miércoles, 30 de mayo de 2012

Dilemas utilitaristas



Uno de los problemas del emotivismo más tosco es (como veíamos en la entrada anterior) que si lo bueno es lo que "nos hace felices", ¿qué ocurre si a alguien le hace feliz estrangular a sus semejantes?... Una posible respuesta a este problema consiste en afirmar: "el estrangulador sería feliz pero al coste de generar una infelicidad mayor en los demás (en el estrangulado, su familia, sus vecinos...)", y que lo realmente "bueno" no es la felicidad sin más, sino "la mayor felicidad para el mayor número posible de seres". Esta teoría ética se conoce como "utilitarismo", y afirma que debemos decidir nuestras acciones en función de sus probables consecuencias en vistas al fin de una felicidad lo más general posible.

El utilitarismo supone muchos problemas, por ejemplo: ¿cómo establecemos lo que hace feliz a la mayoría, siendo tan subjetivo esto de la felicidad? O, sobre todo: ¿por qué nos ha de importar la felicidad de los demás? ¿por qué habríamos de renunciar a nuestros placeres individuales en nombre de esa felicidad? ... Pero atendamos ahora a estos típicos dilemas utilitaristas. En todos ellos se muestra lo difícil que sería aplicar esta teoría a determinados casos prácticos.

1. Tengo una gran fortuna. Puedo donarla en su mayor parte a mis hijos (que viven bastante bien sin ella) o a una institución que la distribuya entre gente más pobre que mis hijos. ¿Qué debería hacer si fuera utilitarista? ¿Qué harías tú y por qué?

2. Dos pacientes de la misma edad están a punto de morir, necesitan un trasplante, pero sólo hay un órgano disponible. Uno es un científico muy prestigioso que está a punto de descubrir un remedio contra el cáncer, el otro es un hombre anónimo que no se dedica a nada en especial (por lo demás son lo más iguales posibles: la misma edad, una familia similar...). Soy un médico utilitarista, ¿a quién debería salvar? ¿A quién salvarías tú y por qué?

3. Otro de médicos. La vida de un tirano extranjero está en mis manos (soy su médico). Sé de buena tinta que, en cuanto lo cure, va a volver a su país con la intención expresa de masacrar a parte de la población (supuestos rebeldes). ¿Debería hacer todo lo posible por salvar su vida, o más bien todo lo posible para no salvarla (sin que se note mucho)? ¿Qué debería hacer un médico utilitarista? ¿Y tú? ¿Por qué?

4. Dado que los animales también parecen capaces de sentir placer y dolor, y que ir a los toros supone placer para el espectador pero dolor para el animal, ¿qué deberíamos hacer con la fiesta nacional? ¿Qué haría un utilitarista? ¿Y tú?


5. Dado lo anterior, ¿te parece que deberíamos ser todo lo vegetarianos posible? ¿Crees, en general, que los animales pueden tener derechos (por ejemplo, el derecho a no sufrir dolor innecesariamente)?

6. Otro caso médico. Un ser querido tuyo se muere de una extraña enfermedad, cuyo tratamiento cuesta mucho dinero. Pides ayuda al Estado, y el consejero de Salud te responde: sólo tenemos 500.000 euros: lo podemos gastar en un hospital infantil en el tercer mundo donde salvaría la vida a mil niños al año, o en pagar el tratamiento de esta persona. Tú decides. ¿Qué decides? ¿Por qué? ¿Qué decidiría un utilitarista?

7. ¿Estaría justificado que un gobernante mintiera a sus gobernados (por ejemplo acerca de la existencia de un problema con respecto al cual la población no podría hacer nada) para no preocupar a la gente? ¿Qué haría un utilitarista? ¿Y tú? ¿Por qué?

8. ¿Se debería torturar todo lo cruelmente que fuera necesario a un terrorista para que confesara dónde está la bomba que ha colocado en algún lugar repleto de gente? ¿Qué haría un utilitarista? ¿Y tú? ¿Por qué?

lunes, 28 de mayo de 2012

Donde el corazón te lleve... ¿Y a dónde nos lleva (el emotivismo ético)?

Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve" (Fragmento extraído de:" Donde el corazón te lleve " de Susanna Tamaro).


Si hubiera un festival de eurovisión (o un premio Príncipe de Asturias) de la ética, las teorías que se llevarían el gato al agua serían seguramente las EMOTIVISTAS. ¡Qué le vamos a hacer, vivimos en una época romántica!...

¿Qué es una ética emotivista (tal como el hedonismo, o el utilitarismo)? Simplificándolo al máximo: una teoría que estipula la vivencia de ciertos estados emotivos (felicidad, placer, gusto...) como justificación de los juicios morales. Por ejemplo. ¿Por que es bueno hacer X? Porque X me hace feliz, o hace felices a la mayoría. ¿Por qué es bueno respetar a los demás (siempre que no amenacen mi felicidad o la felicidad de la mayoría)? Porque nos hace felices, dado que la mayoría (todos salvo los psicópatas y otros enfermos) tenemos una cierta empatía (un sentimiento favorable) hacia los semejantes. ¿Qué es entonces un juicio moral? No más que la expresión de un estado anímico: “X es bueno” equivale a “Me agrada, me hace feliz que ocurra X” (o “Nos agrada, nos hace felices –a la mayoría— que ocurra X”). La moral parece convertirse entonces en algo profundamente subjetivo: expresa los estados anímicos del sujeto o sujetos implicados en una decisión o acción. Se convierte en algo similar al gusto estético: decir “X es bello o artístico” no quiere decir nada más que “a mi me gusta X” (o “a la mayoría le gusta X” --por eso está X en el museo--). Tal vez también en algo relativo (a mucha gente les parece que las emociones o los gustos son "según cada uno", o "según cada cultura o mayoría"). Y, peor o mejor aún, en algo irracional. Ya nos lo dice (supongo que el corazón): “el corazón tiene razones que la razón no entiende”... En fin. "Dónde el corazón te lleve”, este podría ser el lema de la ética emotivista (además del título de una novela de éxito --o de casi todas las novelas y películas más populares juntas--).

Como sé que hay muchos emotivistas y románticos por ahí, que piensan que lo más importante en el mundo es la felicidad, les pregunto especialmente a ellos:

1.¿Qué pasa si a algún “anormal” le hace feliz matar y comerse a sus semejantes, o mantener relaciones sexuales con niños? ¿Podría decir un emotivista que esta acción es inmoral? ¿Basándose en qué?

