sábado, 21 de diciembre de 2019
Celebritycracia
Mi amigo el periodista Antonio León suele hablar con nostalgia de La Clave, el programa de coloquios televisivos que dirigió José Luis Balbín durante la transición, una época en la que ir a hablar a la tele era aún una cosa seria. Luego, ya saben, aquellos sesudos debates dieron paso a las tertulias entre periodistas (transmutados en vedettes de la opinión), a simulacros de debate político (en época electoral) y a las paradas de monstruos de la telebasura. Así, la opinión pública dejó de ser “educada”, al menos en parte, por académicos e intelectuales (como los que traía Balbín a su programa) para serlo, del todo, por presentadores, demagogos y famosos, muchos famosos. Es a ellos – actores, cantantes, deportistas… – a los que – sobre cualquier asunto público – se les pregunta y escucha hoy.
¿Qué explica este cambio, nos preguntaba Antonio en la tertulia (de no-famosos) que celebramos los lunes en la radio pública? ¿Cómo es posible que instituciones o acontecimientos, antes rodeados de una solemne gravedad (como la reciente cumbre mundial sobre el clima) sean hoy un espectáculo – entre el photocall y las charlas TED – en el que se exhiben por igual las opiniones de científicos, estadistas y estrellas de cine? ¿Qué autoridad tienen Harrison Ford, Alejandro Sanz o Javier Bardem – por poner algunos ejemplos – para subir a una tribuna a hablar del cambio climático o de cualquier otro asunto público? Ninguna, claro. Pero justo por eso la tienen toda... Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 18 de diciembre de 2019
El Joker y los "menas"
A veces les suelto a mis alumnos la típica “filípica de los niños pobres”. Ya saben, aquello de “no sabéis la suerte que tenéis por venir a la escuela en lugar de estar trabajando o malviviendo como otros chicos de vuestra edad”. La moralina es un poco tramposa (“siempre hay algo peor, así que confórmate con lo que se te da”) pero sirve, en ocasiones, para debatir sobre el asunto: ¿por qué algunos niños y adolescente pueden ir a la escuela y otros no?
Para actualizar el tema saco a colación la polémica en torno a los “menas”, los menores inmigrantes que han llegado solos a nuestro país y a los que, desde algunos sectores – siempre fieros con los más débiles – se pretende estigmatizar. ¿Por qué algunos niños disponen de un entorno seguro en el que se les cuida y educa – les pregunto entonces – y otros tiene que emigrar para ganarse – o salvar – la vida?
Una vez confrontados y descalificados los demás motivos anteriores, brota, al fin, el más contundente y emocional: “¡Es que vienen a delinquir!”. Igual que antes, y haciendo caso omiso de los datos que la desmienten, les doy por buena la hipótesis. Vale – les digo –, ¿y qué haríais vosotros en su lugar? Como se quedan callados, les pregunto: ¿Habéis visto Joker? (la superproducción de moda, una buena peli para adolescentes). Pues bien – les cuento – si siendo un niño me hubiera tocado a mí escapar del hambre o la guerra, cruzar solo miles de kilómetros, ser asaltado, acosado, y jugarme la vida en una patera para que, al final, en lugar de cuidarme o ayudarme, se me atacase y tratase como a una escoria... ¡Os juro que a mi lado el Joker iba a parecer una hermanita de la caridad!... “¡Hala, profe, entonces serías malo!” – exclaman –. A veces – les provoco – ser malo parece la única forma de salvar la dignidad y luchar por la justicia. “Pero entonces – repara uno – sí que estaría justificado castigar o expulsar a esos niños”. “¡Con lo que se volverían más rabiosos y malos aún!” – dice otro –. “¡Sería la guerra!” – añade el primero –. Violencia o justicia. ¿Hay alguna otra alternativa? – les pregunto entonces yo –. “Si – dice alguien –: que luchen pacífica y políticamente para cambiar las cosas. Aunque para eso – continua tras un momento de reflexión – tendrían que ir a la escuela, y tener cultura, y papeles, y gente que los apoye, y...” “¡Vamos – le interrumpen –: ser como nosotros!”. Equilicuá, pienso yo, mientras me delata una sonrisa... (De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí).
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miércoles, 4 de diciembre de 2019
Educar en el diálogo
Ilustración de Marien Sauceda |
No creo exagerar si afirmo que la casi completa falta de
capacidad para el diálogo – observen cómo se discute en las redes o los medios
– es el mayor y más radical de nuestros problemas. Todos los demás (económicos,
sociales, políticos, ideológicos) podrían empezar a resolverse si nuestros
dirigentes y los que les presionan y apoyan – es decir, nosotros –
desarrolláramos la capacidad necesaria para pensar y comunicarnos de manera
compleja y fructífera.
Sin embargo, y pese a lo dicho, al diálogo no se le presta
apenas atención en el sistema educativo. A los niños se les enseña diaria y
sistemáticamente a leer, escribir, calcular o repetir cientos de tareas
secundarias, pero no a dialogar. Así, se habla de inteligencia verbal,
matemática, musical, social... Pero no de inteligencia dialéctica, que
es la base y la condición de la excelencia de todas las demás...
Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
domingo, 1 de diciembre de 2019
Taller de Diálogo Dramatizado en la Universidad Autónoma de Madrid.
