“Filosofía” significa en griego “amigo o amante de la sabiduría”. El “filósofo” es el que “ama el saber”, el que “busca la sabiduría”. Ahora bien, ¿nos conviene este amor?, ¿es bueno esto de querer saber?... Algunas filosofías y doctrinas religiosas piensan que el hombre en “estado natural” (como un animal o un niño) es ignorante, bueno y feliz, y que es la educación lo que le corrompe, volviéndolo malo e infeliz. ¿Será esto cierto? ¿Es mejor no saber demasiado? ¿Son más felices los animales, o los niños, o los tontos, que nosotros? ¿No será mejor no venir a clase (o venir, a lo sumo, para aprender algún oficio con que ganarnos la vida y ya está)? Tal vez, las asignaturas más teóricas que daís en el instituto habría que suprimirlas (sobre todo la filosofía, que es la más teórica de todas). Al fin y al cabo, ¿para qué sirven realmente? Para nada. Si queremos ser felices lo mejor es no pensar ni saber demasiado (ser, algo así, como Homer Simpson: cuanto más tonto e inocente, mejor)...
En mi caso para ser feliz debo aprender filosofía, tendré un título y disfrutaré de ello...
ResponderEliminarOh, todas las hormiguitas creen lo mismo: que ser feliz es disfrutar arrebujaditas en un título. Olvídese de eso, abandone su hormiguero y más que aprender, recuerde esos deseos que hormiguean en su cuerpecito, justo allí donde crecen las alas.
ResponderEliminarNo todas las respuestas dan la felicidad igual como tampoco la felicidad crece en las respuestas...
ResponderEliminarHola Anónimo.
ResponderEliminarDe acuerdo: no todas las respuestas dan la felicidad, solo la dan las que son correctas.
Un saludo!