder o de riquezas. Nadie va a cambiar eso. Así que, ¿que hay de malo en hacer lo que (en el fondo) hacen todos y sacar provecho de ello?
La otra respuesta simple, opuesta a la anterior (y también falsa), declara que el comercio de armas es, por principio, pernicioso, tal como son las guerras a las que sirve, por lo que hay que oponerse tajante e inmediatamente a él. Fabricar y vender armas supone convertirse en cómplice de aquellos que las usan. Mucho más si se trata de guerras de dudosa legitimidad (como son la mayoría) y en la que sufren civiles (como pasa en casi todas).
Estas dos respuestas son, decía, además de simples (o justamente por eso), falsas. La primera es el tipo de realismo político que enarbola el liberalismo radical. La segunda el tipo de rigorismo moral que exhibe a menudo la izquierda. El primero es falso porque reduce lo que “debería ocurrir” a lo que “ocurre” (pero la política no consiste simplemente en justificar lo que ocurre, sino en intentar que ocurra lo que debe). El segundo por negar lo que “ocurre” en nombre de lo que “debería ocurrir” (pero la política no consiste simplemente en enunciar lo que debería ocurrir, sino en hacer, realmente, que ocurra). El realismo ultraliberal suele degenerar en el crudo cinismo de quienes no creen ni defienden más que sus intereses inmediatos; y el moralismo testimonial de la izquierda en la retórica huera de quienes puede clamar en términos absolutos contra todo (la guerra, el capitalismo, la prostitución…) porque ni dependen para sobrevivir de tan turbios negocios (o eso creen) ni, en verdad, corren ningún riesgo de tener que llevar a cabo sus propósitos.
¿Qué hacer entonces?... De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer la noticia completa pulsar aquí.
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Como todo lo existente en la tierra tiene un funcio, las armas se crearon para darles un uso,y el ser humano las usa para terminar con la vida de alguien sin importar que sea inocente o no, los seres humanos son capaces de hacer cualquier cosa con tal de sobrevivir en conclusión no tiene opcion y en este caso las armas son efectivas para terminar con los débiles. Aunque desde la lógica las armas se crearon con el fin de que determinado país se volviera más poderoso y así ponerle fin a cualquier conflicto pero nada resultó así porque entre más pasa el tiempo, las armas son modificadas, el vender o comprar armas no es el problema el problema son los seres humanos quienes les dan mal uso.
ResponderEliminarComo todo lo existente en la tierra tiene un funcio, las armas se crearon para darles un uso,y el ser humano las usa para terminar con la vida de alguien sin importar que sea inocente o no, los seres humanos son capaces de hacer cualquier cosa con tal de sobrevivir en conclusión no tiene opcion y en este caso las armas son efectivas para terminar con los débiles. Aunque desde la lógica las armas se crearon con el fin de que determinado país se volviera más poderoso y así ponerle fin a cualquier conflicto pero nada resultó así porque entre más pasa el tiempo, las armas son modificadas, el vender o comprar armas no es el problema el problema son los seres humanos quienes les dan mal uso.
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