2.¿Por qué va a ser bueno lo que nos hace felices y malo lo que nos provoca infelicidad o dolor?... ¿Será por que todo el mundo busca la felicidad? (¿Y si todo el mundo buscara como esclavizar mejor a los demás, esto también sería bueno?) ¿Será por que todo el mundo lo siente así? (Pero ¿como sabemos lo que sienten los demás? Además: ¿podría un sentimiento justificar la primacía de los sentimientos, o sería esto circular?) ¿Será por que es lógico y racional? (¿Y qué razones podríamos dar para justificar que lo bueno es la felicidad?)...

3.Si lo bueno es lo que nos hace felices, ¿somos libres para escoger lo que nos hace felices? ¿O más bien las emociones nos subyugan –nos pasan-- sin que podamos hacer gran cosa? Pero si no somos libres, ¿de qué vamos a ser responsables? (“Miren –diría el pederasta-- es que yo no puedo evitar que me haga feliz el sexo con niños”).

4.¿Os tomariais una droga que os mantuviera en un estado de felicidad o bienestar constante, pasara lo que pasara (una droga sin efectos nocivos para la salud)?

jueves, 24 de mayo de 2012

El mito de la maternidad


Recuerdo haber leído algo sobre un biólogo (no recuerdo quién, ni dónde ni cuándo) que investigaba sobre “úteros artificiales” (dispositivos para gestar bebes fuera del vientre materno). El tipo decía que el artilugio, más allá de librar a las mujeres de las molestias y riesgos del embarazo, podría suponer una revolución cultural mucho mayor que la que provocó a mediados del siglo pasado la generalización de la píldora anticonceptiva. Pensaba, entre otras cosas, que este útero artificial crearía las condiciones para una igualdad plena entre varones y mujeres, y que liberaría definitivamente a las madres del "rol" biológico que (frente al “rol” jurídico, moral...generalmente asociado al padre) mantiene en las familias y culturas más tradicionales. Todo esto me sonó muy convincente, pero cuando ayer se lo contaba a mis alumnos, me ponían (sobre todo las alumnas) una cara muy rara, entre incrédula y desaprobadora. Mucho peor cuando lo he comentado a mis amigos (amigas, más bien) más mayores: la mayoría, sobre todo las más “progresistas”, me han mirado con ceño de obispo indignado y me han contestado en seguida que tal cosa es una inaceptable barbaridad. ¿Por qué? --les he preguntado yo--. Y aquí vienen sus razonamientos.
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Casi todas afirman que la experiencia del embarazo y el parto es, en general, y pese a molestias y dolores, enormemente enriquecedora. Si les pregunto qué tiene de enriquecedor estar tantos meses en una condición física tan frágil y molesta, por la que han de interrumpir o poner en suspenso su “vida normal”, y que les aboca a un parto más o menos doloroso, me dicen que todo eso se ve compensado por la gratificación afectiva que supone sentir como su hijo se desarrolla dentro de ellas. Si les pregunto si no sentirían lo mismo (o más aún) viendo y oyendo claramente y cada día al embrión a través del cristal de una máquina, me dicen que no es lo mismo “ver” que “sentir por dentro”. Si insisto y les digo que con la máquina podrían hasta tocar a su hijo (mucho más allá de sentir las "patadas" del feto), hablar con él cara a cara, espiar diariamente sus más mínimas reacciones (mucho mejor que con la mejor de las ecografías), jugar con él, etc., vuelven a insistir con el misterioso “no es lo mismo”. Si me pongo "borde" y les pregunto si el desarrollo de una solitaria o una infección (leve), con sus pequeñas molestias, no les resulta también afectivamente gratificante, me salen con que el caso del embarazo es distinto, porque ahí “saben” que lo que les invade por dentro es su deseado hijo. Si les recuerdo que, en el caso del útero artificial, también saben que aquello que se cuece es su hijo, me saltan con que el vínculo biológico "vientre-hijo" es incompable con lo que pueda hacer una máquina. Si les objeto que lo que hay en la máquina es también fruto biológico suyo (y de su padre), y que la maquina permite un vínculo compartido y en igualdad de condiciones con el padre (los dos pueden ver, oír, tocar a cada momento a su hijo, jugar con él, etc.), me dicen que... Si añado que quizás lo que les molesta es perder el papel protagonista que siempre han tenido las mujeres (y que a algunas quizás les parece esencial para reafirmar su identidad como personas) en la gestación y el parto, me dicen (algunas) que no, que ya quisieran ver a los hombres soportando un embarazo, que no es un privilegio sino un sacrificio... Si vuelvo a empezar y les recomiendo, entonces, que abominen de tal sacrificio y vayan pensando en el maravilloso día en que tal útero artificial esté dispuesto, ellas (no todas) vuelven también a empezar con lo de la aún más "maravillosa experiencia" íntima que es la gestación... Y si sigo y sigo, la conclusión puede ser esta: "mira -dicen- esto no se puede explicar, y menos aún lo puede entender...¡un hombre!" (Por increíble que parezca, esta confusión entre neuronas y hormonas todavía la sostienen algunas personas).

¿Alguien (independientemente de su sexo) me puede explicar qué ventajas tiene el embarazo natural frente al hipotético uso de úteros artificiales?... Si nadie me lo explica tendré que empezar a pensar que para muchos, eso de la “maternidad” tiene todo el aspecto de una religión alimentada por mitos sagrados e incomprensibles...

miércoles, 23 de mayo de 2012

Lo bueno es "ser natural"... (El naturalismo ético)


Según algunos filósofos y científicos, LO MORAL en realidad NO EXISTE. Toda conducta supuestamente “moral” podría ser descrita como un tipo de conducta biológica compleja característica de ciertos animales (entre ellos el hombre), la mayoría de ellos sociales (el comportamiento social se entiende como un tipo de  comportamiento biológico).  Las conductas biológicas están fundamentalmente determinadas por los genes (los animales no son "libres" o autónomos), y las conductas sociales añaden la determinación cultural. Ambas (conducta biológica y conducta social) están aparentemente dirigidas por ciertos fines o intereses invariables (la supervivencia, la reproducción...del individuo, la especie, el grupo social). Lo que llamamos "moral" no sería distinto de esto, así que no hay, en realidad, nada que corresponda a lo "moral" (es decir: a una conducta libre o autónoma por la que el individuo escoge sus propios fines o intereses). A esta teoría negadora de lo moral se le puede llamar “NATURALISMO ÉTICO” (también “SOCIOBIOLOGISMO” ético).