No queremos ganar más
No recuerdo quien se quejaba hace tiempo de la falta de
ambición de los jóvenes extremeños, muchos de los cuales – decía – “no
aspiran más que a ser funcionarios”. “No entiendo – añadía – que esos muchachos
no quieran ganar más”. Yo, sin embargo, lo entiendo perfectamente. Lo
que quieren esos chicos no es ganar más, sino disfrutar de un empleo
estable y en condiciones (laborales) que les permitan dedicar el mayor
tiempo posible a su familia, sus amigos, sus placeres y sus aficiones. No
es que sean, pues, poco ambiciosos – diría yo – , es que lo son de lo que
más importa serlo.
Es cierto que a todas horas se nos intenta inculcar un
modelo de vitalidad extraño a todo esto: el del tipo obsesivamente entregado al
trabajo y la producción de beneficios. Así, nos ensalzan una y otra vez a esos
patéticos personajes cuyo único mérito conocido es el de ganar mucho dinero,
como si eso revelara alguna cualidad humana excepcional – y no, tan solo, una
enfermiza pasión por acumular ganancias – , o como si amontonar millones
tuviera algo que ver con disfrutar de una vida digna y feliz. Este repulsivo
imaginario moral – de origen
fundamentalmente anglosajón – se nos ha querido colar hasta las entrañas pero,
ya ven, muchos de nuestros inconformistas chicos, lejos de conformarse con él,
pasan de emular al negociante o al ejecutivo, porque lo que quieren no es más
dinero, sino más tiempo para vivir... De todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 27 de noviembre de 2019
Educación pública y filosofía
Debería estar claro a estas alturas que la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos no puede ser irrestricta, sino, además de limitada por las leyes, condicionada por el derecho de los hijos a escoger sus propias opciones morales, religiosas e ideológicas. Este es el verdadero reto: lograr una educación plural y libre para todos, más allá del mercado y del interés y la ideología de unos pocos. La cuestión es cómo.
Una opción – deseable para defensores más serios de la concertada – sería que el Estado financiase todo tipo de proyectos educativos de iniciativa social (mejor que empresarial) procurando fomentar la mayor diversidad posible entre ellos (evitando monopolios ideológicos) y dentro de un marco legal común. Lo malo de esta opción es que produce “guetos” culturales que resulta difícil integrar luego en la comunidad. Por ello, más que ofrecer alternativas educativas y morales en escuelas distintas, se trataría de ofertar esa diversidad en la misma escuela pública. Articular una sociedad plural es difícil sin una experiencia formativa común en la que, a la vez que se oferta todo lo que las familias pueden demandar, se dota a los alumnos de la suficiente capacidad reflexiva, argumentativa y ética para adoptar sus propios valores e ideas y tolerar, críticamente, las de los demás.
Formar en la diversidad, la convivencia y la capacidad para construir un sistema de valores propio son los ingredientes fundamentales de una educación libre y democrática. Algo que requiere de una escuela pública fuerte, bien financiada y al alcance de todos. Pero también de una apuesta decidida por aquellas materias que más directamente fomentan el diálogo, el pensamiento crítico y la autonomía moral; algo que viene al pelo reivindicar hoy, víspera del día con el que la UNESCO recuerda que la Filosofía es la piedra angular de todo sistema educativo que aspire, de verdad, a respetar la pluralidad ideológica.
De todo esto trata nuestra última colaboración el El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
jueves, 14 de noviembre de 2019
El Vox que nos merecemos
Las circunstancias que a cierto nivel promueven el triunfo
del populismo ultramontano y, a otro nivel, su tránsito al fascismo, son
siempre las mismas – convulsión social y debilidad política – y como tales han
sido cultivadas a conciencia durante los últimos meses y años en nuestro país.
La convulsión social que ha alentado el crecimiento de Vox
es la que se vive en Cataluña. La percepción cierta de que en parte del país
hay una rebelión en marcha, con un gobierno que participa de la misma y que
alienta acciones de insubordinación más o menos violentas – estos días el
bloqueo de la frontera norte del país – sin que haya una reacción firme de
restablecimiento del orden, ha escandalizado a muchos que, sin participar de la
totalidad del ideario de Vox, se ven seducidos por el mensaje populista de
“mano dura” con el independentismo.
De otro lado, si bien la debilidad de los partidos
tradicionales no es ajena a una crisis más estructural de legitimidad, esta se
ha visto acentuada en nuestro país por una serie de decisiones indeciblemente
irresponsables. La bochornosa trifulca por el poder entre los dos principales
partidos de izquierda y el infame gesto de forzar unas elecciones por puro
cálculo partidista – y en circunstancias especialmente convulsas – de un lado,
y la crisis de autoridad de la derecha con respecto a su sector más ultra, por
el otro, han ofrecido una imagen de debilidad e ineficacia del sistema que ha
empujado a muchos – a veces sin otro motivo ideológico más fuerte – a la opción
populista. Esperemos que la alianza – al fin – de la izquierda sirva para
modificar en parte esta percepción... De todo esto y más trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
jueves, 7 de noviembre de 2019
...Y líbranos del juego, amén
viernes, 1 de noviembre de 2019
Profesores guerrilleros
Hay gente que se queja de que los profesores hablen – o
hablemos – de política en clase, porque piensan que, así, adoctrinamos a
los alumnos. ¿Es esto cierto? ¿Se puede y debe hablar de política en las aulas?
Y si es así: ¿cómo hacerlo? ¿Cabe una educación política que no sea
manipuladora, sino liberadora?
