Me escribe entusiasmado un ex-alumno para invitarme a
compartir el “proyecto juvenil” en el que anda metido. Abro el enlace y aparece
la web de un evento que, a poco que mires, está entre una demostración de
productos, una sesión de coaching para ejecutivos de medio pelo y el
show de unos tube-predicadores con ganas de forrarse.
Nada nuevo bajo el sol – piensas, después de admitir la
parte de responsabilidad que te toca como profe – , salvo, quizás, la estética
y el medio. Cuando yo era pequeño los charlatanes – corbata, pelo cortado a
navaja, enormes maletines – mendigaban
de puerta en puerta y los más humildes – con sus lociones milagrosas y sus
prodigiosos mondapatatas – sobre un cajón en el mercado; podías observar como
trabajaba el “gancho”, escuchar el emotivo testimonio del neoconverso, o
pasmarte con la candidez del pardillo que acababa picando; el espectáculo era
gratis y educativo. Los pícaros de ahora – con pinta de emprendedores de
gimnasio – son más agresivos: se te
cuelan por las redes, te cobran por adelantado y te abducen en cuerpo y
alma... Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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