El naturalista ético afirma que “LO BUENO” ES LO QUE constatamos que, DE HECHO, DESEA LA GENTE (la ÉTICA no es diferente aquí de cualquier otra CIENCIA SOCIAL O NATURAL: describe hechos y generaliza a partir de ellos ciertas leyes). El naturalista percibe, además, que lo que desea la gente es, en el fondo, LO MISMO QUE DESEAN EL RESTO DE LOS ANIMALES: acumular recursos, dominar a otros (o cooperar, si es más productivo), reproducirse, etc. En suma: tener éxito en esta dura batalla que es la vida. Al fin y al cabo también somos animales, y lo “BUENO” no es sino LO QUE SATISFACE LOS INTERESES PROPIOS DE NUESTRA NATURALEZA ANIMAL. Las diferencias son solo de grado. Un león, por ejemplo, lucha para conquistar su territorio y el favor de las hembras; un ser humano lucha (por ejemplo) para hacerse un patrimonio (o un matrimonio) y hacérselo con quien quiera (o hacerse hijos del que prefiera). Es cierto que la conducta humana es, en general, mucho más complicada (hay seres húmanos que adoptan conductas aparentemente antibiológicas: el celibato, dar la vida por ideas o creencias, la pura reflexión independiente de los intereses vitales...), pero incluso así la biología (o sociobiología) dará con una explicación en términos naturales o "adaptativos" a cada una de estas posibles excepciones. La cultura humana no es más que una extraña prolongación de la naturaleza, el mismo perro con un collar más complicado.


Una de esas conductas complejas y extrañas es el ALTRUÍSMO, esto es: las conductas que emprendemos en beneficio de otros, sacrificando por ello incluso nuestros más vitales intereses (por ejemplo, el individuo que expone su vida para salvar la de otros). Ahora bien, el naturalista tiene una explicación biológica (o sociobiológica) para esto. Cuando la conducta “altruista” es en beneficio de seres genéticamente similares (como cuando una madre se sacrifica por sus hijos), no se diferencia de la que manifiestan otros muchos animales sociales (desde las hormigas a las gácelas, según algunos) en los que el sacrificio de algunos individuos facilita la supervivencia de la totalidad del grupo. Esto no es verdadero altruismo, dicen los científicos, sino una conducta biológica típica en la que se anteponen los intereses del grupo genético (la familia, la manada, el hormiguero) a los de cada individuo –de alguna manera, el individuo “sobrevive” en los seres, genéticamente similares, que se benefician de su “sacrificio”--. De otro lado, si la conducta “altruista” se da entre individuos no genéticamente emparentados (al menos de forma directa), siempre puede interpretarse como una conducta en beneficio del grupo social (como el soldado que muere por su patria o el heroico bombero que se sacrifica para salvar a los ciudadanos), en la que lo que se antepone son los intereses de la comunidad cultural (el equivalente humano al “hormiguero”) de la que depende la identidad de cada individuo –quizás de alguna manera el individuo “sobrevive” en las creencias, ideas, religión, etc., que ha contribuido a salvar con su sacrificio--. (De todos modos, estudios recientes sugieren que el altruísmo no genético también se da entre animales no humanos, incluso tan alejados de nosotros como los ratones o los reptiles, lo cual pone aún las cosas más fáciles al naturalismo ético: incluso el altruísmo más aparentemente desinteresado --podrían decir-- parece producto del instinto, y no de una decisión libre y moral).


¿Qué es entonces la “moral” para el naturalista ético? Pues nada diferente de ciertas reglas de conducta instituídas en ciertos grupos biológicamente complejos (como son las sociedades humanas). Estas reglas pueden ser beneficiosas para el grupo. Por ejemplo, una regla como "no es bueno asesinar a otros (salvo en defensa propia o en cumplimiento de la ley)" parece necesaria (según algunos) para asegurar la convivencia, dado que, sin ella, nos aniquilaríamos unos a otros (“el hombre es un lobo para el hombre”, decía Hobbes). Aunque otras pueden ser perjudiciales, porque (según otros) “repriman” o “corrompan” los deseos naturales de la gente. Por ejemplo: reglas como "es bueno ser competitivo" o "es bueno dañar a los enemigos" podrían reprimir o echar a perder el carácter naturalmente cooperativo y empático del hombre (“el hombre es bueno por naturaleza”, decía Rousseau).


¿Qué objeciones podemos poner al naturalismo ético? Pensad, por ejemplo, en estas:

  1. ¿Por qué va a ser “lo bueno” lo que persigue “naturalmente” la gente (la supervivencia, la reproducción...)? Que eso ocurra no implica que sea lo que debe ocurrir. A la confusión de “lo que es” con “lo que debe ser” se le llama en ética “falacia naturalista”. Claro que el naturalista siempre puede decir que dicha falacia presupone que lo moral (el "debe") tiene sentido, que es precisamente  lo que él niega (no hay “debe” que valga, porque no podemos hacer más que lo que la naturaleza quiere).

  2. Dado que lo “bueno” es lo que ocurre en la naturaleza ¿Por qué van a ser “buena” la supervivencia, la reproducción, etc.? En la naturaleza también ocurre la muerte, la extinción de las especies, etc. Tan natural parece la “tendencia” al orden (a la vida, a generar ecosistemas...) como la “tendencia” al desorden (la muerte, la extinción de especies, la destrucción de planetas...). Pareciera que aquí el naturalista redujera lo natural a lo moral (en lugar de lo moral a lo natural). Así, lo “bueno” según él no sería lo natural en sí, sino lo natural al servicio de la vida, la proliferación de los genes, etc.

  3. El naturalismo ético quizás pueda explicar conductas “altruistas”, como sacrificarse por seres genéticamente similares o seres con tu misma cultura (dado que la cultura sea algo así como la “manada”, o incluso la “especie”). ¿Pero como explicaría una conducta contraria a la cultura (como la del rebelde)? ¿Sería algo así como una “mutación”?...Más aún: ¿cómo explicaría una conducta contraria a toda la especie (es decir, a toda cultura)? Recuerdo un dilema moral que escuche una vez a un amigo: imaginaos que unos extraterrestres superpoderosos amenazaran con destruir a toda la humanidad si no se les sacrificaban cien niños inocentes. ¿Habría personas que prefirieran destruir el mundo entero antes de convertirse en autores de ese infanticidio (¡Hágase justicia aunque perezca el mundo!) ¿Sería esta una conducta explicable según la (bio)lógica del naturalista?

lunes, 21 de mayo de 2012

Mañana huelga... Por la enseñanza pública.