Antes de nada hay que aclarar que en las aulas – como en las
casas, las calles, las series de la tele o los conciertos de reguetón – se hace
siempre política aunque no se hable de ella. Que se hace política
quiere decir que se transmiten modelos acerca de lo que es moral y
socialmente justo o legítimo. De hecho, los niños aprenden tanto o más de la
conducta de sus profesores o padres que de sus palabras, o de la forma de actuar
de sus amigos o los personajes que admiran que de la de sus profes y padres, o
de los valores que rezuman las canciones o películas de moda que de cualquier
catecismo o manual de Ciudadanía.
En toda sociedad se educa pues (de forma tribal y en gran medida
irreflexiva) en ciertas ideas o creencias acerca de lo que es y no es
políticamente válido o deseable. ¿Es esto adoctrinamiento? Sin duda. Lo que
pasa es que es “nuestro adoctrinamiento” (el de nuestra cultura, nuestras
creencias, nuestra familia), por lo que nos parece de perlas – si es que no la
transmisión de la Verdad misma – . ¿Y la escuela? ¿Qué papel ha de guardar en
todo esto?... Intentamos responder a estas preguntas en nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
lunes, 28 de octubre de 2019
¡No pasarán!
Más que tristeza es melancolía. La inspiran esos
adolescentes independentistas gritando indignados. No tienen ni repajolera idea
de las ideas que tienen, ni de lo que les hacen hacer, pero da igual: lo
importante es estar ahí, corriendo ante la policía, furiosamente vivos y libres
(de toda duda) en la cresta de la ola del grito y la bandera común. ¿Quién no
se ha dejado llevar alguna vez por estos tsunamis de romanticismo político?
Ahora, una cosa es que nos compadezcamos de esos chicos
(después de encerrar a los aprendices de guerrillero que los pastorean), y otra
que no sepamos ver como adultos el verdadero carácter de ese “tsunami” que,
lejos de ser “democrático”, no es sino una invocación a la vía de escape (o la
cortina de humo con que escapar) más fascistoide del malhadado “procés”.
De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 16 de octubre de 2019
Ni hispanidad, ni catalanidad (sino todo lo contrario)
EL ROTO |
Escribo bajo el volcán reactivado del nacionalismo catalán,
comprobando como, para desgracia de todos, una sustanciosa cantidad de
ciudadanos antepone la charanga patriotera al cumplimiento de las leyes y
obligaciones cívicas. Algo que, por otro lado, tiene su lógica: si quieres
justificar que las leyes reconozcan tus presuntos derechos, no ya como persona
o ciudadano de un Estado, sino específicamente como catalán (español, inglés,
mexicano o mogol) no tienes más remedio que echar mano de las fanfarrias, las
banderas, los desfiles y las movilizaciones patrióticas; porque lo que son
razones...
Ha coincidido la sentencia del “procés” y el rebrote
independentista en Cataluña con la más discreta polémica acerca de la
celebración de la Hispanidad y el descubrimiento de América. Una disputa que,
en los términos en que suele presentarse, no es más que una burda pamema. De
entrada, porque ambos bandos tienen una proporción similar de razón. Los
unos por recordar que, como toda conquista que se precie, aquella estuvo
plagada de crueles abusos e imposiciones. Y los otros por hacer valer todo lo
que los españoles aportaron (una lengua común, ciudades, universidades,
ciencia, etc.), amén del espíritu ecuménico que, mal que bien, orientó su
conquista bajo cierto conato de reconocimiento de derechos para los indígenas y
un mestizaje cultural (y humano) que para sí hubieran querido los americanos –
simplemente exterminados – más al norte.
Pero el problema, decía, no es el de esta vieja polémica. El
asunto interesante – y que conecta con el tema catalán – es si hay algún
acontecimiento histórico, relacionado con cualquier nación, que no sea, de
hecho y por principio, igual de moralmente ambiguo que lo es la conquista de
América. Y la respuesta es que no. No hay imperio, país, nación o proyecto de
nación que no deba su existencia (o su deseo de existencia) a la apropiación
del territorio y el sometimiento de poblaciones previamente asentadas que, con
casi total probabilidad, hicieron lo propio con las anteriores, y así hasta el
principio de los tiempos. Y esto incumbe al viejo Reino de Castilla, a las
culturas e imperios precolombinos, y a las naciones que componen hoy
Latinoamérica; a la España actual y la
proyectada República catalana; y a todas las naciones, en suma – las más
fuertes y las que esperan serlo en el futuro –, que comparten, en distinto
grado, ese mismo pecado original que es la violencia y el robo... (De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí)
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viernes, 11 de octubre de 2019
Un museo para la caza
La caza es percibida, cada vez por más
personas, como una actividad que despierta muy justificados reparos
morales. No hace falta ser animalista o ecologista para advertir que
acorralar y disparar a animales por el puro placer de hacerlo es,
cuando menos, cuestionable. Los animales no son personas, desde
luego. Pero tampoco son simples dianas móviles. Hacerles sufrir
hasta la muerte por puro deporte empieza a ser considerado por la
inmensa mayoría como algo moralmente injustificable. La caza
deportiva ha de buscar nuevos derroteros y opciones.
De otro lado, los argumentos que dan
los defensores de la caza para librar a este «deporte» de su
decadencia son muy endebles. La actividad cinegética puede reportar,
en ciertos contextos, algunos beneficios medioambientales, sobre todo
en relación a la superpoblación o extinción de ciertas especies
(un efecto provocado, a menudo, por los propios cazadores, deseosos
de introducir ciertos animales –véanse las numerosas granjas
cinegéticas, especialmente de jabalíes– y de eliminar
depredadores o «alimañas» que les puedan hacer la competencia).
