Dejaría usted de acudir al mejor
oncólogo del mundo si se enterase de que, en el pasado, fue lo que
hoy denominamos un «acosador sexual»? ¿Aceptaría usted dejar de
estudiar la teoría de la relatividad si se descubriera que
probablemente Einstein era un maltratador? Apuesto a que no. ¿Por
qué entonces nos permitimos hundir la carrera de un artista acusado
de un delito o conducta similar? A mi juicio, por pésimas razones,
como la de considerar las obras de arte como mercancías de lujo
de las que podemos prescindir, la de "endiosar" a los
artistas -- en nuestro mundo sin dioses -- y convertirlos en
arquetipos morales, o la de confundirlos con sus obras. La
visibilización y persecución del delito de acoso sexual debe ser,
desde luego, implacable. Pero no a costa del arte. Ya tenemos
bastante con los que pretenden censurarlo por su «incorrección
política» por como para soportar, también, a los que buscan
privarnos de él por mor del juicio moral a sus creadores... De todo esto trata nuestra
última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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