Sobran motivos. Estos u los otros. Pero por resumir: el dinero público (nuestro) que el Estado español ha puesto hasta ahora para ayudar a la banca equivale, según leo en el País del pasado domingo (J. Estefanía: "Recuerdos utópicos", p. 14), al 11.5 % del PIB anual de nuestro país. El presunto agujero de la sanidad, que ha impulsado los recortes más recientes, es del 1.6% del PIB. Parece necesario insistir, pues a muchos todavía se les insta a pensar que la crisis es por culpa de los "negros" y los "moros" (es decir, de nosotros, que procedemos de África y fuimos moros durante ocho siglos), que iban al médico o la farmacia con mucha frecuencia, o de los jubilados que los muy canallas están viviendo lo suficiente como para gozar de la pensión (¡que fueron pagando ellos año tras año!), o de los funcionarios (pocos y mal pagados desde ni se sabe cuando), o de los profesores empeñados en tener pocos alumnos para no dar un palo al agua (en lugar de para atender mejor a sus alumnos), o de los parados, que son unos vagos sin formación (en lugar de la generación mejor preparada de la historia de este país).



Pues NO. La crisis es efecto de la CODICIA sin límites de los BANCOS Y LOS INVERSORES,  a los que, para evitar su ruína, el Estado y la C.E.  han suministrado MILES DE MILLONES DE EUROS DE DINERO PÚBLICO (NUESTRO), ENDEUDÁNDOSE para ello (el Estado) hasta las orejas y sustrayendo el dinero de dónde de VERDAD hace falta para afrontar la crisis económica (y la crisis política y social que se avecina): de la EDUCACIÓN, de los SALARIOS, de los SERVICIOS SOCIALES.
Mañana hay que demostrar que no somos (ni nosotros ni nuestros alumnos) carne de cañón ni de oficina del paro, bobos útiles a los que seducir en las campañas electorales, para despúes confundir con la verborrea economicista. Somos ciudadanos informados y responsables, que en ejercicio de nuestro poder soberano  defendemos nuestros verdaderos intereses: la EDUCACIÓN, EL TRABAJO, LA SALUD Y LOS SERVICIOS Y DERECHOS que tanto nos han costado lograr y sufragar.


lunes, 14 de mayo de 2012

¿Por qué nos gusta lo que nos gusta? Cuatro tipos de teoría sobre lo bello y artístico.


¿Por qué son "artísticas" o "bellas" algunas cosas y otras no? ¿Por qué nos gusta lo que nos gusta?...  Las teorías que responden a estas preguntas son (a mi inmodesto entender) de cuatro tipos. Examinemos estos cuatro tipos, a ver si alguno de ellos nos convence.

 1. NATURALISMO ESTÉTICO. LO QUE NOS GUSTA (LO BELLO) ES LO PLACENTERO Y ÚTIL DESDE UN PUNTO DE VISTA NATURAL (BIOLÓGICO).



La imagen estética (visible, audible, etc.) nos gusta (es bella) porque tiene un significado primario, natural, que por naturaleza o instinto nos resulta interesante (y placentero). La belleza, el gusto, se da como placer (y la fealdad, el disgusto, como displacer). Bello es lo que me place en cuanto satisface o guarda relación con los deseos propios a mi especie (alimento, reproducción, seguridad, etc.). Por ejemplo, un cuerpo bello femenino sería el más adecuado para la reproducción, un cuerpo bello masculino, el más adecuado para la caza o la ostentación del poder (también un rostro que refleje seguridad, convicción, etc.). Los animales más horrorosos son los más peligrosos. Ciertas combinaciones de colores o sonidos serían bellos en cuanto nuestro sistema nervioso (modelado por la evolución) está especialmente dispuesto para captarlos. Etc., etc. Para el naturalismo, el arte es imitación de la cara más amable (más acorde con nuestros intereses biológicos) de la naturaleza. Más aún, lo más bello es lo naturalmente amable, sin “contaminar” por valores meramente culturales o morales opuestos a nuestras tendencias e instintos naturales…

¿Qué podemos objetar a este tipo de teorías? En primer lugar que deja fuera muchas cosas que suelen considerarse “arte”: la poesía, la música contemporánea (carente de armonía "natural", si es que esa expresión tiene sentido), la belleza de un desierto o unas ruinas (¿qué utilidad tienen estos parajes desde un punto de vista biológico?). Pero el principal argumento en contra es otro (al fin y al cabo lo que "se suele considerar arte puede ser erróneo"): si nuestro gusto estético es un tipo de tendencia natural o instintiva, ¿qué diferencia la conducta estética de cualquier otra conducta biológica? La diferencia no puede ser que la conducta estética está dirigida a ciertas imágenes plásticas (también la conducta alimenticia lo está). Lo que caracteriza a la conducta estética es la apreciación o valoración de ciertas imágenes como bellas o feas. Es una conducta valorativa. Pero desde un punto de vista puramente natural no hay nada más valioso que otro (vivir, reproducirse, adaptarse no son más valiosos --más naturales-- que morir o extinguirse; tan natural es una cosa como otra). Por eso no se puede anclar el criterio de valor estético (la diferencia entre bello y feo) en tendencias puramente naturales.




 2. CONVENCIONALISMO. LO BELLO ES LO QUE SE DICE QUE ES BELLO.


Según estas teorías, lo bello responde a convenciones culturales. Una imagen o representación me gusta (aquí y ahora) porque expresa ciertos patrones convencionales vigentes (aquí y ahora) acerca de lo que es “bello”. Lo bello es, por tanto, relativo a la cultura, la época, el grupo social, etc. Una imagen es “bella” en cuanto expresa lo que una sociedad y una época determinada establecen como valioso (en función de factores económicos, sociales, políticos, ideológicos). En una sociedad comunista, por ejemplo, se valorarán más ciertas expresiones artísticas (danzas colectivas, arte realista y crítico, etc.); y en una sociedad liberal otras (obras originales, experimentales, abstractas, individualistas, etc.)… Objeciones. Si lo bello es pura convención, entonces cualquier cosa puede ser bella (basta con que así se convenga, o que varíen las circunstancias sociales e históricas). Pero entonces cualquier cosa puede ser bella y no serlo. La propia palabra "bello" carecería de significado (pues significaría algo diferente para cada cultura, época, grupo social, incluso para cada individuo en cada momento y lugar de su vida). La expresión "lo bello es diferente para cada cultura..." sería una expresión profundamente contradictoria, pues asume que en todas las culturas existe igualmente "lo bello" y, a la vez, que "lo bello" no es igual en todas las culturas...