Pero esto no es de ningún modo generalizable. La protección del
medio ambiente está, hoy, en manos de la Administración y de las
leyes, uno de cuyos objetivos es restaurar la capacidad de
regeneración y regulación natural de los ecosistemas, como se hace
en los espacios naturales que gozan de la mayor protección.
El resto de argumentos a favor de la
caza son igualmente discutibles, sobre todo si se los contrapone a la
consideración moral que hacíamos antes. Ningún beneficio
económico, tradición o ejercicio de libertad individual justifica
que se haga sufrir innecesariamente a animales tan anhelantes de vida
y sensibles al dolor como nosotros. El respeto a otros seres vivos y
la idea de que estos no deben considerarse como meros objetos para
nuestro entretenimiento son principios tan asentados ya en la
sociedad que incluso forman parte de los contenidos curriculares que
los docentes hemos de transmitir en clase. De ahí también la
preocupación por las campañas de promoción de la caza en los
colegios.
De todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 2 de octubre de 2019
Las niñas también cazan
Ante el descenso de licencias de caza,
la Federación de Cazadores de Extremadura se propone como reto
asegurar el relevo generacional y la incorporación de las mujeres al "sano, divertido y educativo" deporte de acosar y disparar a animales
salvajes. Por ello, irán, como han ido otras veces, a promover la
caza en las escuelas extremeñas, supongo que prestando especial
atención en animar a cazar a las niñas. Sobre esto esta última
colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
jueves, 26 de septiembre de 2019
Cinismo y ciudadanía.
La convocatoria de nuevas elecciones en nuestro país, las
cuartas en cuatro años, representa un rotundo fracaso, no de la democracia en
sí, sino del sistema de partidos sobre el que recae el monto mayor de poder
político – muy por encima del que pertenece nominalmente a la ciudadanía y que
esta solo ostenta, hoy, de manera formal –. La situación es tan grave como el
efecto combinado de cinismo y conformismo que genera y que a la vez permite,
perversamente, soportarla.
“Cinismo” es un término curioso. Designa tanto la absoluta
impudicia con que se engaña a los demás, como la actitud de descreimiento e
indiferencia de aquellos a los que se ha engañado ya incontables veces. Lo uno
y lo otro parecen sostenerse mutuamente. Así, el increíble cinismo con que los
partidos venden estos días su fracaso y descuido del interés publico (en pos
del interés propio) como si fuera un heroico auto-sacrificio, un defecto del
sistema, o un exceso de ambigüedad del electorado, parece sostenerse en que una
actitud distinta – crítica y honesta –
generaría tal reacción de cinismo en los ciudadanos que no valdría la pena
siquiera correr el riesgo de intentarlo.
Si partidos y ciudadanos empatan en cinismo, no andan menos
parejos en conformismo. El silencio corporativo y la completa ausencia de
debate (por no hablar de dimisiones) en el seno de los partidos tras estos días
aciagos es análogo al silencio indiferente de la mayoría. Todos parecen tenerlo
claro, de manera que, en el fondo, nadie engaña ya a nadie. Los ciudadanos
saben perfectamente que estamos donde estamos por simple calculo y hambre de
poder (y no por interés de estado, desarreglos programáticos o presuntas – e
infantiles – desavenencias personales). Y los políticos saben que lo sabemos –
aunque actúen como si fuéramos bobos de feria –
y que, no obstante, vamos a seguir votándoles por puro amor al orden.
Todos, en fin, nos engañamos de forma más o menos rutinaria o inconsciente, con
la certeza de que no hay nada (mejor) más allá de este patético juego de
complicidades.
Ahora bien, sería insensato pensar que esta situación de
deterioro puede mantenerse a perpetuidad. De hecho, las partitocracias
occidentales están cercadas por diferentes versiones (populismo,
antiparlamentarismo, ultranacionalismo, fundamentalismo...) de la tiranía que
ya los filósofos clásicos concebían como el fruto degenerado de la democracia –
y del que la historia nos ha dejado muestras más que suficientes –.
jueves, 19 de septiembre de 2019
El espíritu de las novatadas
Las novatadas universitarias no son una broma ni un juego
inocente. No existen los juegos inocentes. Todos transmiten ideas y valores.
Todos enseñan a vivir. Las novatadas transmiten la idea de que el poder y la
autoridad van ligados no al talento, la sensatez o el respeto por el otro, sino
al presunto grado que otorga la veteranía, a la arbitrariedad y a la falta de
escrúpulos. Las novatadas enseñan que para integrarte en el grupo tienes que
agachar la cabeza y dejarte humillar y, más adelante, ser tú el que humille al
más débil – al recién llegado, al más joven, al que todavía no sabe... – .
Las novatadas no son una forma adecuada de acoger y conocer
a la gente. Hay cientos de maneras más civilizadas de hacerlo. La novatadas se
asemejan, de hecho, a una ceremonia arcaica de iniciación, un tipo de “rito de
paso”. Las ceremonias de iniciación son comunes en muchas sociedades
tradicionales, están casi siempre asociadas a los varones (sirven para
convertir en “machotes” a los jóvenes tras una primera educación a cargo de las
mujeres), y consisten en someter al individuo a una experiencia traumática que
simboliza la muerte del antiguo yo y el renacimiento a una nueva vida en el
seno de grupos (el de los guerreros, la secta, la fraternidad, la “cosa
nostra”...) notablemente jerarquizados. A quien tenga alergia al gregarismo,
las cadenas de mando y la obediencia ciega, todo esto solo puede parecerle
repugnante. De hecho – pero, sobre todo, de derecho – las sociedades que hoy
tildamos de “modernas” lo son justo por haber superado estas formas primitivas
de instituir los vínculos de pertenencia.
