domingo, 8 de noviembre de 2009

Fe y duda. La tragedia de San Manuel Bueno, Mártir.




!CAVERNÍCOLAS TODOS¡ Ángela, famosa cavernisofa de las tribus de Segundo, quiere sembrar la duda en nuestras tenebrosas mentes, y ha propuesto un tema de debate a propósito del libro de Miguel de Unamuno "San Manuél Bueno, Mártir". Este será el tema, además, de nuestra próxima Reunión extracavernaria en el bar irlandés (próximo miércoles 18 a partir de las 19.30), a la que estáis todos invitados. (Se recomienda que, además de la entrada, le echéis un vistazo, si podéis, a la novela de Unamuno, que es muy breve y interesante; podéis leerla gratis en: www.leergratis.com/.../san-manuel-bueno-martir-miguel-de-unamuno.html -)


Aquí va la entrada sobre el libro de “San Manuel Bueno, mártir”:

El libro nos narra la vida de un cura, don Manuel que vive únicamente para su pueblo. Se dedica a ayudar a los demás sin mirar lo que le pueda costar a él, hecho que le hace parecer un santo ya que consigue obrar lo que parecen auténticos milagros (como que un joven acepte un hijo de su antigua novia por suyo sin serlo). Pero a pesar de las apariencias este hombre esconde un secreto: no tiene fe. Es un cura que predica la religión católica pero sin embargo no cree en el dios que en sus misas proclama.

La historia nos la cuenta Ángela Carballino, que dice recoger su vida por no querer que se pierda en el olvido. Tanto ella como su hermano Lázaro descubren su secreto, ella sí cree pero su hermano comparte la duda de don Manuel, a quien ayudó en su mentira de dar alegría fingiendo que el santo le había convertido por fin. Sin embargo sus vidas están vacías y sin sentido porque piensan que detrás de la muerte que a todos nos llega tarde o temprano no hay nada. Solamente dejamos de existir.

Resulta paradójico el hecho de que el hombre que reparte felicidad tan solo con su presencia (como se nos muestra en el relato) sea alguien infeliz que huye de la ociosidad por miedo a la soledad y a pensar. ¿Por qué evita enfrentarse con la razón? ¿Es posible que de verdad no crea absolutamente en nada? Esto nos lo aclara Ángela al final del libro cuando nos relata las muertes de don Manuel y su hermano, nos dice que murieron “creyendo no creer, pero sin creer creerlo, creyéndolo”. Esto significa que ellos pensaban que no creían en nada, pero que cuando en verdad les vino la muerte, sin querer y sin darse cuenta terminaron creyendo en algo por muy poca que hubiese sido su creencia en ese algo.

Entonces, ¿es posible no creer en nada? Esta obra de Unamuno nos refleja este problema sobre la existencia humana. Nos plantea una pregunta aparentemente imposible de responder por la ciencia pero a la que da respuesta la religión (o al menos eso parece cuando resulta que tanta gente se cree lo de la vida eterna por pura voluntad, por fe). ¿Por qué entonces duda este cura de su religión? ¿Puede ser acaso que se planteara su existencia desde un punto de vista racional en vez desde uno en el que domina la fe sobre la lógica? ¿Por qué entonces es más infeliz aquel que parece haber usado la razón que aquellos que se creen las cosas sin discutirlas, por fe?

Lo dejo aquí porque es un tema que puede dar mucho sobre lo que discutir. ¿Qué pensáis vosotros de todo esto?

PDT: Perdón por la tardanza de la entrada y por no haber podido responder mejor a esta pregunta existencial que plantea Unamuno (no lo sé todo, ojalá) pero espero que podamos discutirla entre todos para mejorarla.

Un saludo.






3 comentarios:

  1. Bueno, ya que nadie se anima, voy a comenzar yo. El problema de Unamuno (aparece en el San Manuél y en todos sus libros) se puede resumir en dos ideas:

    1. SI NOS VAMOS A MORIR, PA QUÉ TODO. La vida humana, racionalmente hablando, no tiene sentido. Todos los proyectos y deseos que pueden darle sentido (el conocimiento, la felicidad, el amor, la justicia, la perfección en cualquier aspecto) son imposibles de cumplir, pues en cualquier momento llega la muerte y lo borra todo (incluyendo lo poco que hayamos conseguido). En otras palabras: la realización humana no puede darse en este tiempo limitado que es la vida. Somos infinitos en deseos, pero finitos en cuanto seres vivos destinados a desaparecer del todo. Esta es la tragedia humana: queremos serlo todo, pero en el fondo no somos nada. Una pasión inútil, eso somos. A Unamuno le flipa y le tortura el hecho de que vamos a dejar de ser del todo, de que todo lo que somos y conseguimos se borrará, como si nunca hubiera existido. Esto le quita todo su sentido a todos nuestros esfuerzos, a toda gran obra (sólo quedaría un vago disfrute del presente que nos hiciera olvidar nuestro inminente destino: la nada).

