viernes, 23 de noviembre de 2018
Historietas de la filosofía griega, ya en las librerías.
Aquí tenéis, recién salido de imprenta, Historietas de la filosofía griega, una recopilación de ficciones que recrea los momentos y filósofos más destacados de la historia de la filosofía y que hemos escrito entre Juan Antonio Negrete y yo. En forma de diálogos, cartas, discursos, entrevistas, etc., las historietas presentan el pensamiento de los grandes filósofos a los jóvenes y adolescentes, y a lectores de todas las edades que busquen un acercamiento literario, no estrictamente académico, a la historia del pensamiento.
Este primer volumen está dedicado al pensamiento de la antigua Grecia, y en él encontraréis historietas cómicas, casi esperpénticas, algunas incluso macarras, y otras más contenidas, líricas e incluso solemnes; pero aunque ninguno de los contenidos que aparecen fue expresado literalmente por el personaje al que se le adjudica, todo lo escrito en el libro está basado escrupulosamente en lo que se sabe que dijeron e hicieron estos pensadores.
Al igual que la novela histórica sirve para dar a conocer al público general episodios importantes de la historia, confiamos en que estas Historietas de la Filosofía ayuden a despertar el interés por la filosofía en el lector.
Hay que reseñar que estas ficciones rescatan la labor filosófica de algunas mujeres de la antigüedad habitualmente desdeñadas en la historia académica, lo que ya de por sí justifica el interés de la obra.
El libro contiene maravillosas ilustraciones de Daniel Gil y Marién Sauceda, y ha sido editado por Editorial Manuscritos. Para adquirirlo on line podéis hacerlo en este enlace.
miércoles, 21 de noviembre de 2018
Tecnófobos
Hace unos días visité con mis
alumnos el complejo arqueológico de Atapuerca, en Burgos. Fue
magnífico. Los alumnos aprendieron – haciendo – que fue el hacer
técnico lo que permitió sobrevivir a nuestros antepasados. No solo
nos sirvió para dominar el mundo, sino también la mente gracias a
técnicas sociales como el uso de símbolos o la celebración de
ritos. Somos lo que somos gracias a esas hachas de piedra y esos
dibujos pintados que despiertan aún hoy nuestra imaginación. Y, sin
embargo, sospecho que no ha habido época en el mundo en que una
porción de estos mismos homínidos evolucionados no haya echado
pestes de sus propios “adelantos técnicos”. Me imagino
perfectamente el miedo y la indignación de los más viejos cazadores
paleolíticos, acostumbrados a sus piedras y palos, al ver como se
extendía el uso de los sofisticados arcos o azagayas; o a los
recolectores contemplar estupefactos como se imponía la costumbre de
manipular la tierra para obtener de ella más y mejores frutos.
Aquello debía parecerles – igual que a muchos ahora – el
acabose. ¿¡Pero a dónde vamos a ir a parar!? – exclamarían en
su tosco lenguaje, prejuzgando los avances tecnológicos como una
amenaza mortal para su mundo y para sí mismos –.
El rechazo –
a menudo con tintes apocalípticos – de los cambios asociados al
desarrollo técnico y tecnológico es una constante cultural que
seguramente se intensifica a la misma escala en que lo hace dicho
desarrollo, pero que ni hace cientos de miles de años ni ahora tiene
ninguna razón de ser más allá de la – obvia – llamada a la
prudencia y al control de las consecuencias derivadas de dichos
cambios. Sin embargo, y pese a carecer de justificación racional, la
fobia a la tecnología sigue pasando por una posición ideológica
respetable. ¿Por qué?... Sobre esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
jueves, 15 de noviembre de 2018
Ética y "catecismo laico"
Cuando se trata de educación para la ciudadanía,
el pensamiento crítico que compete es el que proporciona la ética.
