lunes, 29 de abril de 2019
Arte y poder
Suele pensarse que el poder se sirve del arte – casi siempre en connivencia con la religión – para generar conformidad y obediencia. Es difícil no reconocer la potestad y autoridad de un cacique, un monarca o un presidente cuando se nos presenta investido de un fastuoso traje ceremonial, pintado a lomos de un encabritado corcel, o – como el recién elegido presidente de Ucrania – protagonizando su propia serie televisiva. Toda la parafernalia del poder – sea antigua o moderna – tiene una clara naturaleza estética o artística – del mismo modo que todo lo artístico germina, directa o indirectamente, a la sombra del poder –.
Cierto que el arte posee también una función crítica, pero esta suele ser igualmente aprovechada como parte de la estrategia de sometimiento. Así, junto a las majestuosas representaciones estético-religiosas del poder (templos, pirámides, ritos de entronización, desfiles, discursos) – y a las que tanto deben las distintas artes –, concurren las expresiones bufonescas de desavenencia y “desorden” (la sátira, el teatro cómico, los géneros carnavalescos, la literatura social, el grafiti, el subversivo arte “de vanguardia”), pero el fin de estas últimas no es más que una ruptura ficticia y catártica con lo establecido, y, tras ella, la regeneración del deseo de conformidad.
El arte resulta, así, un dispositivo doblemente eficaz de dominación: produce la ilusión de poder del Poder y, del otro lado, la ilusión de poder vencerlo y librarse de él. Y hoy, aun con notables diferencias, desempeña la misma función que hace siglos.
Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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miércoles, 17 de abril de 2019
Freedom for Caperucita
La
clasificación de algunos cuentos tradicionales (como Caperucita Roja) como poco
recomendables moralmente (por presuntamente sexistas) y su retirada para
alumnos de educación infantil en una escuela pública de Barcelona ha reavivado
un debate en que se entrecruzan cuestiones como la censura de lo “políticamente
incorrecto”, la educación en valores, la relación entre arte y moral, o la
protección de la infancia. Para colmo, algunos partidos políticos se han
apresurado a instrumentalizar la cuestión. Es la tormenta perfecta... Sobre esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 10 de abril de 2019
La política del bufón.
No sé si se le ha prestado la suficiente
atención. Volodymyr Zelenskiy, el actor principal de una serie
televisiva de éxito en Ucrania, llamada “Servidor del pueblo”, y
en la que encarna al presidente de la nación, está a punto de ser
presidente de esa misma nación bajo las siglas de un partido
político con el mismo nombre de la serie. Parece un capítulo de
otra serie, la prestigiosa “Black Mirror”, pero no, resulta que
es un “episodio” de la vida real.
Desde luego que no es la primera vez que la gente
escoge a actores o personajes bufonescos como representantes
políticos. Pero me parece que pocas veces se ha mostrado con tan
barroca perfección esta simbiosis entre poder y comedia. O, si se
prefiere, entre la oficiosa representación teatral del poder y su
reflejo fantasioso más divergente y divertido (y distractor),
reproducido hoy en ese carnaval al ralentí que es el diario
espectáculo mediático.
Sea como sea, la pregunta es siempre la misma.
¿Por qué la gente apoya a candidatos como Zelenskiy, un cómico sin
experiencia política ni bagaje ideológico o intelectual? Y creo que
aquí hay que ir más allá de las respuestas convencionales: las de
que se trata de un voto de protesta anti-sistema, manipulado por
simplezas populistas, o seducido por la imagen y el glamour del
personaje. La gente no suele ser tan cínica ni tan tonta. Y hay dos
elementos que, por extravagantes que parezcan, tendríamos también
que considerar: que el personaje demuestre una exitosa “experiencia
ficticia” como presidente, y que sea un cómico.
Sobre todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 3 de abril de 2019
Rescatar o no rescatar
Existe una antiquísima disputa filosófica entre las llamadas éticas deontológicas y las éticas utilitaristas. Las primeras afirman que se debe actuar conforme a lo que es justo, sean cuales sean las consecuencias; las segundas que se debe actuar conforme a las consecuencias, sea o no “justo” lo que hagamos para generarlas.
Se podrían citar cientos de dilemas morales para ilustrar esta controversia. Pero me interesa especialmente este. Como es sabido, desde principios de año el gobierno ha adoptado medidas para reducir la llegada de inmigrantes irregulares, la mayoría de ellas relativas a las labores de salvamento en el mar, que ahora se limitan a aguas jurisdiccionales y han dejado de tener naturaleza preventiva (los barcos y aviones de salvamento que antes patrullaban la zona, ahora solo acuden si se les avisa); el gobierno ha obligado, también, a anclar las embarcaciones de ONG (como el Open Arms) dedicadas a socorrer náufragos. A todo esto se le añade un política deliberada de control informativo que, desde hace meses, mantiene el problema migratorio fuera del foco mediático.
¿Qué significa esto para un gobierno que empezó su andadura con gestos como el del Aquarius? ¿Es moralmente admisible reducir – y hasta impedir – las tareas de salvamento que se venían realizando con éxito hasta hace unos meses? Cuesta trabajo admitir que el asunto no genere apenas debate o, al menos, ruido mediático o político, o que el gobierno no dé explicaciones, más allá de algunas reverendas vaguedades (esclarecedoras a veces, como cuando la vicepresidenta defiende una política migratoria que “bascule entre la seguridad y la defensa de los derechos humanos" – de lo cual se infiere que no todo va a ser respetar esos mismos derechos humanos – ). A todas luces la cuestión migratoria se ha convertido en un asunto tabú...
Pues bien, de todo esto tratamos en nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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