    2. LA ÚNICA SOLUCIÓN ES LA FE, PERO EL PROBLEMA ES QUE SOSPECHAMOS QUE LA FE ES UN AUTOENGAÑO Y ASÍ, EN LA DUDA CRÓNICA, TAMPOCO SE PUEDE VIVIR. Unamuno llega a considerar a la razón como una enfermedad que nos debilita y deprime, pues le quita el sentido a la vida (la demuestra como absurda, sobre todo por el hecho obvio, racionalmente innegable, para él, de la muerte). Unamuno se rebela contra la razón: ¡no puede ser que tengamos que morir, no podemos admitir que el fin de nuestra vida es la nada! Frente a esto se levanta la fe, la esperanza de que, aunque no lo entendemos, la muerte, la nada no es posible, y que de alguna manera cada uno de nosotros hemos de seguir existiendo. El problema es que esta esperanza no es racionalmente creíble, asi que uno tiene que mantenerla por pura fe. ¿Pero nos basta la fe? ¿No será la fe una forma de engañarnos a nosotros mismos y a los demás (en el caso del cura de la novela) para ser felices? Esta es la duda que corroe las entrañas del personaje de la novela (y del propio Unamuno). Tan angustiosa es la duda o tan certera la sospecha de que la fe es, en el fondo, un engañabobos, que empieza a aparecer LA TENTACIÓN DEL SUICIDIO. Si la razón nos condena a la nada y la fe es un engaño, no hay solución. Lo único que cabe es acelerar el proceso para evitar el dolor y suicidarse. Unamuno, como el personaje de su novela, lucho toda su vida con esta tentación: ¿no será el suicidio la única solución al problema del sentido de la vida?...

    En fin, las preguntas que podríamos hacernos son:

    1. Realmente la muerte es nuestro destino. Si así fuera, ¿tendría sentido la vida?.
    2. Puede la razón (la ciencia, la filosofía) resolvernos esta papeleta.
    3. ¿Puede hacerlo la fe? ¿A qué precio? ¿Podríamos tener fe "a voluntad"? ¿Podríamos vivir con la ilusión de la fe sabiendo que la fe puede ser no más que una ilusíón?
    4. ¿Por qué no suicidarse? ¿Es el suicido una solución (o disolución) aceptable?

    Decidme si os interesa que discutamos todo esto y si os viene bien el lugar y la fecha propuesto.

    Un saludo a todos.

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  2. Es cierto que Unamuno tiene un problema bastante serio...(¿y quién no?)Pero podemos hablarle de algo que a él también le apasionaba y que seguro que algo de consuelo le daría si pudiese. A este escritor le apasionaba la ontología como he podido observar al hacer la entrada. Con esto quiero decir que podemos darle un argumento sobre por qué la vida tiene sentido y la muerte también a través del Ser:
    Para empezar una vez después de muertos tenemos que seguir siendo porque si en vida somos en la muerte también tenemos que seguir siendo (aunque solo sea el alma) porque...¿cómo justificar el cambio desde el ser que somos en vida al supuesto no ser que seremos en la muerte? ¿Qué nos contestaría aquí Unamuno?
    No quiero decir mucho porque este tema va a ser discutido fuera del blog, por eso no hemos comentado nada.

    Un saludo.

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  3. Hola Ángela.
    Ok, estupenda tu propuesta (creo que coincide con lo que he puesto en el punto 2 de la propuesta que os hago. Desde luego, la ontología de Unamuno no era igual que la que tú sugieres (para él el cambio era parte del Ser y el Ser era, por tanto, en parte irracional). Pero eso es lo interesante de la discusión. Tal vez podríamos hacer un poco de espiritismo para que Unamuno pudiera también asistir. Si lo logramos, ¿habríamos confirmado su teoría ontológica o la nuestra?

    Un saludo
    pd. Si ves a Toni, Silvia, Elena, Dario y compañía diles o recuérdales lo de la reunión (yo no los veo hace tiempo).

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