3. EMOTIVISMO. LO QUE NOS GUSTA ES LO QUE NOS GUSTA.


Una imagen o representación nos gusta (es bella) porque desencadena una fuerte gratificación emotiva, conmueve, etc. Este estado emotivo es privado, individual. El criterio del gusto es el propio gusto (que se tiene o no se tiene, sin más). Esta teoría es la más común en la cultura moderna. Es, así, propia del arte “burgués”, que es un arte básicamente generador de entretenimiento y goce emotivo… Objeciones: si el último criterio de lo bello es la emotividad subjetiva, lo bello vuelve a ser relativo, esta vez a cada individuo. De otro lado, habría que preguntarse por qué la emoción estética se despierta ante ciertas imágenes y no ante otras. Según el emotivismo, no hay razón alguna para ello: el motivo es irracional, subjetivo, personal. Esto quiere decir que la belleza, en el fondo, es algo irracional. Pero entonces, ¿cómo podría saber el sujeto que es “belleza”, y no otra cosa, lo que siente?¿Se puede saber algo sobre algo radicalmente irracional?


4. ÉTICA Y ESTÉTICA. LO BELLO ES LO BUENO.

La imagen o representación nos gusta por su significado moral: refleja un ideal, indica cómo debería ser el mundo. La belleza (y la emoción del gusto) se da cuando la imagen representa lo que debe ser, lo bueno. Bello es lo que merece ser amado, lo digno, lo noble. El arte sería aquí educativo. Un arte “aristocrático” cuyo objeto es la virtud, la emulación, la acción heroica. Prima la finalidad, la moraleja, etc… Objeciones: se dice que algo puede ser a la vez bello y malo, por ejemplo un crimen (Aunque: ¿cómo algo que despreciamos moralmente nos puede a la vez gustar?). De otro lado: ¿cómo sabemos lo que es bueno? La voluntad (que es la facultad de querer lo bueno), si no es ciega, ha de estar guiada por el entendimiento (queremos lo que “creemos” que es bueno), por lo que si lo bello depende de lo bueno, depende, antes aún, del conocimiento de lo bueno. Esto nos remite a la siguiente y última teoría.



5. INTELECTUALISMO ESTÉTICO. LO BELLO ES LO VERDADERO.

La imagen o representación nos gusta porque desvela como son las cosas, nos da a conocer el mundo (sensible) de forma más unitaria, completa, coherente, buscando una perfección ideal en el ámbito de lo sensible… Lo bello es lo que refleja plásticamente lo verdaderamente real. Bella es la imagen que expresa la forma “sensible” de lo real. El gusto ante esta belleza es puramente estético (no está condicionado por placeres, convenciones sociales, emociones ni ideales morales)… El entendimiento busca la verdad por la vía sensible y por la vía lógica. Por la vía sensible utiliza la percepción y la imaginación. La percepción une los datos de los sentidos bajo cierta forma. Esta forma son las imágenes. Las imágenes son esquemas sensibles en que los datos aparecen ordenados en estructuras mayores de significado (un árbol, un bosque en otoño, una batalla, etc.). Las imágenes las pone la imaginación. La imaginación tiene un momento más pasivo, por el cual asimila los datos a las imágenes con que cuenta la mente; esta actividad es la de la memoria. En su momento más activo, la imaginación genera imágenes o esquemas novedosos (realidades sensibles posibles) con las que ordenar los datos más unitaria y armónicamente. Esta última actividad es la imaginación propiamente dicha. Para la imaginación, la verdad se muestra como perfección de lo sensible, y eso es la belleza: la perfección imaginaria de lo sensible. A través del arte generamos esos mundos de imágenes perfectas (al menos, más perfectas que las del mundo percibido)… Ahora bien: ¿cómo obtienen la imaginación y la memoria la forma sensible o imagen con que configuran los datos? (Esto sería equivalente a preguntar: ¿de dónde obtienen su “inspiración” los artistas?). Esta imagen perfecta no proviene de los datos, ni la crea la imaginación por sí misma; pues ni los datos ni la mente tienen la unidad, perdurabilidad y perfección que tienen estas imágenes. Las imágenes que construye nuestra mente se refieren a algo que está más allá de ellas (y de los datos que ellas configuran): a las ideas. Lo que nos imaginamos depende de lo que sabemos, es decir, de nuestros modelos teóricos sobre el mundo. Parecería entonces claro que el arte y la belleza son la ilustración plástica (imaginativa) de las teorías, y que el arte tiende a la verdad del mismo modo que las teorías que lo inspiran... ¿Alguna objección?



sábado, 12 de mayo de 2012

La crisis contada a los idiotas (es decir, a mí mismo)




Ayer volvieron a invitarme (no sé muy bien por qué) a una tertulia radiofónica, y esta vez el tema era la crisis económica (en concreto: la nacionalización de Bankia). Esto me obligó a ponerme al día en asuntos que desconozco casi totalmente durante el prolongado espacio de dos horas (no te avisan antes). Aparte de cerciorarme de lo bajo que estoy cayendo (por lograr la fama), logré hacerme una leve idea de por dónde van los tiros, que paso a exponer, rogando a todas las almas caritativas que andan en el paro se ocupen de corregir mi ignorancia. (De todos modos, si Rodrigo Rato estudio económicas siendo ministro de economía –e hizo las prácticas de director del FMI-, bien puedo yo atreverme a publicar esto en un insignificante blog, me parece).

¿DE QUÉ VA LA CRISIS?

Resulta que desde hace muchos años para acá, los dueños del capital (de la pasta gansa), es decir, los bancos y los grandes inversores (un sector minúsculo de la población, bien educado y cosmopolita), en su afán por acrecentar su dinero andan metidos de lleno en la llamada “economía financiera”, lo que significa que, en lugar de invertir su pasta en las empresas que producen bienes tangibles y puestos de trabajo (aumentando la producción, la demanda, y la riqueza general, según rezaba el ingenuo liberalismo económico de hace unos siglos), lo que hacen es apostársela de múltiples maneras un tanto complicadas. El juego consiste en comprar y vender los papeles o recibos de sus apuestas (títulos de propiedad, acciones, bonos, futuros, y mil engendros más, llamados pomposamente “productos financieros”), además de influencias e información para encaminar correctamente dichas apuestas. Ni que decir tiene que en una o dos de estas operaciones de compraventa afortunadas esta buena gente gana mucho más que con la tradicional usura al financiar a empresas y particulares. Pues bien, estas operaciones, aunque muy lucrativas (para unos pocos y solo para ellos, pues esta riqueza no se traduce en riqueza social, sino en acumulación y desigualdad), suponen muchos riesgos (claro, son apuestas) y son el caldo de cultivo para grandes y sofisticadas estafas (como aquella famosa de las “hipótecas basura”)...Pero ahora viene lo gordo. Cuando tú o yo vamos al bingo, o hacemos la porra en el bar, y perdemos, a nadie se le ocurre que se nos deba desembolsar lo perdido (máxime si cuando ganamos nos guardamos los beneficios –a lo más, invitamos a una caña-). Pero cuando los que pierden son los bancos y los grandes inversores que son sus dueños (y los dueños de la mayoría de las grandes empresas), entonces la cosa cambia. Si los dejamos hundirse se hunden con ellos nuestros humildes ahorros y las empresas que nos dan de comer. Así que, tenemos que echarles una mano, o dejar que la echen ellos a nuestras esquilmadas carteras. Así que el Estado, con los impuestos que les pagamos (nosotros y las empresas), les concede prestamos a interés simbólico o, en último término, se hace socio capitalista de estos ruinosos bancos. Vamos, que les volvemos a llenar sus cajas fuertes de pasta.