Es común confundir la ética con la simple moralidad (comportarse
“bien”) o, aún peor, con una moralidad determinada (comportarse
bien según los valores vigentes en una cultura determinada). Pero la
ética no es eso. La ética es la disciplina filosófica que estudia
(tal como un entomólogo estudia los insectos) los problemas morales,
así como las diversas respuestas que ha dado el ser humano (en forma
de distintos sistemas de valores) a tales problemas. La ética no nos
dice lo que debemos hacer, sino que nos proporciona las herramientas
conceptuales y argumentales – además del hábito analítico y
crítico – para averiguarlo por nosotros mismos. Sin estas
herramientas y hábitos somos pasto del adoctrinamiento (el que sea),
especialmente de aquel que resulta más demagógico o seductor (que
no es precisamente el que corresponde a la educación para la
ciudadanía)... De todo esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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miércoles, 7 de noviembre de 2018
La discapacidad existe y no es buena.
Lo denominemos "minusvalía", "discapacidad", "diversidad funcional" o como queramos, la ceguera, la paraplejia o el autismo seguirían siendo igualmente situaciones indeseables y no una "deseable muestra de diversidad". Sobre esto trata nuestra colaboración de hoy en el Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
miércoles, 31 de octubre de 2018
La obediencia querida
En ausencia de un Dios que seduzca y obligue paternalmente a las conciencias (como en la Edad Media o en las –todavía– ummas islámicas) están la seductora «auctoritas» del experto que, como en el experimento de Milgram, dirige nuestra voluntad en nombre de la Ciencia, o –la otra fuente de moderna seducción pseudorreligiosa– la retórica falaz y cargada de mitología pedestre del demagogo iluminado (Bolsonaro, Trump, Le Pen…) que nos llama a creer y obedecer. Hay una sola manera posible de enfrentarse a esto (y de legitimar, de paso, al poder): educar a la ciudadanía en el hábito del pensamiento riguroso, libre y crítico. Solo una ciudadanía empoderada (empoderada de criterio propio) y no sensible a otro poder que el de la convicción racional es inmune a la seducción de tecnócratas y demagogos. Solo ella estaría a salvo de querer lamer, voluntariamente, el zapato de nadie. ¿Entienden ahora la manía que suele tener el poder instituido a la educación crítica y filosófica? Para él siempre es mejor la obediencia querida... De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
domingo, 28 de octubre de 2018
La filosofía: ni de rojos ni de curas.
Aquí tenéis el enlace de la entrevista que nos concedieron, en El Periódico Extremadura, a mi y otros tres compañeros, en torno los cambios curriculares que, en Extremadura, vuelven a dar un lugar digno a la enseñanza de la filosofía y la ética.
miércoles, 24 de octubre de 2018
La filosofía mola mazo.
A los que nos dedicamos a la enseñanza de la filosofía nos cuesta reconocernos en el escaparate mediático (tenemos el complejo de que nuestra disciplina es rara y minoritaria). Pero ahí estamos, por extraño que parezca. Y no solo por la reciente propuesta del Congreso para recuperar el estatus educativo de la materia, sino también porque, en general, la filosofía está en auge.
Desde las series de TV (como la popular Merlí) a las más rancias instituciones (como la que acaba de conceder el Princesa de Asturias a Michael Sandel, un filósofo cuyas clases en Harvard son seguidas en red por millones de personas), pasando por la proliferación de nuevos e imaginativos eventos (como los festivales de filosofía) o el lleno de alumnos en las facultades, la filosofía está… que se sale.
No debería extrañar a nadie. Al fin y al cabo, es en filosofía donde se discuten los asuntos más molones del mundo. A veces les pregunto en broma a los chicos que qué es, según ellos, lo más importante para ligar. Todos reconocen que el atractivo físico o la simpatía tienen importancia, pero que lo decisivo viene cuando el objeto de sus deseos abre la boca y empieza a “decir cosas”. ¿Y que “cosas” son esas tan interesantes de las que tiene que hablar alguien para seduciros? – les pregunto yo – . No hay ni una, de todas las que me cuentan, que no refiera o refleje un asunto filosófico... De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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miércoles, 17 de octubre de 2018
Ludópatas y viciosos
![]() |
Caravaggio, Los jugadores de cartas. C. 1594 |
jueves, 11 de octubre de 2018
Deseo de ser Peter Pan
En la vida de algunas civilizaciones la superación
de un periodo “infantil” inicial – ese en el que se confía en
mitos y en paternales poderes divinos – es condición del
desarrollo de conocimientos, ideales y prácticas más maduros y
racionales. Pero también se dan épocas de crisis y desesperanza en
las que, ante el descrédito de valores e ideas (religiosas,
científicas, filosóficas), parece que se retrocediera a esa primera
etapa infantil.
