1. Sé tú mismo, pero el de verdad. No puedes ser lo que te de la gana, sino solo lo que ya eres (tras descubrirlo). Además es solo de eso (en el fondo, si te sabes observar) es de lo que tienes verdaderas ganas.
2. Sé tú mismo, pero lo mejor posible. Nadie puede quererse o estimarse sabiéndose menos de lo que puede ser. Busca ser un ser humano virtuoso del mismo modo que un músico busca ser un músico virtuoso, o un zapatero busca ser un zapatero virtuoso: haciendo lo que te define (como ser humano) con la mayor competencia con la que seas capaz.
3. Vive de acuerdo a la razón. Piensa en lo que eres y te darás cuenta que “estás” en la mente, no en las neuronas o en el ombligo. Y date cuenta, también, que, en la mente, estás en ese “tú” que cuenta, piensa y razona, incluso cuando piensas y razonas que eres otra cosa que razón. Eres un ser racional, así que hazte el favor de compórtate plenamente como tal.
4. Amalo todo, pero, sobre todo, ama el conocimiento. Todos intuyen que una buena vida es aquella que crece en la búsqueda y la unión con lo que nos perfecciona (lo bello, lo bueno, lo verdadero...). Pero solo los más mendrugos creen que lo bello es bello sin ser nada más que bello (y aman las cosas y los cuerpos), o que lo bueno es lo que, sin más, está mandado (y aman la estima de los demás más que a sí mismos). Solo el que conoce ama (lo que es de verdad, lo que de verdad es bueno, lo perfectamente bello). Solo el que conoce ama a cada uno hasta el mismo fondo, y ama lo mismo en el fondo de cada uno. Solo ese se reconoce en todo y, desde él, nada es doble, separado, extraño, odioso...
5. Actúa por entusiasmo. Si tu energía y tu valor es por miedo (al castigo, o al castigo de quedarte sin el premio), tu valor es cobardía, tu acción es pasión, tu actividad pasividad... Solo actúas, de verdad, cuando lo que haces vale de verdad y es en sí mismo el premio. Comprender lo que algo vale es lo mismo que querer hacerlo. La voluntad no es un látigo, sino un entusiasmo que te desborda y se torna acción en el mundo.
6. Modera tus pasiones. Reduce tus necesidades y prefiere aquellas pasiones y placeres cuya ausencia o exceso no suponga dolor. Serás más feliz si tus placeres son la música o la amistad, en lugar de la embriaguez de alguna droga o la pasión por algún cuerpo. La pasión no es más acción, sino menos: padecimiento, enfermedad.
7. Cultiva la armonía en el alma. Como si tu alma fuera un maravilloso instrumento musical en el que la razón fuera la nota dominante y el resto de las cuerdas (la voluntad, la pasión, las emociones...) se armonizaran con ella formando un sublime acorde.
8. No juzgues con severidad a nadie. Nadie actúa con maldad, sino con una bondad mal concebida. En lugar de castigarles, enséñales.
9. Prefiere sufrir un "mal" a cometerlo. Cuando el mal o equivocación lo cometen contra ti, es tu cuerpo el que padece, es solo pasión lo que sufres. Pero cuando el mal o error lo cometes tú, es el alma la que se daña a sí misma.
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