Pero ahora viene algo aún más alucinante. Para pagar las deudas de los bancos, el Estado se endeuda más y más con los propios bancos. Y no me refiero solo a otros bancos e inversores distintos a los que estamos ayudando (por ejemplo, bancos o inversores asiáticos, que están comprando deuda de todos los países), sino A ESTOS MISMOS. En el video que adjunto se expone perfectamente este asuntejo: los bancos europeos compran dinero baratísimo (a 1%) al Banco Central Europeo (en cuya caja fuerte están, de nuevo, nuestros impuestos), y con él prestan dinero a los Estados (comprando sus emisiones de bonos) a un interés mucho más alto (casi al 6% a España, al 17% a Grecia...). ¡¡¡El negocio del milenio!!! AYUDAMOS A LOS BANCOS (QUE SE HAN ARRUINADO APOSTANDO EN EL CASINO FINANCIERO INTERNACIONAL) REGALÁNDOLES EL DINERO CON EL QUE ELLOS NOS “AYUDAN” (PORQUE NOS HEMOS ARRUINADO AYUDÁNDOLOS A ELLOS) VENDIÉNDONOS EL MISMO DINERO QUE LE REGALAMOS A CAMBIO DE INTERESES ALTÍSIMOS. ¡Increíble, pero cierto! Encima, si algún Estado se arruina y no puede pagar su inagotable deuda, acude el Fondo de Rescate (de nuevo ¡nuestro dinero!) y les cubre las pérdidas. ¡¡El negocio redondo!! El negocio de la crisis. LOS BANCOS Y LOS INVERSORES SE ESTÁN FORRANDO CON LA CRISIS QUE SU AVARICIA DESCONTROLADA HA PROVOCADO.




Fruto inmediato de todo esto es, claro está, la DEUDA PÚBLICA (el Estado se queda sin fondos y se endeuda hasta las orejas con los propios bancos que han provocado en gran parte el endeudamiento del Estado). Y de esta deuda pública (¡que no existía en nuestro país antes del desastre financiero provocado por los especuladores!) vienen los RECORTES SOCIALES, con los que el Estado priva a los ciudadanos de servicios básicos que (como en el caso de la educación) comprometen su futuro. A ciudadanos que, por otra parte, las están pasando canutas, porque están en PARO o cobrando salarios escasos o/y eventuales porque las EMPRESAS CIERRAN porque los BANCOS NO LAS FINANCIAN porque están entretenidos solventando sus deudas de juego y el dinero con que se les ayuda los usan en VOLVER A ESPECULAR, los muy ludópatas.


Y a todo esto sigue la inquietante y desarmante demagogia de muchos, incluyendo muchos ciudadanos desinformados: QUE LA CULPA DE LA CRISIS ES DE LOS INMIGRANTES (inmigrantes que, por cierto, produjeron años atrás el superavit –más ingresos que gastos- de la seguridad social gracias a sus cotizaciones y al duro trabajo –mal pagado- que nosotros no queríamos hacer), QUE HAY MUCHOS FUNCIONARIOS (los mismos pocos funcionarios –si nos comparamos con el resto de países europeos- que, desde hace decenios, tienen su escaso sueldo congelado, tanto en épocas de bonanza como en las que no lo son), O QUE SOMOS VAGOS Y COBRAMOS MUCHO, por lo que la mejor receta para salir de esta es una REFORMA LABORAL que abarate el despido y facilite pagar salarios aún más modestos (para que así las empresas sean más productivas y vendan sus productos a precios competitivos en…algún otro sitio que no sea este, pues ¿quién va a poder comprarles nada?).


LAS SOLUCIONES. EL CASO ISLANDÉS.

Por lo que parece, no es cosa fácil. Si nos ponemos exigentes con los bancos (los sometemos a regulación política de manera que impongamos el criterio del bien público a sus inversiones), éstos dejan de comprarnos deuda, es decir, de prestarnos dinero a un alto interés para que así podamos, entre otras cosas, prestárselos a ellos (a interés simbólico) para que arreglen sus balances. Ahora bien, ¿qué pasaría si nos negamos a pagarles un duro más, ni en concepto de ayuda ni en concepto de deuda? En Islandia dejaron quebrar a los bancos nacionales y decidieron aplazar el pago de la deuda pública. ¿Y qué paso? Que yo sepa, no gran cosa. Los pequeños ahorradores tuvieron paciencia y acabaron recobrando sus pequeños fondos, fruto de su trabajo (aquí, en nuestro país, también están garantizados por el Estado). Y los inversores con fondos mayores, fruto, en su mayor parte, de sus apuestas especulativas, los perdieron. ¿Habrá algo más justo? Tras eso, la gente se aplico forzosamente a descubrir que su existencia tenía el mismo (poco o mucho) sentido sin ir al banco a pedir créditos para comprar todoterrenos y adosados de lujo, y que se podía vivir dignamente (incluso más dignamente) con mucho menos. Y en eso andan (por cierto, con un crecimiento económico mayor que la U.E, pese a las agencias de calificación). Hay que añadir que todo eso lo lograron los islandeses lanzándose masivamente a la calle (como quizás hoy, aniversario del 15-M, hagamos aquí), obligando, por pura presión cívica, a la dimisión de todo el gobierno, a la nacionalización de la banca, y a realizar cambios constitucionales que aún se están redactando por parte de una comisión de ciudadanos democráticamente elegidos (¡Qué vértigo comparar esto con nuestro propio proceso constituyente!). En nuestro caso aún quedaría decirle a la Comunidad Europea (es decir, a los bancos alemanes) que nos vamos, que ahí se quedan, y que volveremos cuando la CE sea una institución política y democrática, y no un negocio en el que (¿cómo no lo vimos venir cuando eran tan “generosos” con nosotros?) los países más pobres estaban destinados a hacer el panoli y pagar el pato...


miércoles, 9 de mayo de 2012

Nacionalismo, feminismo, religión y otros irracionalismos de hoy y de siempre.