Son esas épocas – ¿como la nuestra? – en las
que, confundiendo lo arcaico con lo arcádico, se idealizan los
(siempre míticos) orígenes. La “ecología profunda”, el interés
por las culturas ancestrales, los nacionalismos, el neorruralismo
o el prestigio de lo “natural” podrían ser, quizás,
síntomas actuales de esa búsqueda de sentido en una presunta y
perdida Edad de Oro.
Otro rasgo aparente de puerilidad es el gusto, tan
infantil, por lo novedoso y exótico, algo que, además, encaja
perfectamente con la economía de consumo. Desde la moda a la
religión, pasando por las relaciones personales o la política, la
gente se encandila – como niños en un mercado – con todo lo que
es “nuevo” y excita nuestra dimensión más sensual.
En general, este infantilismo se puede observar,
hoy, en la manera de vestirse (siempre joven tengas la edad que
tengas), en la pintura y el arte (en busca de la presunta “libertad
creativa” del trazo infantil), en la educación (lo lúdico por lo
lúdico), en la decoración de las nuevas empresas (con sus espacios
recreativos para empleados), o en el ocio consagrado a juegos
y espectáculos (el deporte de masas, el “reality” televisivo...)
consumidos tanto y tan intensamente que – como los juegos
infantiles – llegan a suplir a la realidad misma. ¿Habrá algo
más infantil – por ejemplo – que los saltos y gritos de un
hincha de fútbol dándolo todo al amor incondicional por su club?
En un sentido más profundo la gente se aniña
conscientemente con los productos de las “parasofías” o las
religiosidades “new age” más en boga. Este “psico-infantilismo”
se manifiesta en el culto (impostado, claro) por la emocionalidad, la
espontaneidad o la vivencia concentrada del presente (y el
correspondiente rechazo de lo intelectual, artificioso,
planificado...). Existe el mito de que los niños viven desde la
emoción, sin ápice de reflexión, y en una suerte de presente casi
absoluto (como los animales). El “mindfulness”, las técnicas
orientales de meditación y control del cuerpo, o los talleres de
“inteligencia emocional” prometen esta especie de nirvana
infantiloide como medio para lograr el bienestar individual
(la única meta que realmente importa a los niños, y también al
occidental moderno). Otras veces, lo que se promueve – por ejemplo
desde algunas técnicas y libros de autoayuda – es la
ilusión de omnipotencia de la voluntad, otro de los aspectos típicos
del narcisismo infantil.
Más grave aún resulta constatar este mismo
infantilismo en la suplantación de lo moral por lo psicológico.
Observen, por ejemplo, como típicos “vicios” morales como la
pasión por el juego, el sexo o las drogas, o estados de ánimo
comunes, como la tristeza o la angustia se interpretan actualmente
como adicciones y psicopatologías de las que, como pobres pacientes,
nos tiene que librar el terapeuta (o el gurú) de turno. El lenguaje
nos delata: ya no existen cosas “buenas” o “malas”, ahora
resulta que son “sanas” o “tóxicas” y, por tanto, un asunto
de técnicos externos, y no de personas responsables de sí mismas.
Al infantilismo de una moral psicológicamente
anestesiada le sigue la actitud política no menos pueril por la que
al interés por los asuntos públicos (propio de una ciudadanía
madura) lo sustituye la condición infantil del votante que – a
semejanza del cliente o consumidor – se limita a exigir y quejarse,
y al que hay que engañar con cuentos y promesas para lograr su
aprobación y su voto.
Tras todo esto late la ideología de una
“positividad” entusiasta (suspicaz ante toda crítica o duda) que
otorga valor a lo insignificante (el “disfrute de las pequeñas
cosas”), la inmadurez (“sacar al niño que llevamos dentro”) y
la trivialidad (“la vida no es más que un juego”)...Tremendo.
Resulta que tenemos a Peter
Pan – el niño que no quería crecer – como modelo. Pero no
querer crecer
– ojo – es cosa de niños enfermos.
Y también, a lo que se ve, de adultos que no quieren serlo.
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jueves, 4 de octubre de 2018
Subrogación, prostitución y moralina.