Además de promover el machismo, el sufrimiento gratuito, el
servilismo o el aborregamiento, las novatadas obligan al consumo desaforado de
alcohol (a imitación, no menos borreguil, de las fiestas universitarias
norteamericanas) y pueden generar secuelas morales difíciles de superar, tanto
en el agresor (que se daña a sí mismo) como en el agredido (una humillación no
se olvida nunca, sobre todo si es injusta o gratuita, por mucho que uno intente
“compensarla” infringiéndola a su vez a los que vienen detrás).
Las novatadas tienen, pues, que ser percibidas como una
lacra, tal como lo son el acoso escolar o la violencia de género (de los que
también se decía que eran cosas sin importancia o poco menos que tradiciones o
fenómenos “naturales”). Y como la lacra que son, han de ser borradas del mapa.
O bien ritualizadas hasta que de novatadas solo tengan, a lo sumo, el
nombre.
miércoles, 11 de septiembre de 2019
Psicomercachifles
Me escribe entusiasmado un ex-alumno para invitarme a
compartir el “proyecto juvenil” en el que anda metido. Abro el enlace y aparece
la web de un evento que, a poco que mires, está entre una demostración de
productos, una sesión de coaching para ejecutivos de medio pelo y el
show de unos tube-predicadores con ganas de forrarse.
Nada nuevo bajo el sol – piensas, después de admitir la
parte de responsabilidad que te toca como profe – , salvo, quizás, la estética
y el medio. Cuando yo era pequeño los charlatanes – corbata, pelo cortado a
navaja, enormes maletines – mendigaban
de puerta en puerta y los más humildes – con sus lociones milagrosas y sus
prodigiosos mondapatatas – sobre un cajón en el mercado; podías observar como
trabajaba el “gancho”, escuchar el emotivo testimonio del neoconverso, o
pasmarte con la candidez del pardillo que acababa picando; el espectáculo era
gratis y educativo. Los pícaros de ahora – con pinta de emprendedores de
gimnasio – son más agresivos: se te
cuelan por las redes, te cobran por adelantado y te abducen en cuerpo y
alma... Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 4 de septiembre de 2019
Odio a los árboles
El filósofo de moda, Han, se equivoca. Mucho antes de que
triunfara lo que él llama la “estética de lo pulido” (esa que de los edificios
transparentes a la depilación integral va asemejándolo todo a una reluciente
pantalla de móvil), el gusto hortera por el pelo engominado, el inmaculado
salón de las visitas y el tenerlo todo como una patena era ya tendencia mundial
entre cuñados y cuñadas, víctimas todos de ese mismo horror apolíneo a
lo vivo del que cubre de cemento plazas y paseos y que, si pudiera, alicataba también
el mar y dejaba el Amazonas liso y oliendo a Mr. Proper. ¿Será todo por
esa magnética belleza que dicen que tienen los desiertos? Ni idea. Pero en la
imaginación de mis paisanos el paraíso ya no tiene árboles – esos que con
sagrados o profanos motivos han adorado todas las culturas – sino una inmensa superficie de hormigón con
un parking debajo. Para que los coches – al menos ellos – estén eternamente
fresquitos. ¿No es para colgarse? Aunque sea de una farola... Del odio a los árboles va esta última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 28 de agosto de 2019
Slum Tourism: ir a ver pobres
Se llama “slumming” o “poorism”, y consiste en organizar
visitas turísticas por los barrios más miserables de ciudades como Bombay o Rio
de Janeiro. Los organizadores prometen una experiencia inolvidable – con las
pertinentes medidas de seguridad – o, al
menos, la ocasión de hacerse un selfi junto a una favela o un grupo de niños de
la calle antes de volverse a la piscina del hotel.
En el Emoya Luxury Hotel and Spa, en Sudáfrica,
ofrecen todavía algo más que ir a ver pobres: vivir como ellos en un verdadero
Shanty Town (barrio de chabolas) construido allí mismo y al que no le falta
detalle: fachadas de uralita, barriles de latón y neumáticos para hacer fuego,
caño exterior de agua para lavarse... Todo, por supuesto, opcional, pues por dentro
las “chabolas” disponen de todas las comodidades imaginables.
Este tipo de turismo no es, por cierto, un fenómeno menor:
Dharavi, el suburbio más pobre y superpoblado de Bombay es ya, según
TripAdvisor, el destino favorito de quienes visitan la India, por encima del
Taj Mahal y otros lugares emblemáticos. ¿Cómo explicar esto?..
De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 21 de agosto de 2019
Tomarla con el arte
Dejaría usted de acudir al mejor
oncólogo del mundo si se enterase de que, en el pasado, fue lo que
hoy denominamos un «acosador sexual»? ¿Aceptaría usted dejar de
estudiar la teoría de la relatividad si se descubriera que
probablemente Einstein era un maltratador? Apuesto a que no. ¿Por
qué entonces nos permitimos hundir la carrera de un artista acusado
de un delito o conducta similar? A mi juicio, por pésimas razones,
como la de considerar las obras de arte como mercancías de lujo
de las que podemos prescindir, la de "endiosar" a los
artistas -- en nuestro mundo sin dioses -- y convertirlos en
arquetipos morales, o la de confundirlos con sus obras. La
visibilización y persecución del delito de acoso sexual debe ser,
desde luego, implacable. Pero no a costa del arte. Ya tenemos
bastante con los que pretenden censurarlo por su «incorrección
política» por como para soportar, también, a los que buscan
privarnos de él por mor del juicio moral a sus creadores... De todo esto trata nuestra
última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 14 de agosto de 2019
Respeto y tolerancia
Ignoro de dónde ha salido la idea de que tenemos que respetar, “por principio”, las ideas, creencias, sentimientos o costumbres de los demás, sean las que sean (así como castigar al – rapero, cómico, tuitero... – que no lo hace). Tal vez sea por la confusión – frecuente hoy – entre “respeto” y “tolerancia”, dos conceptos vecinos, pero con significados muy distintos. Veamos.