Los profesores suelen decir que "se aprende mucho de los alumnos". Yo he decidido pasar de la retórica a la acción, y desde hace más de un mes son ellos los que dan las clases (yo me limito a sentarme en los bancos de atrás y hacer de alumno repelentito y preguntón --y, de paso, a constatar lo duro que es sentarse en una silla de madera a recibir clases una hora tras otra--). Pues bien, el grupo que daba la clase hoy (Laura, Víctor, Ignacio y Diego) estaban planteando el problema de si los humanos somos o no somos SERES RACIONALES (más allá de animales, engendros culturales o seres con un cierto sentido del deber). Y para animar la clase se les ocurrió plantear un breve catálogo de conductas IRRACIONALES frecuentes en nuestro entorno cultural. ¡Y desde luego que animaron la clase! Tales conductas (elegidas por ellos mismos, sin ninguna instrucción de mi parte) fueron:

1. LA RELIGIÓN. Que la religión es irracional es innegable. Toda religión supone una renuncia más o menos drástica a la racionalidad, la reflexión y el pensamiento autónomo. El fin de la vida, para cualquier religión (matices aparte), consiste en entregarse con fe ciega y fanática a ciertas creencias y prácticas inverosímiles, supersticiosas y, a veces, destructoras de la convivencia. No solo de la convivencia, también del propio ser humano, que ha de renunciar a su razón (razonar, querer saber, es el pecado original) para ser perdonado por Dios y salvarse.

2. EL NACIONALISMO. La guardía personal del Sr. Burns (el malvado ricachón de Los Simpsons) canta al únisono, mientras desfila en la puerta de la mansión: "Lo mío pa mi". No hay más letra que esta para cualquier himno nacional que quisiera ser sincero. No hay ninguna otra razón para ser nacionalista que la de proteger ciertos intereses económicos. Todos los demás argumentos son irracionales. ¿Por qué va a ser España para los españoles (o Grecia para los griegos)? ¿Qué mérito tiene el haber simplemente nacido en España, como para que esto justifique que tengas más derecho a trabajar y comer que un etiópe? ¿Llevar más tiempo aquí? Si esto se pareciera lejanamente a un argumento, un okupa tendría más derecho a ocupar el piso vacío en el que se ha colado que el dueño legal (que quizás ni lo ha pisado, pues solo lo ha comprado para especular), o los árabes a ocupar Andalucía, en la que se llevaron más tiempo que los actuales habitantes... Todo esto sin mencionar otras irracionalidades, como que los alumnos tengan que perder tiempo estudiando lenguas nacionales que no sirven para nada, o estudiar a escritores o músicos mediocres simplemente "por que son de aquí", o tolerar fiestas bárbaras y denigrantes porque son "la fiesta nacional", etc., etc...

3. LA HETEROSEXUALIDAD. Solemos pensar que el verdadero amor se mantiene aunque nuestra pareja envejezca, pierda un brazo, o se le desfigure la cara... ¡Pero no si se cambia el sexo! ¿Por qué? Si lo que nos enamoran son las personas, ¿qué más da lo que esas personas tengan, casualmente, entre las piernas? Como dijeron mis alumnos, es mucho más racional la bisexualidad. Si de verdad te enamoras de alguien por lo que es como ser humano, su color de pelo o la forma de sus genitales te deberían dar igual (es más, aprenderías gozosamente a disfrutar de un formato de sexualidad u otro, pues en todos se disfruta y con todos se comunica humana y sensualmente una pareja --¿o trío, o cuarteto, o...?--).

4. EL FEMINISMO. Si lo racional es creer que las personas somos iguales en dignidad y derechos, a santo de qué reivindicar lo "femenino" como un valor. Ni las personas ni los valores están determinados por el sexo o las hormonas. El género (masculino o femenino) es algo a superar. Somos personas, seres humanos, no varones ni hembras. ¿Por qué tantos estudios de género? ¿Por qué subvencionar un "ciclo de mujeres cineastas", en lugar de un "ciclo de personas (buenas) cineastas"?...













Lo mejor es que, tras el animado debate, todas las personas de la clase estuvimos de acuerdo en denunciar todo esto como irracional. ¡Y todavía hay ceporros que dudan de la valía y el nivel de nuestros alumnos! ¡¡Ya les valdría aposentar sus acomodados traseros en sus incómodas sillas y escucharles, y aprender, de verdad, de ellos!!

domingo, 6 de mayo de 2012

La necesaria objetividad de lo bello

¿Qué es el arte? Casi todo el mundo coincide que es algo que tiene que ver con objetos o imágenes sensibles (visuales, auditivas…). Por ejemplo: un paisaje, un cuerpo, una pintura, una canción, el ritmo y las imágenes que genera un poema… Es decir: el arte tiene que ver con la imaginación, con la capacidad para captar o crear imágenes… Pero no toda imagen es “arte”. Sólo aquella que “nos gusta”. El arte tiene que ver, por tanto, con las emociones, pues el gusto es un tipo de emoción… Pero no todo lo que nos gusta es “arte” (nos gusta ver nuestra casa limpia, o que se nos trata con respeto, pero no llamaríamos a eso arte); el gusto artístico o “estético” es aquel que se despierta ante lo que es bello… Diríamos entonces que la obra de arte es aquella imagen o representación sensible cuya belleza despierta en nosotros esa emoción especial que es el gusto estético…

Ahora bien: ¿por qué nos gustan unas imágenes y no otras? ¿De qué depende que algo (un cuerpo, una pintura, una canción, un poema…) sean o no bellos? Esta es la pregunta fundamental de la Estética (que es la rama de la filosofía que se ocupa del asunto de lo Bello). ¿Qué es, pues, la Belleza?...