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miércoles, 26 de septiembre de 2018
Ruido, idiosincrasia y agresión.
Vivo en uno de los países más ruidosos del mundo y, por increíble que parezca, todavía hay quienes piensan que el nivel
anormal de ruido que soportamos no solo es tolerable, sino que es una
expresión natural de nuestra alegre manera de vivir, cuando lo que
realmente refleja es, simple y llanamente, una falta asombrosa de
todo tipo de educación... Sobre esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí.
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miércoles, 19 de septiembre de 2018
¿Entonces, no hay que vender armas?
¿Es moralmente lícito que un Estado permita que se fabriquen o vendan armas y, además, que se vendan a un régimen tiránico que mata a civiles inocentes en una guerra injusta?
La primera respuesta simple (y falsa) a este dilema es: sí, es perfectamente lícito, en general, vender armas a quién lo demande y pueda beneficiarnos en el trato. Al fin y al cabo, ¿quién es el Estado, o nosotros mismos, para juzgar o responsabilizarnos moralmente de lo que haga nadie con lo que le vendemos? Las guerras son, por otra parte, un fenómeno inevitable, consustancial a la realidad humana, tal como lo es el ansia de poder o de riquezas. Nadie va a cambiar eso. Así que, ¿que hay de malo en hacer lo que (en el fondo) hacen todos y sacar provecho de ello?
La otra respuesta simple, opuesta a la anterior (y también falsa), declara que el comercio de armas es, por principio, pernicioso, tal como son las guerras a las que sirve, por lo que hay que oponerse tajante e inmediatamente a él. Fabricar y vender armas supone convertirse en cómplice de aquellos que las usan. Mucho más si se trata de guerras de dudosa legitimidad (como son la mayoría) y en la que sufren civiles (como pasa en casi todas).
Estas dos respuestas son, decía, además de simples (o justamente por eso), falsas. La primera es el tipo de realismo político que enarbola el liberalismo radical. La segunda el tipo de rigorismo moral que exhibe a menudo la izquierda. El primero es falso porque reduce lo que “debería ocurrir” a lo que “ocurre” (pero la política no consiste simplemente en justificar lo que ocurre, sino en intentar que ocurra lo que debe). El segundo por negar lo que “ocurre” en nombre de lo que “debería ocurrir” (pero la política no consiste simplemente en enunciar lo que debería ocurrir, sino en hacer, realmente, que ocurra). El realismo ultraliberal suele degenerar en el crudo cinismo de quienes no creen ni defienden más que sus intereses inmediatos; y el moralismo testimonial de la izquierda en la retórica huera de quienes puede clamar en términos absolutos contra todo (la guerra, el capitalismo, la prostitución…) porque ni dependen para sobrevivir de tan turbios negocios (o eso creen) ni, en verdad, corren ningún riesgo de tener que llevar a cabo sus propósitos.
¿Qué hacer entonces?... De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer la noticia completa pulsar aquí.
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miércoles, 12 de septiembre de 2018
Móviles: ¿prohibir o educar?
miércoles, 5 de septiembre de 2018
El sinsentido del viaje.
Que el viaje proporciona experiencias
estéticas únicas es el argumento favorito de los turistas con
más vocación. Según ellos, contemplar in situ tal o cual obra de
arte, monumento o paraje supone una vivencia singular que solo el que
ha estado allí (es decir, tropecientos mil) ha podido tener. Así,
es curioso oír a ateos como catedrales delatando con religioso
arrobo su «síndrome de Stendhal» al encontrarse con tal o cual
famoso cuadro, monumento o lugar emblemático «que hay que ver»,
que han visto ya miles de veces en la tele, y que vienen a ver en
sincronizada peregrinación sucesivas manadas de mirones. Es curioso,
digo, que en la época de la reproductibilidad técnica, que decía
Benjamin, y de la circulación masiva de información, persista aún
este tipo de fetichismo. ¡Como si una obra de arte tuviera que estar
aquí o allí, o ser «el original» –un original que el turista
jamás distinguiría de una copia– , para provocar una vivencia
estética!...
Sobre las razones para dejar de hacer viajes turísticos trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo pulsar aquí. Y para escuchar la tertulia radiofónica sobre el mismo tema en Canal Extremadura Radio pulsar aquí (desde minuto nueve).
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