“Respeto” es un concepto fundamentalmente moral. Así, se
dice que una creencia, idea, costumbre, persona, institución, etc., es
merecedora de respeto o consideración en la medida en que nos parece
esencial – o, al menos, potencialmente –
buena (si supusiéramos que es esencialmente mala, tendríamos que
destruirla, no que respetarla). “Tolerancia” en cambio – y a manera de término
medio entre respeto y destrucción – es un concepto estrictamente político:
refiere la obligación (legal) de permitir la existencia de creencias,
opiniones, costumbres, instituciones, etc., aun cuando no las consideremos
moralmente respetables, y siempre que no conculquen leyes (esto es: principios
morales mínimos) de rango superior. El principio de tolerancia fue un elemento
constituyente de las primeras naciones modernas, y se fundó en la evidencia –
tras años de guerras civiles – de que sin un cierto grado de permisividad
ideológica y moral la convivencia (en sociedades que habían dejado de ser
religiosa y políticamente monolíticas) resultaba imposible.
Ahora bien, aunque “respeto” y “tolerancia” refieren
conceptos muy distintos, el grado de confusión con el que se usan hoy es
clamoroso. La mayor de estas confusiones consiste en dar al principio político
de tolerancia el mismo peso moral que al ideal de respeto. Algo que ocurre
cuando se nos exige “respeto” (esto es: aprobación intelectual o moral) ante
ideas, creencias, etc., a las que lo único que debemos es “tolerancia” (esto
es: permisividad), por lo que tenemos todo el derecho (y hasta la obligación)
de tratarlas irrespetuosamente (es decir: a criticarlas y denostarlas –
incluyendo la burla, que es una forma de crítica –) en tanto nos parezcan
erróneas o moralmente repulsivas. El veto, por demás, frecuente en nuestros
días, a la libertad de expresión, se funda en esta misma incapacidad para
entender que “tolerar” determinadas creencias (machistas, antirreligiosas,
ultranacionalistas, antisistema, etc.), no significa necesariamente
“respetarlas”, sino solo reprimir el impulso prepolítico o dogmático de
destruirlas por la fuerza –... De todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 7 de agosto de 2019
Política para miopes
Renè Magritte. LA DÉCALCOMANIE - 1966 |
Como suele decirse, la política está
entre la ciencia y el arte: es ciencia de lo posible y lo
prescriptivo y, a la vez, arte de lo contingente o dado. Por ello, en
política no basta ni la perspectiva estrictamente crítica (la del
intelectual que, por exceso de ciencia y rigor ético, se extravía
del entorno), ni el simple furor militante (el del activista que, por
exceso de voluntarismo estético - subjetivo/sentimental -, acaba
confundiéndose con ese mismo entorno). Ni uno ni otro pueden
hacer política (al primero le falta sensibilidad hacia los medios,
al segundo objetividad en los fines). ¿Quién debe ser entonces el
político? Entre los dos extremos –el del que lo ve y juzga todo
sin ser visto ni juzgado, y el del dogmático que, sin ver nada, es
reconocido por todos– está el que ve y se deja ver, esto es: el
que alterna el diálogo sobre los principios (sin extrañamiento,
desde el común de la razón) con la acción responsable (sin
subjetivismo ciego, desde el interés común). Y este debe ser el
ciudadano –el común de la ciudadanía–, que es quien ha de
ejercer directamente el poder, sin delegación que valga... De todo
esto trata esta última colaboración en El Periódico
Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 31 de julio de 2019
Flamenco de cercanías.
Creía el filósofo Walter Benjamin que, antes de la
llegada de la técnica y la cultura de masas, la obra de arte poseía una especie
de “aura” o “presencia irreproducible” – para la mayoría lejana e imposible de
gozar – con la que se distinguía del
resto de las cosas. Nos atreveríamos a decir que también el flamenco – cuando
es fenómeno popular – tiene un aura, pero un aura que, más que la expresión
irrepetible de una “lejanía” – que dice Benjamin –, se relaciona con una
particular “cercanía”. “Cercanía” que no es la de la experiencia
estética privada o la identidad de clase propia al arte de élites – sino la de
la creación común y anónima, ajena a todo sentido de propiedad – ni tampoco la del consumo gregario de la
cultura de masas – sino la de la comunión activa, consciente, espontánea, por
la que un grupo cercano de personas hacen de su propio espacio y tiempo algo
extraordinario y fértil –. Por ello el flamenco – cuando
no es exhibición patrimonial o mera mercancía mediática – ocurre mejor en lo
vivo de la reunión, la peña, la plazuela, lejos de ese trampantojo del poder
que es el gran escenario, y cerca de un público que participa – jalea, bate palmas, cuando no se lanza al
centro de la fiesta, o sus cercanías – en la creación colectiva... Sobre esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 24 de julio de 2019
La política como empresa literaria
Los elementos en que se asienta la retórica del nuevo capitalismo –y la organización de sus empresas– son los mismos que podemos encontrar en la retórica y el funcionamiento de la política contemporánea: la permanente apelación al «cambio», la mercantilización y manipulación de las emociones –y, en general, de la vida psíquica– , y, sobre todo, su común naturaleza fabuladora. Lo mismo que en la economía se ha pasado del management centrado en el producto o la marca a aquel otro basado en historias (el storyteller y el gurú económico en lugar del coach o el viejo mánager), en la política se ha sustituido el discurso de los fines y la ideología por la retórica de las historias personales cargadas de emociones y ejemplaridad (de los discursos parlamentarios a la secuencia de anécdotas y gestos con las que se comunica hoy el político –en interacción constante y performativa con los medios– , del sabio consejero al spin doctor, o el story spinner). De todo esto trata esta última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 17 de julio de 2019
Haced el amor...