Antes de ensayar una definición de belleza hemos de preguntarnos si esta es posible. Mucha gente piensa que no hay una definición objetiva y única de belleza. Suelen justificar su opinión en el hecho de que los juicios acerca de lo bello cambian de persona a persona y de cultura a cultura. Es un hecho que a personas distintas les parecen bellos o feos libros o cuadros distintos. Y es un hecho que lo que es bello durante una época clásica no lo es durante una época barroca, etc. Ahora bien, estos hechos no prueban que lo bello sea en sí algo subjetivo o relativo, sino sólo su apreciación. Del mismo modo: constatar que individuos o culturas distintas tienen distintos juicios acerca de un fenómeno físico no prueba nada contra la objetividad de la física. Puede ser que los individuos están mal informados, o que las culturas estén en distinto grado de desarrollo.



Para probar que una definición objetiva es necesaria debemos acudir a argumentos lógicos (los experimentos –antropológicos, psicológicos— acerca de la universalidad de los patrones de belleza tienen cierto interés, pero no son muy concluyentes: su verdad es sólo probable, y suponen problemas complejos de interpretación --por ejemplo: para hacer el experimento es necesario predeterminar ya un mismo significado de belleza para todos los que participan –). Estos argumentos pueden ser:

(a) Si la definición de belleza fuera subjetiva (propia a cada sujeto o individuo) porque, por ejemplo, dependiera de estados emotivos particulares (como el “gusto” o el placer subjetivo y cosas así), entonces no habría definición posible para bello (todo podría ser y no ser bello a la vez). Incluso estaría injustificado que utilizáramos la misma palabra “bello” para designar lo que te gusta a ti y lo que me gusta a mí, pues el significado de esa palabra podría no ser el mismo. Lo bello sería entonces indefinible. Pero entonces nadie podría saber que lo que él mismo siente es “belleza” (cada uno tendría que inventar, quizá, una palabra distinta). De hecho, cuando alguien usa el término “bello” (este libro es bello, este cuadro es bello, etc.) presupone un significado fundamentalmente común para él y para los que le escuchan.

(b) Del mismo modo, si lo bello es una convención relativa a cada época y cultura, cualquier definición de belleza sería igualmente válida. Lo que es bello para los griegos antiguos podría no serlo para los japoneses contemporáneos. Todo podría ser bello y no serlo. Esto haría potencialmente contradictoria toda definición de belleza. Luego no sería posible ninguna definición racional. Pero una definición no racional ¿sería comprensible? ¿sería una definición?

(c) Si afirmamos que “lo bello es subjetivo” o que “lo bello es relativo” o que “lo bello cambia”, estamos asumiendo que “lo bello” es siempre lo “bello”, y que a la vez, aun siendo siempre lo mismo, cambia. Esto es como decir que lo bello es y no es lo mismo, lo cual es contradictorio. Si, por ejemplo, decimos que “lo bello es relativo a cada cultura” estamos diciendo que lo bello se da de modo distinto en cada cultura pero que siempre es lo bello. Esto es decir que lo bello es a la vez lo mismo y diferente. ¿Pero en qué proporción? Si lo que cambia es algo fundamental, entonces lo bello sería fundamentalmente distinto para, por ejemplo, griegos y japoneses, luego no sería lo bello para ambos. Y si lo que cambia no es algo fundamental, entonces lo bello será fundamentalmente lo mismo para griegos, japoneses, etc. Pero en este caso, si lo bello es siempre fundamentalmente lo mismo, será porque es algo objetivo y absoluto, no subjetivo o relativo.

jueves, 3 de mayo de 2012

¿Qué es arte?


Esta obra de arte (¿) de Wolf Vostell se llama “¿Por qué el proceso de Pilatos y Jesús duró solo dos minutos?”…
Cada vez que llevo a mis alumnos al Museo Vostell de Malpartida, algunos tardan mucho menos de dos minutos en decidir que lo que allí se ve no es arte. Sobra decir que si llevara a un grupo de adultos no serían algunos, sino casi todos los que exclamaran con suficiencia: "¡Esto es una tontería!", "¡esto lo hace cualquiera!", etc. Cuando ocurre esto, me vienen unas ganas locas de arrodillarme ante quien así habla y rogarle que me explique cómo ha logrado saber que lo que ve no es digno de llamarse “arte”. ¿Cómo no va a saberlo quien se atreve a opinar con tanta firmeza?... Pero no, no lo saben: cuando oigo sus explicaciones (cuando las dan) toda mi ilusión se desvanece (en mucho menos de dos minutos)…

Así que: ¿Qué es el arte? ¿Cómo podemos distinguir una obra de arte de una majadería? ¿Alguien me lo puede explicar?...
Como algunas respuestas ya me las han dado muchas veces, y no quiero que caigáis en la tentación de resolver este asunto de un plumazo, comenzaremos quitando de en medio algunas de ellas.

1. Arte no es lo cada uno considera arte. Si así fuera, cualquier cosa podría ser “arte”, y a la vez no serlo, con lo cual carecería de sentido toda discusión sobre el arte (Yo tendría toda la razón al considerar arte cortarme la oreja –o cualquier otra cosa—, y tú también la tendrías al considerar que no lo es). La verdad es que ni siquiera tendría sentido emplear la palabra “arte”, pues carecería de un significado común (¿Tendría sentido emplear una palabra cuyo significado fuera distinto para cada persona que la emplea?).
2. Arte no es lo que la mayoría considera “arte”. Igual que antes: si así fuera todo podría ser “arte” y no serlo (bastaría con que la mayoría así lo conveniese). Además, tanto en el caso anterior como en este, siempre cabe la pregunta: ¿Por qué considera Vd. (o Ustedes) que esto es arte?
3. Arte no es, sin más, lo que nos gusta. También nos gusta que nos rasquen la espalda, o tener la casa limpia, y dista de estar claro que esas dos cosas sean obras de arte. Además, suponiendo que arte fuera "lo que nos gusta", aun tendríamos que responder a la pregunta: ¿por qué nos gustan unas cosas y no otras? ¿qué significa que algo "nos guste"?
4. Arte no tiene porque ser lo que nos emociona. También nos emociona un incendio o que nos llamen el día de nuestro cumpleaños, y, de nuevo, no está nada claro que todo eso sea arte.
5. Arte no es lo que es único y original. Cada mosquito que viene al mundo es único. Decidir usar la energía atómica para fabricar bombas, o inventar un sistema para gasear a millones de personas, también parecen ser cosas originales y creativas.
6. Arte no es lo que es bello y punto. Quizás no este mal equiparar arte y belleza, pero en ese caso habría que replantear la pregunta, en vez de “¿qué es arte?”, ahora sería: “¿qué es lo bello?”…

Así que una de dos, o me contestáis a la pregunta de ¿qué es arte?, o me contestáis a la pregunta ¿qué es bello?

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