Ilustración de Marien Sauceda |
No creo exagerar si afirmo que la casi completa falta de
capacidad para el diálogo – observen cómo se discute en las redes o los medios
– es el mayor y más radical de nuestros problemas. Todos los demás (económicos,
sociales, políticos, ideológicos) podrían empezar a resolverse si nuestros
dirigentes y los que les presionan y apoyan – es decir, nosotros –
desarrolláramos la capacidad necesaria para pensar y comunicarnos de manera
compleja y fructífera.
Sin embargo, y pese a lo dicho, al diálogo no se le presta
apenas atención en el sistema educativo. A los niños se les enseña diaria y
sistemáticamente a leer, escribir, calcular o repetir cientos de tareas
secundarias, pero no a dialogar. Así, se habla de inteligencia verbal,
matemática, musical, social... Pero no de inteligencia dialéctica, que
es la base y la condición de la excelencia de todas las demás...
Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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