En el relato político se toman
habitualmente como sinónimos términos que, como los de “diálogo”
y “negociación”, no lo son en absoluto, pero que muchas veces
interesa confundir. Es lo que hacen los líderes políticos
exhibiendo la retórica tramposa de la negociación y clamando, a la
vez, con rictus teatral, por un “diálogo” o entendimiento
“verdadero”.
En términos esenciales, “diálogo”
se refiere al uso compartido de argumentos racionales para intentar
clarificar un asunto. La negociación, en cambio, refiere el proceso
por el que, mediante todo tipo de artimañas (amenazas y engaños
incluidos), cada parte trata de imponer sus objetivos a las demás.
El diálogo alude, pues, a la búsqueda – según ley racional –
de una verdad o bien común. La negociación, en cambio, al logro –
según ley económica –del máximo beneficio al mínimo coste para
cada una de las partes.
Por supuesto que la descripción
anterior es muy simple. En política, el diálogo (entre ideas o
principios) se ve ineludiblemente ligado a la negociación (entre esa
versión pobre y ciega de las ideas que son las voluntades e
intereses particulares y partidistas). Qué le vamos a hacer. No
somos ángeles de luz y razón. ¡Pero tampoco bestias dominadas por
las pasiones! El diálogo siempre debe tratar de imponerse a la
negociación. No de forma retórica, sino honesta y profunda...
Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
jueves, 27 de junio de 2019
Vacaciones de maestro
¿Se han preguntado ustedes alguna vez por qué los maestros
tenemos tantas (presuntas) vacaciones? Vamos a intentar explicarlo. No se trata
solo, ni fundamentalmente, de descansar – que también: imagínense protagonizar
cuatro o cinco “funciones” teatrales al día (eso son las clases), durante más
de nueve meses, ejerciendo, a la vez, de actor, guionista, director, jefe de
sala, y acompañante de un público, por demás, no siempre bien dispuesto –...
Tampoco se trata, únicamente, de dar a ese “público” – al alumnado – el tiempo de juego, ocio y vida familiar que
todo niño o adolescente necesita para desarrollarse más allá de (y más aún que
en) las clases. Por encima de todo eso, la verdadera razón de las vacaciones
que tenemos no es otra que la de disponer de tiempo para... renovar nuestra
propia condición de maestros... De esto tratamos en nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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viernes, 21 de junio de 2019
¿Qué es un trabajo digno?
¿Por que cuántas de las ocupaciones que nos ofrece el mercado permiten ese grado de realización personal? La verdad es que muy pocas. De ahí que – justificada, pero equivocadamente – muchos entiendan el trabajo como una maldición bíblica enemiga de toda auténtica experiencia de vitalidad. Nada más falso. Como también lo es que no haya trabajos u oficios objetivamente mejores o más dignos que otros.
Cuando comento esto con mis alumnos, me replican, escandalizados, con la consabida consigna: "todos los trabajos son igual de dignos, profe". “¿Todos?” – les pregunto yo – . “Bueno, todos los que son honrados o decentes” – dicen ellos –. El trabajo, pues, y tal como reconocemos en seguida, posee un significado moral y, como tal, podemos y debemos valorarlo como bueno o malo, digno o indigno.
¿Y qué será, en general, un trabajo digno u honrado?... De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
viernes, 14 de junio de 2019
El amor duele
Desengáñense. Ese “amor” que nos venden como indoloro y
falsamente respetuoso es solo mercancía, entretenimiento o turismo íntimo,
pulido y depilado, placer anodino sin la menor tensión ni interés, El amor de verdad duele. No hay dolor más
profundo (ni fértil) que ese que nos procura. Y hay que enseñar a los chicos a
aceptarlo – y a distinguirlo del mero maltrato –. Negar ese dolor es lo que
acaba por generar frustración y violencia en aquellos que, como niños
consentidos, no aceptan que sufrir (desear en vano, esperar sin esperanza,
perder lo que creíamos ganado...) es parte del amor y de la vida... Sobre esto trata nuestra última colaboración en El Periódico. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 5 de junio de 2019
Patera Experience
Hay tres cosas que se me resisten en
las clases de Ética y Ciudadanía de Bachillerato. La primera es que
los alumnos dejen de guiarse por lo que “se cuenta” en las redes.
La segunda es que se avengan a dialogar – y no a competir como en
un torneo de retórica o una trifulca en Twitter – sobre
asuntos sensibles (¿Para qué, profe? ¡No nos vamos a poner nunca
de acuerdo!). Y la tercera es que no utilicen argumentos falaces,
como generalizar a partir de un caso particular (“Pues yo conozco a
uno que...”), apelar a las emociones (“Pues si es a tu hijo a
quien matan...”) o descalificar a priori al que opina (“Es que tú
no eres de aquí, o no eres mujer, o eres un facha...”).
