Más que tristeza es melancolía. La inspiran esos
adolescentes independentistas gritando indignados. No tienen ni repajolera idea
de las ideas que tienen, ni de lo que les hacen hacer, pero da igual: lo
importante es estar ahí, corriendo ante la policía, furiosamente vivos y libres
(de toda duda) en la cresta de la ola del grito y la bandera común. ¿Quién no
se ha dejado llevar alguna vez por estos tsunamis de romanticismo político?
Ahora, una cosa es que nos compadezcamos de esos chicos
(después de encerrar a los aprendices de guerrillero que los pastorean), y otra
que no sepamos ver como adultos el verdadero carácter de ese “tsunami” que,
lejos de ser “democrático”, no es sino una invocación a la vía de escape (o la
cortina de humo con que escapar) más fascistoide del malhadado “procés”.
De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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