Estas tres cosas volvieron a ocurrir el
otro día, cuando algunos alumnos plantearon debatir sobre el
“problema de la inmigración”. En cuanto les pregunté por qué
les parecía que la inmigración era un problema, empezaron... los
verdaderos problemas... Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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Más democracia y... ¿menos elecciones?
Es difícil no adoptar una posición
cínica ante el reiterativo espectáculo de las elecciones. Las
teatrales arengas – o monólogos humorísticos – de los mítines,
los falsos debates televisivos (donde todo – temas, posiciones,
réplicas... – está previsto y solo se espera con interés el
error o la bronca), las declaraciones retóricas carentes de todo
contenido, las vehementes tertulias en torno a nimiedades y
escándalos... hacen sospechar a cualquiera que la verdadera
política, si la hay, ocurre, secretamente, más allá de ese
inacabable show mediático frente al que tratan de mantenernos, como
a niños, en estado de excitación permanente.
Lo grave, no obstante, es que esa
actitud cínica se extiende al sistema entero. Porque la democracia
no solo sufre una pérdida de prestigio en cuanto a su representación
simbólica (sometida a los códigos y ritmos de los medios y redes
sociales), sino también una profunda crisis de legitimidad y
eficacia ligada, entre otras cosas, al descrédito de los partidos –
las instituciones que, con diferencia, menos confianza generan en la
ciudadanía –.
Existen sobradas razones para suponer
una relación entre la falta de eficiencia del sistema y unos
partidos que, en permanente campaña electoral, o en eternas
negociaciones con otras fuerzas (o consigo mismos) para lograr,
conservar o recuperar el poder, apenas tienen margen de maniobra para
ocuparse de los problemas de la ciudadanía. De otro lado, la
percepción de tales partidos como castas acomodadas y subordinadas a
los grupos de influencia que, a cambio de favores, financian su
incesante guerra mediático-electoral, está, innegablemente, en la
raíz de la crisis de legitimidad de nuestras democracias.
Por esto, resulta esperanzador recordar
que el sistema electoral de partidos no es más que una forma posible
– y mejorable – de democracia. De hecho, si tomamos un poco
de perspectiva, descubriremos que el sistema de partidos y elecciones
fue adoptado, en los dos últimos siglos, como un freno al poder
popular, desde la aristocrática idea de asegurar el gobierno a una
élite de “ciudadanos distinguidos” entre los que el pueblo
podría elegir (pero solo eso) a sus representantes. ¿Pero es
todavía esta fórmula – la democracia representativa partidista y
electoral – la mejor de nuestras opciones?... Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
jueves, 23 de mayo de 2019
¿Patrocinar la justicia?
¿Es legítimo que el
sistema de salud pública (es decir, el Estado) acepte donaciones
privadas millonarias, como las de la Fundación Amancio Ortega, para
financiar necesidades sanitarias? ¿Qué coste suponen al Estado y la
sociedad aceptar estas donaciones?... Sobre esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer la noticia completa pulsar aquí.
viernes, 17 de mayo de 2019
Chamanes
Sabemos que gran parte del éxito de nuestra especie se debe a la capacidad para articular las energías individuales en estructuras de cooperación social cada vez más amplias, tanto en el tiempo como en el espacio. La condición formal para esta expansión de la vida social serían nuestra extraordinaria memoria y lenguaje (la capacidad de desplazamiento simbólico más allá del aquí y el ahora – y de nuestro punto de vista, para poder penetrar la mente de otros – ). Pero la condición material es, sin duda, la generación de un patrimonio compartido de significados acerca del origen y el sentido del orden comunitario, de su prevalencia sobre los intereses individuales, del dominio del entorno, y de la estructura espiritual que lo legitimara todo en el contexto de una concepción cosmológica integral. Una legitimación del orden social que se da desde el momento – indica Lewis-Williams – en que la propia generación de significados o conocimientos (la mitología plasmada en las cuevas y objetos artísticos paleolíticos) recae no en todos – democráticamente – sino en una élite de chamanes o especialistas religiosos, conocedores de los procesos crípticos de generación de imágenes, y que, aliados (o detentadores ellos mismos) del poder político, convierten al resto de la población en un conjunto subordinado de “fieles”.
No sé si se han dado cuenta, pero es probable que no hayamos salido aún de esa caverna – la misma que imaginaba Platón – en la que poderosos chamanes-artistas crean imágenes para la multitud. Los chamanes son, hoy, aquellos que con sus misteriosos algoritmos, sus secretas patentes y proyectos de investigación, o su masiva irradiación de representaciones, pasan por encima de nuestras cabezas haciéndonos confundir la sombra (de sus intereses) con la luz de un conocimiento compartido y sustentador de sentido.
Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
martes, 14 de mayo de 2019
Seminario sobre “arte y poder” en el Ateneo de Cáceres.
El próximo miércoles 15, a partir de las 20 horas, prosigue en el Ateneo de Cáceres (C/General Ezponda, 9, junto a Plaza Mayor), el seminario“Arte y poder” que organiza la sección de Filosofía del Ateneo y dirige el profesor Víctor Bermúdez, quien presentará la ponencia titulada “El milenario poder de las imágenes”. En la conferencia se tratará acerca del origen del arte paleolítico y su significado social y político a la luz de las teorías de distintos filósofos o arqueólogos como David Lewis-Williams y otros. Tras la ponencia se celebrará el habitual debate con los participantes. Entrada libre hasta completar aforo.
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